¿Cuánto durará esta calma?

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Siento que el tiempo se detiene y no puedo pensar con claridad, solo quiero llegar al hospital y ver como esta David, solo quiero verlo. Si algo malo le llega a pasar no podría soportarlo. ¿Qué sería de mí sin David? No puedo ni siquiera imaginarlo.

—Tranquila, pequeña, todo va a estar bien —me tranquiliza Alex mientras me da un beso en la frente—. Es David, hierba mala nunca muere.

Trato de sonreír, pero no puedo, tengo miedo.

—Sé que no es el momento —me empieza a decir Alex—, pero me puedes explicar porque tienes un guardaespaldas.

Alex señala con el mentón a Jazper que insistió en manejar el auto de Alex hasta el hospital. Alex se lo permitió porque así podía estar pendiente de mí.

—Es una larga historia hermano, no quiero mentirte y no puedo contarte gran parte de lo que sucede, pero estoy bien. No te preocupes.

Sé que eso solo lo va a preocupar más, pero no sé cómo contarle una parte de la historia sin terminar diciendo que me acuesto o me acostaba con Ian. Alex no sé tomará muy bien eso, si le digo la verdad se sentirá decepcionado de mí. Tampoco puedo mentirle, le voy a contar todo, pero no ahora. Ahora no es el momento, ni el lugar.

Cuando llegamos al hospital corro hasta la recepción a pedir información. La enfermera es poco amable y se demora una eternidad en decirme en que habitación está David.

—139 —me dice al fin.

139, 139, 139 —repito mientras corro en busca de la habitación. Alguien me grita que no corra, pero en este momento no me importa. Cuando al fin llego a la habitación 139 mi mano tiembla y se queda quieta en el pomo de la puerta sin poder girarla. Alex pone una mano en mi hombro y me susurra que todo estará bien. Tomo aire y giro el pomo de la puerta. Cuando la puerta se abre cierro los ojos por miedo a ver a mi mejor amigo lleno de tubos.

—Pero que bonita —me grita David—, estas preocupada por mí. Ya veo que estar al borde de la muerte es la única manera que tengo que mi amiga se digne a visitarme.

Abro los ojos ante la sorpresa de escuchar su voz y lo veo sentado en la cama comiendo gelatina. Cuando lo miro él me sonríe y me saluda con la mano como si nada.

—Mierda David, estaba muy preocupada por ti —le grito— ¿Qué te pasó? Eres un dramático de lo peor, me desmayé del susto.

Camino hasta él y me siento en el filo de la cama.

—Que bonita eres, en serio, te ves tan tierna en este momento —me dice—. Yo vivo con el Jesús en la boca contigo, por una vez que yo te asusto ya haces un drama.

Reprimo el impulso de pegarle en el brazo cuando veo que tiene enyesado el brazo izquierdo.

—Tuve un accidente —me empieza a contar David—. Iba a cruzar la calle cuando una bicicleta me derribó. Quedé tendido en la calle, fue horrible, las personas empezaron agruparse a mi alrededor y yo trataba de verme lo mejor posible en esa situación, antes muerto que sencillo. yo seguía tendido en el piso por la vergüenza, me rehusé a pararme hasta que la gente se aleje, pero empezaron a decir que tenía un golpe serio en la cabeza. Emma fue todo un drama, ya cuando quise pararme fue muy tarde porque llegó la ambulancia y me trajo aquí. Me dieron gelatina de fresa —me enseña la gelatina—. Y una paleta para que deje de llorar cuando me estaban curando el brazo.

Esa historia es tan David.

—Entonces estas aquí por idiota.

—Que mala eres, estoy aquí porque me lastimé el brazo —me señala su brazo roto—. Pudo ser algo serio. Imagínate que en lugar de una bicicleta hubiera sido un auto, ya no estaría aquí hablando contigo. ¿Qué sería de ti sin mí? ¿Qué sería de la humanidad sin mí?

¡El amor es una mierda!Where stories live. Discover now