Capítulo XIII |Elocuente

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Salgo de mi casa y bajo por las escaleras para poder llegar al primer piso. Es ahí a donde me encuentro con mi vecina la señora Malfloy. La mujer vestía un traje blanco muy parecido al que traía su perro. Escalofriante. 

Esa mujer me odiaba desde que vine a vivir al edificio. Básicamente odiaba a todos los jóvenes, pero en especial a mi desde que casi choque a su perro. Aunque fue un accidente y desde ese entonces no ando mas en bicicleta por la culpa, pero no le llegue a hacer nada. Solamente que las veces que me disculpé le importaron muy poco.  

—Mira Chester lo que trae la marea. —menciona la mujer con una voz siniestra— Los bagres ya andan a dos patas.

—Y las víboras ya hablan. —sonrío con sarcasmo hacia ella—Hola Señora Malfloy, veo que había 2x1 en su tienda favorita.

Ella frunce el ceño y luego se va, enojada. Seguramente mi mamá me hubiera regañado por ser tan descortés, pero no puedo evitarlo, no con esa vieja arrugada. 

Salgo de mi edificio y camino por las calles de mi ciudad. Se sentía un aire acogedor, porque el día estaba especialmente lindo, por lo que el centro de la ciudad estaba muy transitado. Paso por la plaza y veo como están haciendo clases de baile gratis, también había personas andando en bicicleta o ejercitando.

Mi librería favorita estaba abierta, y dudo si gastar mis ahorros en un nuevo libro y dejar mi idea de comprar una nueva computadora. Pero rechazó la idea, sabiendo que cuando cobre mi primer salario podré comprar muchos libros y será una linda satisfacción que podré alardear frente a mi mejor amigo.

Entro a la cooperativa de luz y pago lo que mi mamá debía de este mes. Bastante que logramos negociar que no nos corten hasta que podamos pagar lo que debemos, era cuestión de suerte que conozco al dueño desde muy chica, era compañera de su hija después de todo, hasta que ella se cambió a la escuela privada.

Al salir de ahí camino hacia la tienda tecnology para poder comprar una computadora nueva, ya que la mía estaba muy dañada. Seguía andando, pero de vez en cuando costaba prender, la batería duraba poco, entre otras cosas. Por lo que estuve ahorrando bastante, decidiendo que me compraría otra en vez de mandarla a arreglar.

El celular suena en mi bolsillo, al sacarlo puedo ver que era una llamada de Sean.

—Vaya, tan temprano y ya piensas en mi. —bromeo al contestar.

—Hola Alizee. — dice mi nombre con tanta delicadeza que me cuesta no sonreír— ¿Qué estás haciendo que no respondes los mensajes que te mande al vejestorio horrible que tienes como celular?

—Primero, no denigres mi celular, y, en segundo lugar; estoy en el centro haciendo compras y pagando cuentas por mi mamá.

—Podrías cambiar tu celular por algo más moderno, como un Samsung o un IPhone— trata de convencerme, pero me niego a esa idea— ¿Tardarás mucho en el centro? Es que quiero que nos veamos.

—No sé cuánto tardaré la verdad.

Hago caso omiso a que dijo que quiere verme fuera de mi horario laboral.

—¿Dónde estás? —pregunta de repente— Capaz pueda ir a verte y ayudarte con tus cosas.

—No creo que quieras venir a pagar cuentas conmigo.

—Claro que sí, solamente dime donde te veo y le pediré a mi chofer que me lleve.

¿En serio está considerando venir?

Sonrío y le digo la dirección.

Finalizo la llama y entro a la tienda de electrodomésticos; camino por el pasillo viendo los múltiples servicios que venden. La sección de computadora estaba casi al final del pasillo, al lado de las impresoras. Un vendedor se acerca y me ayuda a elegir una buena y económica para que mis escasos ahorros puedan costearlo.

Prescindible AmorWhere stories live. Discover now