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Todo salió así como lo planeamos.
Después de tantos años logre salir de ese maldito encierro, volver entre la gente, reconquistar la libertad.
Lo logré gracias a Amalia. Después de aquel día no la volví a ver, no sé qué pasó con elle pero me gusta pensar que pudo cumplir su sueño y empezar una nueva vida en otro País.
Recé por ella y por mí, para que Mauro nunca nos cachara y para que nuestros caminos no se crucen nunca más.

Salí a la calle, acostumbradome con dificultad a la fuerte luz del sol diurno.
Miré a mi alrededor tratando de identificar el lugar dónde me encontraba pero no lo conseguí.
Había estado varias veces antes en la capital pero aún así la ciudad era muy grande y yo no la conocía bien.

Paré un taxi que justo en ese momento iba llegando.

"Estamos en Coyoacán, Avenida Francisco Sosa"-me explicó el chofer.
"¿Adonde la llevo?"

"Al primer centro comercial aquí cerca."

En algunos minutos llegamos.

Amalia había sido muy generosa con el dinero que me ofreció; me bastó para muchas cosas.

Lo primero que hice fue cortarme el cabello hasta los hombros y pintármelo rubio, luego compré unas prendas nuevas y me vestí con ellas. Así era más difícil reconocerme, sobretodo de espaldas. Lo hice como una medida de seguridad.
Después compré un celular con internet.
Busque ese barrio en las mapas, El Hoyo. Estaba a unos 40km de distancia de allí.

Tomé otro taxi.
Me quedé en un hotel bastante barato en una de las partes centrales de la ciudad. Me acomodé allí y tomé el celular.

Aún recordaba tu vieja e-mail, Saúl, y tenía la esperanza de que siguiera siendo la misma.

"Amor, soy Altagracia. Ojalá hayas recibido mi carta y ya estés en México. Yo logré escapar de ese lugar. Me estoy quedando en el Hotel del Ángel, cerca del Paseo de la Reforma. Iré a buscar a nuestro hijo. Contéstame apenas lees esto."

Lo envié y me recosté sobre la cama, pero no logré conciliar el sueño durante toda la noche.
Cada hora controlaba el celular, esperando una señal de parte tuya, pero nu hubo nada.

~Ni modo. Haré esto yo sola. La determinación y la fuerza interior no me faltan. Mi niño pequeñito...tan cerca y a la vez tan lejos. Pero tranquilo que pronto te encontraré mi chiquito y vamos a estar juntos.~pensé el día siguiente, tratando de armarme de valor.

Tardé una hora y media hasta llegar a aquel barrio. La distancia no era tanta, pero el tráfico me desaceleró.

Llegué allí, pudiendo comprobar de inmediato lo que Amalia me había contado.

Saqué de mi bolsillo la pequeña foto, dándole un tierno beso.

~Falta poco mi chiquito. Tu mami pronto estará contigo y nadie volverá a separarnos.~
Suspiré, borrando con rapidez una lágrima que había caído.

El camino hacia tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora