Kristal

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—Tenemos que salir de aquí.

Mis palabras los toman a todos por sorpresa. Ellos no saben que es lo que he hablado con Ryan, pero al juzgar por mi cara adivinan que no puede ser bueno.

—¿Y cómo lo haremos cuando él está allí afuera?—Cai señala la sombra de Ryan que se cierne por una ventana. En cuanto me ha visto a entrar Aaron ha salido corriendo detrás de él y los puedo escuchar hablando fervientemente.

—Él no me detendrá—mis palabras pesaban con la certeza que contenían—ya ha hecho lo suficiente.

Sammara no desperdicia tiempo, desconecta a Thomas de todos los cables y sueros que tenía clavados en su cuerpo. La chica Cai no se queda atrás y comienza a ayudar a los otros Dobrovsky; me rompía el corazón ver como algunos apenas se podían parar. Todo este tiempo han estado aquí recibiendo esta tortura y yo ni siquiera me había molestado en buscarlos cuando desaparecieron. Decidí creer las mentiras que me dijeron, tan segura en su comodidad.

Estoy en camino a desatar a Jason, cuando Sacha me detiene.

—Kristal,—se da vuelta para que pueda ver las ataduras que todavía sostienen sus muñecas— yo puedo ayudarte.

Cuando me ve dudar añade:

—Créeme, estoy tan cansada de esto como tú. Quiero hacer lo correcto, aunque sea esta vez.

Si soy honesta no sé si creerle a ella tampoco; después de todo, ella ha sabido todo esto y tampoco me ha dicho nada. Pero sé que no podré con Jason sola, no en el estado en el que está por lo que me dirijo hacia Cai, quien sabía cargaba las llaves en el cinturón. Me sorprende lo rápido que accede, sin dudar ni hacer preguntas. Pero no había tiempo para maravillarse ante esta nueva comadrería; desato a Sacha y entre las dos comenzamos a cargar a Jason.

Era un trabajo horrible, no sólo porque su cuerpo estaba cubierto por unas enormes venas verdes que sudaban una sustancia verdosa y brillante causando que nuestras manos se resbalaran y nuestro agarre sobre su cuerpo se perdiera, sino porque Jason está tan débil que no sabemos cómo tomarlo por miedo a romperle algo. Apenas lo estamos tomando de los hombros y las piernas y sin embargo el gime y se queja como si le estuviéramos retorciendo los huesos.

Cuando salimos, Ryan ya no está. No sé si se ha alejado para ofrecerme distancia o si ha ido a la casa a llamar refuerzos para que nos detengan. De todas maneras, no tenemos mucho tiempo y nos apresuramos a salir cargando con todos cuando me doy cuenta que no sé qué hacer.

¿Adónde iremos? ¿Cómo saldremos de esta Playa estando todavía en territorio de Ryan? ¿Qué haremos con estas personas heridas, y que haremos con los cientos de otros Lobos que fueron secuestrados por William siendo sujetos a horribles experimentaciones?

Cai parece leer mi pensamiento, porque en ese momento toma mi brazo cargando a dos Lobos con ella y hace un gesto con la cabeza.

—Nuestra camioneta está en esa dirección, la escondimos en una zona rocosa.

Miro a los doce Dobrovsky más nosotros cinco. Somos diecisiete personas en total.

—¿Habrá lugar para todos?

Cai mira lo mismo que yo y frunce el ceño.

—Tendremos que hacer lugar.

Sabiendo que a nuestro ritmo jamás llegaremos. Cai se transforma y comienza a transportar a los Lobos enfermos en su lomo de dos y hasta tres a la vez, uno tras otro desaparecen dirección colina arriba. Pero Thomas y Jason no pueden ser transportados de esa manera, están muy débiles e inestables por lo que los cargamos fuera de la playa, bajando la ladera hasta una formación rocosa que es tortuosa de escalar. No sé cómo han hecho para esconder esto en territorio de Ryan pero no hay tiempo para pensar. Nos ha llevado por lo menos media hora en llegar hasta aquí y sólo porque no hayamos visto rastro de Ryan no significa que no pueda aparecer en cualquier momento.

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