Extraño

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A mi alrededor solo reinaba el caos. Oí las voces más rudas de los adultos, que acababan de llegar al lugar del accidente, pero solo prestaba atención a las miles de preguntas sin respuestas que me rondaban por la mente, ¿Quién era en realidad Jeon?, ¿Cómo pudo moverse tan rápido?

Se necesitaron seis Técnicos Médicos de Emergencia y dos profesores, el señor Paterson de inglés y el entrenador de voleibol Bart, para desplazar la furgoneta de forma que pudieran pasar la camilla. Cuando me alejaban del coche dañado por Jungkook, pude ver a su hermano que me miraban a lo lejos con una gama de expresiones que iban desde la reprobación hasta la ira.

Me condujeron hasta la sala de urgencias, pese haber dicho más de cien veces que estaba bien. Una enfermera me tomó la tensión y pasó un termómetro debajo de mi boca, ¿enserio?, pensé disgustado. Y seguido de esto, me puso un collarín, que saqué una vez que ella se fue.

Pasó un rato y se produjo una nueva conmoción entre el personal del hospital. Trajeron otra camilla hacia la cama contigua a la mía. Era Carl, de mi clase de inglés, debajo de vendas cubiertas de sangre que envolvían su cabeza. Tenía el aspecto mil veces peor que el mío, pero me miro preocupado.
— ¡Jimin, lo siento mucho!
— Estoy bien, pero tu aspecto no es muy bueno. ¿Cómo estás?

Las enfermeras comenzaron a desenrollar los vendajes manchados mientras hablaba, y quedó al descubierto una miríada de cortes por toda la frente.
Carl no prestó atención a mis palabras.
— ¡Pensé que te iba a matar! Iba con velocidad y me fallaron los frenos y yo...
Hizo una mueca cuando una de las enfermeras empezó a limpiarle la cara.
— No te preocupes; ni me alcanzaste.
— Es cierto, ¿cómo hiciste eso? Estabas allí y de pronto desapareciste.
— Pues.. no se la verdad. —
Siempre se me había dado mal mentir. No sonaba nada convincente.
— ¡Vaya, todo ocurrió muy deprisa, no pude ver nada!

Mi conversación con Carl acabo cuando me llevaron en silla de ruedas para sacar una placa de mi cabeza. Estaba todo bien pero no podía marcharme sin antes ver al doctor, por lo que volví y me quedé atrapado en la sala de emergencias junto al que me acosaba con sus continuas disculpas. Al final, cerré mis ojos y lo ignoré, aunque continuó murmurando palabras de remordimiento.

Fue como una liberación en cuanto entró el doctor a la sala. Era joven, rubio y mas guapo que cualquier famoso que conocía, aunque estaba pálido y ojeroso. Él debía de ser el padre de Jeon, según lo que oí en el instituto.

— Bueno señorito Park — dijo el doctor Kim con una voz marcadamente seductora  —¿Cómo se encuentra?
— Estoy bien — repetí, ojala fuera por última vez.
— Tuvo suerte.
Gracias a su hijo, pensé.

— De acuerdo, su madre se encuentra en la sala de espera. Se puede ir a casa con ella, pero debe regresar de inmediato si siente mareos o algún trastorno de visión.

Por fin llegamos a nuestra solitaria casa, mi madre estuvo insoportablemente protectora. Siempre que mi padre se iba, me tenía en "constante vigilancia" y por el asunto del trabajo y más cosas, me había descuidado un poco y por eso pasó el accidente.

— Te dije que estoy bien. Mira — salí del coche y comencé a dar saltos por el césped que cubría el patio delantero.
— Vale, lo entiendo — ella también bajó del coche — Pero para.
— Entendido — obedecí.
— Te quedarás solo por un rato, ¿De acuerdo?
— ¿Por qué? — pregunté notablemente molesto.
— Debo ir a la agencia de envío — me besó la frente y se dirigió de nuevo al coche — Tu padre necesita que le envíe unos documentos.
— No le contarás lo de su Toyota ¿Verdad?
— ¡Ya veré! — arrancó y se fue.

— ¡Estás aquí! — oí una voz detrás del árbol más cercano a mí.
— ¿Quién es? — pregunté algo asustado.
— ¿Cómo estás?, ¿ninguna herida? — avanzó hacia mí y revisó cada parte de mi rostro.
— ¡Jeon!
— No huelo tu sangre, así que creo que estás bien.
— ¿Q-qué..? ¿Cómo sabías donde vivo?
— No lo sabía — claramente mentía.

Esa definitivamente no era la respuesta que esperaba así que lo pasé de largo para ir a casa, pero Jeon me detuvo con un:
— Oye, no.. no te vayas... yo — se veía tan tierno y preocupado, no podía negarle algo a esos ojos. Me paré y lo miré.

— ¿Has estado siguiéndome? — continúe con el interrogatorio.
— Me.. me siento muy sobre protector contigo — dijo arrastrando las palabras como si estas no quisieran salir de su boca, mientras que sus ojos carbón me atrapaban en una intensa mirada haciendo que apartara los ojos intimidado.
— Así que me has seguido — confirmé
— Intenté mantener la distancia, pero mi preocupación me impulsó hacerlo
— ¿Cómo?
— Me resulta realmente difícil saber lo que piensas — hizo una pausa corta — O como te sientes.
— Confundido — contesté — Me siento confuso.
— ¿Por? — preguntó inocente.
— ¿Cómo has llegado hasta mi tan rápido?
—...

DEPREDADOR [Koomin]Where stories live. Discover now