Capítulo 1

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La alarma se escuchaba en toda la habitación y el joven pelinegro gruñía enrollado en las sabanas. Saliendo de ellas y sentándose en el borde de la cama, frotó su rostro y peinó sus oscuros cabellos hacia atrás mientras tomaba el celular y miraba la hora. Se levantó de la cama luego de apagar la alarma y comprobar que eran las cinco y media de la mañana, una llamada entrante lo hizo espabilar.


– Buenos dí...

– ¡SeokMin!, ¡Buenos días!, ¡Espero que estés bien!, escucha, necesito que vayas a mi oficina y en la primera gaveta a mano izquierda de mi escritorio, encontrarás una libreta gris, la vas a tomar y me la llevarás a la cafetería de siempre, pero no le digas a nadie que es mía, y si preguntan por mí, diles que estoy atrapada en el tráfico. ¿Okay?, ¡nos vemos!-. Dijo para cortar la llamada.

SeokMin suspiró y dejó el celular a un lado, esa libreta gris, eran los borradores que su jefa tenía que entregar hoy.

Luego de desayunar y hacer su rutina, salió de su apartamento, subió al taxi dando las indicaciones, llegó al edificio donde trabajaba saludando a las personas que conocía y fue a la oficina de su jefa buscando la libreta. Cuando estaba a punto de salir el teléfono de la oficina sonó, SeokMin se devolvió para contestar.

– Buenos días, Oficina de Koo HyeSun.

– Ah...

– ¿Disculpe?

 –¿Yo?

 –¿Qué...-. Pero la llamada se cortó y SeokMin solo pudo mirar confundido el teléfono.

Restándole importancia se dirigió a la cafetería que quedaba a unas tres cuadras del edificio, dónde se encontró con una mujer dormida en una de las mesas al lado de un gran vaso de café.

– Buenos días-. Dijo para sentarse y la mujer abrió rápidamente sus ojos levantándose y limpiando la saliva que salía de su boca-. Tiene una hora para entregar el borrador-. Dijo sonriente para tenderle la libreta.

– A trabajar-. Habló la mujer suspirando para sacar una laptop de su maletín y mirar los garabatos escritos en aquella libreta.

HyeSun tenía una letra tan cursiva que era difícil de entender, y cuando escribía borradores era aún más difícil de descifrar su contenido, incluso ella tenía dificultades de entender lo que escribía.

SeokMin se concentró en mirar por la ventana mientras escuchaba el sonido de las teclas de la laptop, siempre admiró la forma en la que sus dedos se movían tan rápidamente presionando las teclas, creando las historias más hermosas que alguna vez haya leído, plasmando tan fluidamente todo lo que pasaba por su mente.

Ella sabía cómo llegar al lector, como hacer que pasaran de la felicidad a la tristeza en solo minutos, y como jugar con sus corazones.

A SeokMin siempre le fascinó la lectura, pero nunca tuvo la suficiente inspiración para concluir alguna historia, así que deicidio conseguir un trabajo donde pudiera disfrutarla y ayudar a los escritores a hacer lo que él nunca pudo. Amaba su trabajo y se alegraba de tener como jefa a HyeSun, ella lo trataba como a un hijo, aunque él cuidaba más de ella que ella de él, ya que era muy descuidada.

Con su salario podía pagar el alquiler, alimentarse y enviarles de vez en cuando algo a sus padres, tenía una vida tranquila, también tenía un buen y confiable amigo, MinGyu. No salía con nadie porque sentía que estaba bien de aquella manera. No tenía mucho, pero era feliz así.

– A ti te voy a matar-. SeokMin miró espantado la siniestra sonrisa de HyeSun al decir aquello escribiendo velozmente.

– HyeSun, dos minutos-. Dijo mirando su celular y luego a la escritora que no paraba de presionar teclas.

– Espera solo un momento-. Le pidió sin mirarlo SeokMin suspiró y miró por la ventanilla.

Su mente viajó a la persona que llamó a la oficina, su voz era masculina, pero la forma en la que pronunció esas pocas silabas fue sumamente adorable, SeokMin sonrió al imaginar a un chico confundido marcando por error a un número desconocido.

– Y entonces SeokMin se enamoró-. El nombrado observó a la mujer de 33 años que lo miraba con una traviesa sonrisa, el negó sonriendo.

– Solo pensaba.

– Nuestro rostro siempre logra revelar lo que pensamos SeokMin-. El joven rió para volver a mirar las calles a través de los ventanales.

Pero que broma más simple que había hecho aquella mujer, sin saber que en un futuro no muy lejano, dejaría de ser una broma y se convertiría en la única razón de su muerte. 

Gus&Char

Especial [SeokSoon]Where stories live. Discover now