Impresión

1K 89 19
                                    


Un montón de cuerpo me rodean. Yo he dejado de respirar y las pares de manos intentan ayudarme.

Cierro los ojos porque el dolor me ha superado y solo escucho gritos.

— ¿Sabes por qué eres mi hija favorita? —Lo miro con indignación, pero él sonríe; él siempre sonríe.

—Supongo que porque soy tu única hija.

—Por eso también —Se ríe—. Eres mi hija favorita porque eres una mujercita muy valiente, cariñosa y solidaria. He visto cómo te preocupas por ayudar a los demás y eso me hace sentir muy orgulloso. Siempre estoy orgulloso de ti.

Me regala un pequeño y rápido beso en la frente, y yo sonrío.

—Solo hago lo que he visto en ustedes. Ustedes son mi mejor ejemplo y ten por seguro que nunca te decepcionare, papá.

Terminamos de decorar el árbol navideño y mi madre parece satisfecha con nuestro trabajo.

—Además de ser mi hija favorita también eres mi regalo de vida favorito... ¿te lo he dicho antes?

Niego con la cabeza mientras mis ojos empiezan a llenarse de lágrimas. Y eso es todo lo que son mis ojos ahora: lágrimas.

Ahora estoy sentada en el sofá principal, mientras un grupo de gente está a mí alrededor. Algunos me miran con pena, otros me compadecen e intentan darme un abrazo. Agradezco a Luiggie por alejarlos y dejarme a solas con mamá.

—No te molestes con Lady, yo le pedí que no te dijera nada hasta que llegaras —Se aclara la garganta y toma asiento a mi lado—. Lo siento mucho, de verdad, es solo que no tenía idea de cómo actuar. Todo paso tan rápido, que no sé cómo es que estoy hablándote ahora.

— ¿Qué pasó?

Gente intenta acercarse pero mi madre se apresura a detenerlos.

—Tú padre nos mintió. Él no tenía migraña, él... —Intenta aclararse la garganta, pero le es difícil—, tú padre tenía un tumor.

Intento controlar los sollozos pero es imposible. Me vuelvo a echar a llorar como niña pequeña y cubro mi rostro con ambas manos. Siento la mano de mi madre acariciarme la espalda, dejándome asimilar la noticia. Pero la verdad es que nunca podré hacerlo. No puedo creer que él estuviera tan mal y no haya sido capaz de decirnos.

Pero entonces, a mi mente llega su extraño comportamiento aquella última vez que lo vi, y que desafortunadamente, no sabía que sería la última de nuestras vidas. Si tan solo me lo hubiera dicho, yo jamás me habría separado de él y habría estado hasta el último momento.

— ¿No había nada que hacer? Habríamos juntado el dinero para ir con especialistas. Habríamos luchado juntos.

—Me entere hace unos días, Lía. Tu padre se desvaneció frente a mí, la ambulancia vino... El doctor pensó que yo estaba enterada del diagnóstico y lo soltó así... —Ella ha roto en llanto también—. Ya era muy tarde. No había nada que hacer.

Me niego a creer que esto está pasando. Pienso que en cualquier momento él bajara por las escaleras y me dará un abrazo. No, yo me niego a creer que ya jamás volveré a verlo, o que ya no lo escuchare llamarme "Mi pequeña"

No, Dios no puede ser tan cruel y dejarnos solas a mi madre y a mí. Además, mi padre es fuerte, siempre lo ha sido. Él debe estar en algún rincón de la casa.

Obligo a mis piernas a moverse y subir las escaleras. Mi madre me pide que vuelva, pero estoy segura que lo encontrare en su habitación. Me desanimo un poco cuando encuentro vacío y repleta de su aroma. Sigo obligando a mis piernas a moverse para llegar a mi habitación, pero también esta vacía. Bajo apresurada, con la esperanza latente de encontrarlo en la cocina... Pero solo hay gente que en este momento estoy desconociendo y que además me mira como si estuviera loca.

El Ladrón de mis Noches [1]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant