capitulo1

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Cancion  de reik -voy a olvidarte

Julio
-Pequeña conejita tonta… saltando por el bosque…
Carly deseaba que hubiera algún campo de ratones cerca… o cualquier tipo de
roedor, por tal caso. Ellos al menos le daban algo para jugar y perseguir mientras esperaba a que pasara la noche.
Ella ondeo a través de los árboles, saltando de arbusto en arbusto. Se detuvo cerca de su árbol favorito, echó hacia atrás su pequeña cabeza peluda, empujando hacia arriba el pequeño bulto rosado que era su nariz y sintió el aire.

No había otros cambiantes alrededor, gracias a dios.

En la noche de la luna semestral Gaia, no podía ser menos cuidadosa. Bolas de pelo por todo el lugar querían follar como eh, conejos, buscando tener descendencia y ella no quería caer en esa trampa.

No señor, Bob.

Carly dio unos largos brincos más hacia su claro favorito, echó un vistazo y cayó
sobre un tronco, sus ojos estrechándose a través de la oscuridad para ver si había depredadores cerca. Sus oídos no cogieron ningún sonido, pero un cambiador conejo nunca podía olvidar que se veía antojable para casi cada habitante en el bosque, cambiante o no.

Sin sentir a nadie cerca, dejo su pelaje volar y corrió dentro del claro, bailando a través del alto césped y esquivando rocas. Como humana, el área no era tan grande, pero para su coneja, bien podría haber sido un océano.

Un océano que tenía los más frescos, sabrosos y mejores dientes de león que
existieran. Era cocaína para conejos.

Carly corrió, suave rocío colgándose de su pelaje mientras corrió hacia el claro y por el claro hacia su destino. Era una de las pocas en su madriguera que conocía este lugar y había trabajado duro para que se mantuviera así. Con tanto otros cambiadores conejo en la madriguera, el claro hubiera sido deteriorado en muy poco tiempo.

En unos momentos, muchos dientes de león estaban a la vista y pudo sentir la
saliva acumulándose en su boca. No pudo esperar mucho para mascar los tallos y los pétalos. Dos últimos saltos y saltó como un gato, abrió su boca y mordió la hierba más cercana, dientes afilados clavándose con facilidad.
-Nom, nom, nom.

El primero desapareció y luego otro y otro… llevaba cuatro y se tiró sobre su
espalda, su estómago lleno y su sangre cantando con el calor y la dulzura que venía con comer hierbas. Cocaína para conejos. Realmente.

La luna llena colgaba sobre ella, sombras pálidas de luz alrededor del pequeño prado. Sus oídos permanecieron alerta, su conejo constantemente alerta por todos
aquellos que la vieran como una presa fácil. El bosque permanecía quieto, la dulce canción de los grillos y el sonido de las hojas produciendo una canción arrulladora.

Ella suspiró. Su coneja estaba caliente. Muy caliente.
Carly se las había arreglado para calmar un hambre, pero la otra está felizmente
levantándose en su cabeza con un horrible „vamos a follar‟.

Ella odiaba esa maldita luna.
Toda esa cosa de hacer bebes estaba sobrevalorada. Ni siquiera podía comenzar a contar el número de cachorros que nacían como resultado de la luna Gaia. Seguro,
estaba de acuerdo en incrementar los números de la madriguera.

-Woo-hoo, ¡poder de conejo!
Era solo que ella no quería ayudar con esos números sino hasta que tuviera un
hombre atado a ella por siempre y para siempre, amen. Suspiró. Más o menos.

Su coneja no era de dar muchos suspiros. En realidad no sabía cómo. Como sea. Pensamientos de cachorros siempre lograban traer a su mente ambas, (mujer y coneja)
de regreso a un hombre… león… lo que sea.
Neal, su propio texano, alto, un largo trago de agua. Joder. El hombre media casi 1.90 metros. De ojos azules, cabello rubio dorado, piel bronceada, una amplia y caliente sonrisa. Y ese hoyuelo… un estremecimiento de deseo corrió hacia abajo por su peluda espina dorsal. Ese maldito hoyuelo hacia que se derritiera por dentro y se pusiera un poco caliente y entonces las ventanas de su nariz harían esa cosa que significaba que él
podía oler su necesidad y entonces… él se pondría todo

Mi Pequeña Bola De Pelos ( TERMINADA)©Where stories live. Discover now