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— ¡Sí que hago milagros! —chilla la diva mientras mira mi reflejo una vez más. Le doy un segundo codazo y me echo a reír—. Mira por ti misma.

—Vaya... —Me cuesta unos segundos reconocerme frente al espejo. Luiggie en serio ha hecho un milagro al delinear perfectamente mis ojos y hacerlos lucir un poco más grandes. Que decir de mis largas pestañas y del polvo cubriendo mis pecas, al igual que el ligero rumor remarcando mis pómulos. Mis labios están llenos del mismo brillo labial que ha utilizado Tina y, la verdad es que me encanta—. De verdad hiciste un milagro.

—Solo me falta algo.

Luiggie ha sacado un pequeño envase negro y se esparce una pequeña espuma sobre sus manos, después me suelta la trenza y me llena el cabello de esa espuma. Por un segundo quiero quedarme dormida ante el delicioso masaje que me está dando, pero todo desaparece cuando empieza a desenredarlo. — ¡Listo! Me encanta que te hayas pintado el cabello de este color porque te resalta bastante tu color de piel.

— ¡Dios, en serio que haces milagros! —me río al ver que mi cabello está perfectamente ondeado y quieto. Espero que con esa espuma me dure, porque si no, terminara pareciendo un nido de pájaros.

Luiggie guarda todos sus utensilios en su estuche, mientras me rocío un poco de perfume. Los boyfriends jeans que le robado a Tina me quedan muy bien con el top azul corto de chifón con escote y hombros caídos. —Hoy sí que estas reluciente, granjerita.

Le sonrío como agradecimiento del buen trabajo que ha hecho. Después me toma de la mano y salimos como si fuéramos una pareja. Las miradas morbosas aparecen pero siguen sin importarme.

Luiggie es quien me conduce hasta el 8BAR9, que siendo honestos, está bastante retirado de nuestras residencias. En realidad, se encuentra en Kingswood Hall, así que eso dice lo retirado que esta.

El sonido dentro del lugar está a retumbar, puede oírse desde unas cuadras antes, al igual que chicos cantando y gritando.

— ¡Luiggie! —grita Magda.

—Dios, ¿esa chica nunca usa sostén? —cuestiona al ver a nuestra compañera con una blusa transparenta y que hace verle absolutamente todo.

Niega con la cabeza y me lleva hasta la mesa en la que están nuestros compañeros. La mayoría de ellos está bebiendo cerveza y charlando sin preocupación. Y me sorprende ver que Lulu está también, solo que él parece cohibido del ambiente, con las manos sobre la mesa y su cara posada sobre ellas. En cuanto sus ojos me encuentran comienza a sonreír demasiado...

— ¡Por fin alguien conocido! —chilla el chico que lleva una camisa blanca y bien abotonada hasta el cuello, el cabello relamido hacia atrás y sus inolvidables lentes de fondo de botella.

Me acerco a tomar asiento y él se apresura a abrazarme de lado; poniéndome demasiado incomoda. Y por si eso no fuera suficiente, mis compañeros han comenzado a hacernos bulla mientras forman corazones con sus manos.

— ¿Quién iba a decir que los más seriecitos del salón ya eran pareja? —grita Albert—. ¡Se nos viene el ship!

Puedo jurar que ni con todo el maldito polvo me está sirviendo ahora para cubrir lo roja que tengo la cara. Lulu está igual de avergonzado y me suelta de inmediato.

—Lo siento, es que estaba incomodo porque todos bebían y gritaban cosas.

— ¿Quién te convenció de venir?

—Mi hermana. Ella quiere que me adapte y que haga amigos —se inclina un poco hacia mí, permitiendo que su aroma a lavanda mezclada con el humo del cigarro me golpee el rostro—. Aunque la verdad esta no es la clase de amigos que quiero. No me gustan los bares, ni beber, ni esta clase de música tan ruidosa.

El Ladrón de mis Noches [1]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang