❥『ZERO』

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      ❥『Un desgastado lápiz 3H paseaba sin pudor sobre una amarillenta hoja de cuaderno. Las líneas trazadas tambaleaban debido al brusco movimiento que el tren proporcionaba a cada metro recorrido.
   Los delicados y finos dígitos de Huang RenJun movían el lápiz para crear un retrato del panorama que tenía desde su asiento.

    Mientras sus oídos se deleitaban con la melodía que le otorgaban sus auriculares, su cerebro se concentraba en nada más y nada menos que dibujar. Estaba abstraído del horripilante rugido que hacía el motor. Y realmente lo agradecía. Sería imposible poner toda su atención sobre su objetivo con aquel ruido de fondo.

   Su primera figura proyectada era una angustiada mujer que hablaba por teléfono móvil. Desde un metro de distancia podía distinguir sus ojos llorosos y un aura angustiada que la hacía removerse y alzar el tono de voz —o eso suponía—.
   Tan solo a dos butacas de separación descansaba apaciguado un hombre de mediana edad. Resultaba increíble que pudiera concebir el sueño con el grupo de adolescentes alborotados que reían justo a su lado.

   RenJun se quedó estancado en un punto de su obra. Al delinear uno de los adolescentes, no pudo evitar recordar la razón por la cual marchaba en tren.

   Aquel chico de cabellos carbonizados, dos eclipsados pero relucientes iris negros y una deslumbrante sonrisa de oreja a oreja. Su manera de expresarse, su tranquilidad, su don para escuchar a les demás. Lee Jeno debía ser un ángel enviado.

   Tras un año y medio de videollamadas y mensajes por fin iban a conocerse en persona.

   Fue una tarde aburrida y normal el día que coincidieron por primera vez. Una discusión como cualquiera en Twitter, y después de unas cuantas menciones y respuestas ya estaban hablando por Kakao Talk.
   El llevarse bien fue cuestión de minutos, y que paulatinamente se convirtieran en mejores amigos fue la guinda del pastel. Montones de días donde se vieron mediante Skype. Y la de noches que ambos habrán pasado en vela tan solo por tener la compañía ajena.

   Definitivamente estaban destinados.

   Y cuando RenJun decidió que iría a visitarlo, Jeno no dudó en oponerse. No quería que se molestara en viajar. Prefería hacerlo él para que RenJun estuviera más cómodo.
   Sin embargo, RenJun insistió en querer visitar el pequeño y rústico pueblo de Jeno. Era una aldea situada alrededor de campos y huertos. Jeno siempre decía lo bonito que se veía en ocasiones, y lo agradable que era respirar aire puro y pasear sin rumbo entre árboles y senderos. RenJun siempre había querido experimentar esa nueva sensación.

   Él siempre había vivido en una gran ciudad. Automóviles, gente, contaminación y totalmente imposible tener un lugar fuera de su hogar donde pensar y encontrarse a sí mismo en soledad.

   La única e inmensa ventaja que tenía la ciudad era que había centros comerciales, tiendas, restaurantes, etc. Todos esos magníficos sitios donde quedar con amigues y disfrutar que muchos pueblos no tenían la oportunidad de ofrecer.
   Y, aún así, se sentía ambicioso por conocer un pueblo, alejado de multitudes y estruendosos sonidos.

   Incluso desde el sucio cristal del tren los paisajes se veían mucho más hermosos conforme se acercaba a la villa.
   Eran cuatro paradas desde su ciudad, y por el momento ya había abandonado la mitad de ellas.

   Se encontraba ansioso, su cuerpo temblaba como si de gelatina se tratara. Hasta su corazón latía con una rapidez sobrehumana. Temía la reacción de Jeno, entraba en pánico solo de pensar que todo se estropearía por un simple viaje.
   Nunca había sentido algo así por nadie, y Jeno era la fuente de su alegría y de su confianza como persona. Su ápice de seguridad y los pilares que levantaban su estabilidad psicológica.
RenJun no podría volver a imaginar una vida alejado de Jeno. Hasta dudaba si había desarrollado algún tipo de dependencia emocional grave hacia él.

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