Capítulo 4

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—¿Está bien? —me sorprende al ver a Adam, preocupado por alguien que ni tan solo conoce, que jamás ha visto, pero asiento igualmente sin gracia—. Lali, lo siento... —se disculpa, y levanto la cabeza para mirarlo, sin embargo, no digo nada, así que él continúa—. Nunca fue mi intención herirte.

—¿Te acercaste a mí por mi padre? —le pregunto, mi voz dura al hablar.

—¿Qué? ¡No! —exclama, algo agitado.

Aparto la mirada y miro hacia Will tendido en la cama. Hace cuatro horas le dieron el antídoto para curarlo, pero sigue sin despertarse, y aunque el doctor Kozlov me asegura que lo va a hacer, no puedo evitar desconfiar. —¿Entonces por qué? —pregunto dolida. Después de lo que pasó con Peter, Adam era la única persona en quién podía confiar, la única que pensaba que realmente se preocupaba por mí. Desde siempre, mi vida es una mentira.

—No creo que sea... —se detiene unos segundos, intentando buscar la palabra correcta—. El momento más adecuado —termina—. Pero no me acerqué por ti por nadie, sino por mí, porque me gustas, y pienso que eres una persona increíble —mira alrededor nervioso, como si al expresar sus sentimientos sintiera algo diferente. Me callo, y lo dejo continuar—. Les hice creer a ellos que estaba de su parte, pero estaba de la tuya Lali —levanta la mirada hacia mí—. De la de Peter —añade con un susurro, como si apenas quisiera que lo oyera.

Y me vienen todos los recuerdos de las veces que siempre estaban ellos ayudándome. Del día en que me fui corriendo en Kent, que él sabía de mí. El día en que me secuestraron en el barco, que, gracias a él, Peter supo dónde encontrarme. El día que me secuestró Megan, que nuevamente, ambos sabían dónde estaba. Las palabras de David, declarando a Adam un traidor. Y recién me doy cuenta de algo. Peter y David estaban en dos equipos diferentes, ya que Adam estaba en los dos, de parte de Peter, según él.

—Peter quería hacerme daño —replico tranquilamente—. Si estabas de su parte como dices, entonces tú también...

—¡No sabía el trato que tenía Peter con David en ese entonces! —exclama, interrumpiéndome. Mira a Will, intentando calmarse un poco, y después gira la cabeza para mirarme nuevamente—. Créeme, si no lo hubieras disparado tú lo habría hecho yo por lo que te hizo —bromea intentando aliviar un poco la situación, pero no sirve de nada. Si no, que la empeora aún más. Frunzo el ceño, y el sentimiento de dolor se apodera de mi cuerpo al recordar la noche en que cambió todo. En que yo cambié—. Pero deberías escucharlo —sigue—. Sabes que no todo es lo que parece —y sin decir nada más se va. Tengo la sensación de que no es del todo sincero conmigo, es más, sé a ciencia cierta que me oculta algo. Pero sé que no me lo va a contar, aunque esté deseando que lo haga.

Miro a Will, que sigue igual de inconsciente como antes. No parece que le hayan dado nada, pero el doctor Kozlov dijo que es cuestión de esperar. De ser paciente.

Me maldigo por no tener un teléfono para poder contactar con Stella, pero tampoco quiero ir en su busca si Will se despierta. Cuando Will se despierte, me corrijo. ¿Sabrá Stella que encontramos el antídoto? ¿Dónde están los demás? ¿Consiguieron huir?

Aún no me puedo creer que consiguiéramos escapar, y no me trago que se pensaran que estábamos con ellos. Hay algo más ahí. Algo más que no logro ver. Tengo que mantener la cabeza aclarada y dispersa por cualquier posibilidad. No más sorpresas. Pero he de quedarme aquí. Con los Torment. Se lo debo a Stella, pero sobre todo a Will. Esa es la única razón por la cual me quedo aquí, me repito una y otra vez.

Llevo más de dos horas esperando. Dos horas interminables, sin nada que distraerme, y Will no se despierta. Siento un ruido de fondo, proviniendo de la oficina, y levanto la cabeza para mirar quien es. El doctor Kozlov está parado frente a sus apuntes, y me dirijo a él con paso firme. —No se despierta —le digo, sin saludos—. ¿Por qué no se despierta? —pregunto con pánico a la voz.

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