What could have been...☆

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Ojalá las cosas cambiaran algún día. Aspirar a una vida normal comenzaba a parecerle ridículo.

Resultaba curiosa la manera en que el año empezó siendo extrañamente dificultoso.
Interiormente, Harry sabía que para esas alturas de su vida, debía de saber que cada momento parecería peor que el anterior, ningún año en Hogwarts, al menos desde su perspectiva sería pacífico, sino todo lo contrario.

Cómo usualmente ocurría, deseó, también tener a Sirius cerca. Su presencia bastaría para hacerlo sentir menos solo en el mundo y, tal vez, podría darle un consejo que podría poner en práctica o, como mínimo, le respondería con un comentario divertido que le levantaría el ánimo. Sin embargo, no era así. La única persona que le quedaba, su única familia, tenía que huir, todavía siendo un fugitivo buscado por el ministerio.

El hecho de que Sirius tuviera que encontrarse oculto, en algún lugar desconocido, hacía que la comunicación con su padrino fuera casi imposible.

Cuidándose de no hacer ruido, Harry extendió las piernas, sintiendo un cosquilleo cuando la sangre volvió a correr por sus extremidades. Agradecido con la nueva postura, se permitió reflexionar, acercándose inconscientemente más al fuego de la chimenea, cuyas ardientes llamas calentaron su piel, como si este pudiera aclarar sus dudas.

Sí, lo único que sabía, era que no tenía una mínima idea clara de cómo había llegado hasta ese momento y en esas condiciones. Un día todo parecía normal, encontrándose tan emocionado como el resto de sus compañeros por conocer el resultado de quienes serían campeones que competirían para el torneo y luego, antes de que pudiera comprender que sucedía, su nombre aparecía en el cáliz de fuego y, para variar, todo el colegio estaba odiándolo.

¡Cómo si él lo hubiera deseado!

¿Por qué siempre yo?”, se preguntó, sin obtener respuesta.
Su cuestionamiento permaneció flotando en el espacio, sin una explicación que fuera lo suficientemente satisfactoria.

Detestaba que fuera así como las cosas se desarrollaban. Por culpa de aquella infortunada confusión, la mayoría se atrevía a tacharlo como solo un mentiroso. Poco menos que un adolescente pretensioso deseoso de atención, ¡Qué ridículo! Esperó una reacción como esa de cualquiera, acostumbrado ya a que, ante cualquier mínima perturbación, todos lo dejarían de lado, al igual que sucedió durante su segundo año, con el basilisco de Tom aterrado a todos en el Castillo.

Lógicamente, la culpa recayó en Harry y también lo hizo cuando Sirius escapó de Azkaban, dirigiendo todas las miradas a él.

Ya sabía cómo actuarían todos. Lo que sus dudas provocarían, las habladurías que Harry tendría que soportar. Lo esperó de todos, menos de Ron, su mejor amigo en todo el mundo, sin importar cuanto se esforzó en explicárselo, no creía en él.

Ingenuamente, Harry supuso que tendría apoyo de su parte, al igual que Hermione había hecho, sin siquiera poner en duda su palabra en cuando él le negó haber colocado su nombre en el cáliz.  Aunque ella parecía más nerviosa y temerosa por su vida como para hacerle notar otra cosa.

En cuestión de minutos, Harry se encontró con la furibunda mirada de Ron, que no tardó en hacerle saber que era exactamente lo que pensaba de él y sus supuestas acciones. Reprochándole desear más confianza de su parte, al menos para que le contara que no solo colocó su nombre en el cáliz, sino que también, deseaba embarcarse en una misión suicida por gusto propio. ¡Como si él hubiera querido entrar en ese maldito torneo!

Acostumbrado a las habladurías del resto, Harry no habría notado diferencia alguna. Que Ron creyera en todos aquellos rumores hacía todo diferente. Pero desde que su amistad se fracturara ya hacían varias semanas.

Harry Y Hermione (one shots) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora