CONFUSIÓN

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¿A qué se debía ese repentino cambio de humor? 

Eleonora sentía a su corazón romperse un poco al notar la actitud de Lysandro, hace no más de cinco minutos estaba pensando en echarse a sus brazos y ahora sentía lágrimas venir a toda prisa. 

— Es cierto. — confirmó. — Y-Yo... Es mejor que... 

La mujer anciana la miraba confundida mientras que Lysandro evitaba todo contacto visual con ella. 

— Adiós. 

Sentía su garganta arder al pronunciar esa palabra, probablemente un hierro hirviendo atravesando su garganta hubiera sido mejor opción, mientras se alejaba dejó que sus emociones la invadieran, sus ojos de inmediato empezaron a humedecerse como pudo apresuro su paso si voltear hacia atrás no quería ver la escena que había dejado atrás. 
¿Qué había sido todo eso? se preguntó. Fue por la actitud de la mujer que Lysandro se sintió ofendido o fue su sola presencia en aquella casa, Eleonora no iba con malas intenciones, es más, solo quería... verle. 

— De vuelta a la casa, por favor. — Pidió Eleonora, subió al carruaje de prisa intentando ocultar sus ojos vidriosos, pero podía sentir la mirada de Louis confundido. 

— Si señorita. 

El camino de regreso la lleno solo de más confusión, tristeza, decepción y si así se le pudiera llamar odio; Ella no había hecho nada malo, es más pensó en devolverle su camisa, pensó en recorrer sin rumbo fijo solo para verle de nuevo y por qué no que le alegrará su vida un poquitico de nuevo. 

Debí haber parecido una estúpida pensó, pero cómo hubiera podido adivinar lo que vendría a continuación, ni si quiera podría haberlo predicho. 

 Al llegar a su casa esta continuaba sin movimiento y sin ruido, eran las 16:15 pm y todo permanecía igual; Poco importo a Eleonora que solo buscaba llegar a su habitación, lavar su cara, cambiarse por un pijama cómodo y acostarse en su cama -si era posible- hasta el otro día. 

Entro por la puerta principal con paso rápido y subió el tramo de escaleras hasta su habitación, no se fijo si su padre y sus hermanas estaban despiertos, solo quería estar sola. 

Al llegar sus ojos tenían libertad y las lágrimas no se hicieron esperar, no entendía por qué pero le dolía tanto su corazón, este joven no llegaba ni a ser un "conocido" y ya su corazón sufría por sus acciones y su mente no dejaba de recordar esos amargos instantes , Eleonora se sentía vulnerable y a su vez estúpida, estaba ahí en su cama llorando por un aparecido o tal vez no era solo eso, tal vez el despertar de ese sentimiento de soledad aquella mañana cuando termino su desayuno y observo su casa tan sola y en silencio también contribuía o el anhelo de tener consigo a su madre quien ya no se encontraba para hablar con ella. 

Un golpe fuerte en su ventana la despertó, sus ojos estaban hinchados y sus mejillas aún estaban húmedas por las lágrimas, tenía puesto aún su vestido enlodado al final y su cabello estaba revuelto. 

20:00 pm, ¿Pero qué fue eso?

Eleonora se levantó un poco adormilada, bostezo y buscó sus pantuflas para salir a ver por la ventana, pero no había nada solo se escuchaban los aullidos de los perros. Volvió a su cama, se tumbó y se arropo de nuevo, un segundo golpe la hizo refunfuñar y se dio vuelta, un tercero muy seguido al anterior solo logro que se pusiera una almohada sobre su cabeza, el cuarto no lo oyó y el quinto que fue el más fuerte la hizo levantarse enojada. Era ya de noche y sin embargo alguien consideraba esta buena hora para gastar bromas. 

Eleonora abrió con furia la ventana dispuesta a gritar a la guardia para que arrestara al rufián que molestaba en su ventana, cuando su mirada coincidió con esos ojos negros y ese cabello largo, su grito se ahogo en su garganta y de repente enmudeció. 
Quería gritarle que se fuera, amenazarle con la guardia y un posible arresto, correr a la puerta principal y abrazarlo, reclamarle por su comportamiento hace unas horas, hundirse en sus brazos, darle una cachetada o solo contemplarle hasta el cansancio. Pero solo se oyó a si misma decir:

  — ¿Delmar ha vuelto a escapar? — Ni siquiera ella sabía de donde había salido eso. — Pierdes tu tiempo, aquí no está. 

Podía sentir la mirada de Lysandro confusa y arrepentida, un gran pesar la invadió y sentía sus lagrimas brotar de nuevo, él no le contestaba y ella solo podía contestarle con miradas desafiantes. 

— ¿Qué pasa?, ¿Te puedo ayudar en otra cosa? — Le asustaba también el tono que empleaba con cada oración, claramente era su enojo y su decepción los que tomaban vocería.  

— Quiero disculparme... — Esas palabras cavaron en lo más profundo de su corazón. — esta mañana fui grosero contigo y no lo merecías, no estabas haciendo nada malo, fue solo que... 

— ¿Eleonora, estás ahí? — Una voz llamaba del otro lado de la puerta.

— No tengo que perdonarte nada. — Presa del pánico su voz fue más fría de lo normal. —Puedes irte. 

A continuación cerró su ventana y corrió a abrir la puerta, era su padre quien aguardaba con dos tazas de té en una bandeja. 

— Padre — Eleonora sonrío como pudo. — Adelante. 

— Gracias cielo. 

Tomaron asiento en la cama, su padre le contaba lo que había sucedido en casa Fiore, la comida y las conversaciones con la familia, bebían el té y su padre hacía pequeñas bromas que hacían reír a Eleonora. 

— Stefano, es un joven simpático, ha preguntado por ti.  

— ¿Por mi? —  Eleonora le miró con el ceño fruncido.

— Si. — El señor Ferri dio un largo sorbo a su té. — Interesante, parecía que esperaba verte.

— ¿Interesante? — Eleonora río. — Mas bien espeluznante. 

— Es verdad. — Su padre río también. — Hubieras visto la cara de Nora y Alicia, casi se ahogan con el café. 

— Es más de su interés supongo. 

— Es cierto. — confirmó su padre. — tenías que haberlas visto, no sabía cual de las dos se mostraba más encantada con las cosas que este muchacho balbuceaba. 

Eleonora rió, sus hermanas eran en general así cuando algún muchacho llamaba su atención.

— No me atrevería a apostar por una en todo caso.  

— Pienso igual.—El señor Ferri dejó su taza en la bandeja y recogió la de Eleonora.— Su comentario nos tomó por sorpresa. 

— A todos. — Eleonora le dedico una gran sonrisa.  

— Es verdad. — Aclaro su garganta. — Hablando sobre ellos, mañana el señor Fiore vendrá a discutir unos negocios y quería pedirte que fueras muy amable, sin importar la actitud de su hijo, sé amable por favor. 

— Bueno, mi amabilidad tiene límites también. — contestó Eleonora rápidamente. — Sabes que si algo no me gusta lo haré saber. 

— Él es un caballero. 

— Si es así, no creo que haya inconveniente alguno. 








EL LUGAR DETRÁS DE LOS JARDINES DE BÓBOLI.Where stories live. Discover now