Capítulo 13: "La bella princesa y el príncipe derrotado"

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A la madrugada - En el departamento

Nayeon se movía de un lado al otro de la cama, giraba para la derecha, luego para la izquierda, estiraba sus piernas, después las acurrucaba de nuevo, ponía sus brazos a un costado, después al otro, hasta por último dejarlos debajo de su cabeza y finalmente se quedaba quieta mirando al techo. Hasta que se cansaba y volvía a empezar los movimientos que ya había repetido cientos de veces. Parecía no encontrar posición adecuada para dormir y por sobre todo, su mente parecía no querer descansar. Ella era consciente que, desde que Momo había aparecido en su vida, la mayor ya no era la misma de antes. Era como un cuento de fantasía, Nayeon ya lo tenía todo armado en su cabeza. La historia de una hermosa princesa que cegada por los lujos y el dinero poco a poco fue enterrando su verdadero ser en capas y capas de ambición y faltas de escrúpulos. Un día se miró al espejo y pudo ver que había cambiado , en lugar de se escultural y marcado cuerpo, pudo ver el cuerpo de una vieja enclenque, que usaba bastón y hasta le era difícil enderezarse por su enorme joroba. Sus hermosos ojos portaban arrugas marcadas por años y su perfecta nariz había sido reemplazada por una que era enorme y que llevaba varias verrugas encima. una vieja fea, eso era en lo que si ambición, el dinero y la falta de amor la habían convertido, una vieja fea.

Hasta que un día, un derrotado y herido príncipe cae en sus manos y es ella la encargada de volverlo a poner en pie, de curarlo, de protegerlo para que pueda volver a dar batalla. Poco a poco se va enamorando del príncipe y con cada suspiro que él arranca, con cada caricia que ella le dedica, van apareciendo y volviendo rasgos de la joven y hermosa princesa Nayeon, de aquella princesa bondadosa y amable que quería volver a ser, iba volviendo a ser ella gracias a la aparición del príncipe Momo en su vida.

- El príncipe Momo -murmuró Nayeon haciendo una mueca de risa. Eran infinitas la cantidad de cosas que príncipe provocaba en ella, desde ternura hasta risas, desde celos hasta grandes pasiones, desde ganas de mandarla a la mierda hasta ganas de hacerle el amor una y otra vez y mil veces más. Pero jamás la mayor pensó que todos los sentimientos que había sentido esa noche cuándo escuchó a Momo hablarle a sus padres, o mejor dicho gritarles, iban a entrar en ella. Amó a Momo por cada parte de su difícil vida, y con la misma intensidad que la amó, la admiró y agradeció, porque la castaña estaba de pie con vida ahora mismo.

Es que a la mayor le resultaba increíble, no era posible, no era justo, que a los cinco años los problemas de Nayeon pasaran por tener la mochila o muñeca más cara del jardín, mientras que Momo luchaba por un plato de comida, o que a los trece años su mayor preocupación era que sus pechos no le crecían al mismo ritmo que al de las otras chicas, mientras Momo soportaba abusos en los distintos hogares que la recibían- Carajo -dijo sin darse cuenta de que lo había dicho en voz alta.

- ¿Puedes quedarte quieta Im? -le reprochó la pelinegra- Entre el tamaño de tu culo y tus permanentes movimientos no me dejas dormir -se quejó alejándose de la mayor para acurrucarse más en la espalda de la bailarina.

- Te dije que no era necesario que durmieras aquí -se defendió Nayeon. Después de todo la idea de esperar a Momo en el sofá había sido de ella.

- Y yo te dije que voy a hacer lo que se me dé la regalada gana -contestó de mala manera.

- ¿Por qué no confiesas que estás preocupada por Moguri como Nayeon y yo? -Al parecer Sana tampoco podía dormir.

- Porque no lo estoy -mintió.

- Vamos Jisoo, si no haces más que morar a la puerta desde que nos acostamos -le recordó la bailarina.

- De acuerdo, de acuerdo, estoy preocupada ¿Contenta? -Atacó- Son las cinco de la mañana y nuestra rarita no llega, por supuesto que estoy preocupada -salió de la cama a buscar sus cigarrillos, normalmente Nayeon y Sana la reprendían por fumar adentro, pero esta era una situación especial.

Maybe I'm Not For You | ADAPTACIÓN | NamoWhere stories live. Discover now