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Después de darse una larga ducha se vistió de manera informal para dirigirse a su trabajo de rutina. Antes se desvío para tomar un café y terminar de despertarse, al parecer la ducha no había echo más efecto que mantenerlo limpio.

Al entrar, ordenó un café negro con poca azúcar y sin leche, la dueña de la cafetería quería regalárselo como muestra de cariño, algo que el odiaba más que nada.. Le gustaba pagar sus cosas, no que se las regalaran.

Después de caminar tres cuadras exactamente llegó a su trabajo.
La cola llegaba hasta la otra esquina, habían muchas personas con deseos de tatuarse, al verlo empezaron a susurrar cosas acerca de sus tatuajes algo que el ignoro

Se dirigío a su puesto y una figura femenina llamo su atención.

-Es un gusto verte por aquí, Rey- hablo la chica de cabello blanco y ojos claros.

-Lo mismo digo, Olivia-

Ella sonrió de lado y se sentó justo en la silla donde Rey tatuaba a sus cliente.

-Quiero una letra M y una R- ordenó Olivia dispuesta a tatuarse.
Mientras Rey preparaba las maquinas, Olivia pensaba en que lugar quería tatuarse aquello tán significativo para ella.

-¿Ahí te tatuaras?- preguntó Rey tratando de disimular la mirada, muy en el fondo el sabía que lo hacía a propósito.

Ella asintió y Rey comenzó a tatuar las letras entré la separación que había de sus dos senos, para ser mas específico el medio de sus dos senos.

-Listo-

-Gracias, es bellísimo- contestó ella con emoción en su voz, abotonandose de nuevo su camisa.
Después de que Olivia y sus acompañantes salieron de la tienda Rey dio un suspiró de alivio y la reprendió.

Odiaba con todo su ser aquellas mujeres insitadoras que soló mostraban para obtener lo que querían de un hombre.

-Rey, ¿Que dices si vamos por unas papas?- preguntó su amiga tatuadora.

-No Estela, tomaré mi descanso ahora mismo, adiós. -

Se estaba volviendo loco, esa no era su vida, no era su gente, ni mucho menos su apartamento pero tenía que aguantar dos meses para volver a su vida.

Dió un suspiró y relajó la respiración para luego dirigirse al hotel donde Dominic vivía temporalmente.

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Thiana.

Me levanté casi a las cinco de la madrugada, exactamente, aunque no tenía la hora de tán solo ver la ventana sabía que el sol no había salido.

La pregunta era ¿dónde estaba?
Aunque no llevaba mucho tiempo en los Angeles, sabía que el hotel donde Annie y yo vivíamos por ahora no tenía tanta decoración ni estilo, ni mucho menos ese olor a casa, me levanté y supe que era la casa de gente con mucho dinero.

Las luces estaban apagadas y habían restos de comida en la mesa de vidrio del centro, una foto familiar la hizo reconocer enseguida a Bash y Johnny con tres años menos de edad.

Se levantó con un dolor de cabeza irresistible haciendo una mueca de dolor, sin pensarlo dos veces salió de aquella casa dando un portazo y viendo a los dos lados de la calle.

-¡Thiana, por el amor a dios!- gritó una voz haciéndola tambalearse, sin duda había tomado más de la cuenta.

-Annie, ayudame- rogó cayendo de un duró golpe al suelo.

Annie rodó los ojos y la levantó reprendiendola por irse con esos dos desconocidos, por emborracharse y aún peor por dormir en otro lugar que no fuera el hotel.

Thiana comenzó a llorar desesperada balbuceando miles de estupideces, la poca gente que pasaba a esa hora se le quedaba viendo como si de una loca se trataba.

-¡Vayanse a la mierda!-gritó a un grupo de trasnochados que se encontraban en la misma situación que ella.

Annie le tapó la boca y la volteó mirándola.

-Tienes que calmarte, cuando lleguemos al hotel te darás un baño y te dormirás hasta que recuperes la energía y me cuentes que paso-ordenó.

Thiana asintió y dejo de llorar intentando caminar, pero le fué imposible así que Annie con la poca fuerza que tenía la ayudaba.

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Dominic.

No es necesario decir que no había dormido en dias, de tán solo ver su rostro, se le notaban mil lunas y mil noches que estuvo viendo sin cerrar los ojos.

Tal ves para Rey era fácil vivir solo, con mil problemas encima pero soló.

Para el era una tortura, aunque fuera un chico sarcástico problemático y la copia exacta de Rey como si de hermanos se tratará, el odiaba algunas veces la soledad, más si se había encariñado a la compañía de Annie y Thiana.

¿A cuántas Annie y Thiana se encontraban a diario, que fueran iguales a Annie y Thiana originales?

Era como cuando te pedían encontrar un trébol de cuatro hojas, te era difícil porqué no eran fáciles de obtener.

Después de pensarlo bién, en el fondo no era tan parecido a Rey. Aunque le gustaban los problemas el era mas sentimental que Rey.

Tomó la quinta copa de vino y se levantó un poco mareado.

-Maldito jarrón de abeja- maldijo al jarrón que se había llevado por accidente, que en realidad era de camaleón y no de abeja-Odio la soledad-Reprendió y luego se quedo mirando a la puerta sin saber porqué.

Tal vez creía en una ilusión que Annie y Thiana patearian la puerta y entrarían a abrazarlo.

-Estúpida Thiana que no sería capaz-dijo en un balbuceo gracias a la borrachera que se cargaba.

De repente la puerta se abrió de golpe y miró con un ojo abierto y el otro cerrado a ver si su ilusión se hacía realidad

Pero no, frunció el ceño al ver el cuerpo de Rey parado en el marco de la puerta.

-¿Y bueno, esperas que te invite a pasar o que?-dijo en otro balbuceo a lo que Rey levantó una ceja y lo empujo, haciéndose espació entré el mueble.

-No aguantó-

-¿Que no aguantas? ¿Que no te escribiera una invitación de campanita o dora la exploradora para que entraras y no te quedaras como imbécil en la puerta? - preguntó a Rey quien lo miraba con ganas de ahorcarlo pero se contuvo.

-Mejor vengo otro dia para hablar seriamente, no me tragaré tus mariqueras-comentó.

-Si mejor, y para la proxima te hago tu invitación de campanita- finalizó y Rey cerró la puerta para callarlo de una vez por todas.

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Annie..

Cuando Thiana se levantó, Annie la invitó al mueble para que hablaran, Thiana la miro con sus ojos color miel y dio un suspiro de cansancio.

Entonces Annie comenzó a hacerle preguntas y ella no se negaba a contestarlas, lo que si le pareció raro es que no eran preguntas de lo que había sucedido hace unas horas.


Annie Jones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora