MAYO: IT'S BEEN A LONG COLD LONELY WINTER

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Aitana emprende proyectos que no acaba. La bufanda que aprende a tejer con tutoriales de YouTube se queda olvidada en el un rincón de la sala y en cualquier rincón de la casa Luis se encuentra bocetos a medio hacer, una flor, Ana jugando, Luis durmiendo. En otro rincón de la sala, duerme una colchoneta que se compró para hacer yoga todos los días. Abandonó al tercero.

Teresa les advierte en lo que se convierte en una sesión habitual todos cada dos o tres días, que la primavera es mala época para las personas con ansiedad.

Aitana necesita un foco, les explica, pero los cambios de su vida en los últimos meses lo hacen todo más complicado.

Luis cree, pero no se atreve a sugerir, que grabar el nuevo disco, sería un buen foco. Pero no está seguro de cuánto hay de egoísta en esa idea, así que no la propone.

Aitana cree, pero calla, que un cambio de aires, empezar de nuevo en otra ciudad, todos juntos, le vendría bien, pero no sabe con seguridad si puede aportar ideas a una vida que ya estaba organizada antes de llegar ella, así que no lo dice.

Las palabras que no se dicen siempre buscan un lugar en el que instalarse.

Y suelen salir a flote en el momento menos oportuno.

Hay pocos momentos y lugares menos oportunos para sus conversaciones pendientes que en medio de una reunión con Miss Liz.

Pero allí es donde ocurre.

Cada año, hacia el final del curso escolar, la profesora suele convocar a los padres a una reunión para discutir como ha ido todo en esos meses.

Cuando convoca a los padres de Ana Cepeda, Miss Liz, no espera que aparezca más que Luis.

Una entrevista en la que estuvieran solamente los dos, ya estaría llena de silencios incómodos respecto a lo que estuvo a punto de ser y no fue.

Pero en la reunión aparecen Luis y la mujer a la que Ana se refiere ahora con total naturalidad como su mamá.

Como se supone que su historia es un secreto, por supuesto no queda vecino en el pueblo que no le haya transmitido una pieza de información al respecto.

Decir que a Liz Aitana le resulta profundamente antipática, es quedarse corto.

Probablemente Aitana tampoco escriba pensamientos alegres y positivos sobre la maestra en su diario.

Cuando se saludan todos tan educadamente que harían llorar de orgullo a la mismísima Mary Poppins, Luis no puede evitar fijarse en lo diferentes que son ambas mujeres físicamente. Liz es rubia, donde Aitana es morena, Liz alta, Aitana menuda. Miss Liz tiene los ojos de color chocolate y no cambian de color según les dé la luz. Probablemente por esa razón se fijó alguna ven en la maestra, opinaría Freud. Pero Freud está muerto y, además, era un perfecto gilipollas, así que Luis decide no pensar demasiado en ello.

Allí están los tres, Aitana y Luis sentados en las sillas que normalmente ocupan los niños y Liz apoyada casualmente en su escritorio. Dejando claro, de forma no tan sutil, quien está por encima en esa conversación.

Luis no encuentra postura y acaba por levantarse y sentarse sobre el escritorio. Aitana está dispuesta a que la otra mujer no se de cuenta de lo incómoda que le resulta la situación y se mantiene estoica en la silla de cincuenta centímetros incluso cuando nota que se le empiezan a dormir las piernas.

Lo habitual, piensa Miss Liz, es discutir las fortalezas y carencias de cada alumno, no medir a la progenitora para averiguar que tiene de especial para trastocar la vida del hombre que tiene al lado.

Un año másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora