El peso del pasado II

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La luz de su habitación estaba encendida y la puerta abierta, a ella nunca se le había negado el acceso, pero tenían cierta privacidad que ninguno se atrevía a quebrantar. 

Hasta que, con las palabras de Remus dando vueltas en su cabeza se atrevió a asomar la cabeza, Harry estaba ahí, quitándose el uniforme de Auror y arrojando la ropa en un rincón, Hermione tocó la puerta y cuando él se hubo desecho de su camisa se giró para mirarla.

Inmediatamente las piernas de Hermione quisieron ceder por la media sonrisa que le regaló, no era como cuando eran amigos, pero esta, así fuera en su imaginación le parecía malditamente atractiva.

Tal vez era porque ya no veía a Harry como al chiquillo intocable que era su mejor amigo, sino como al hombre que durante algunas noches la había hecho olvidarse de  todo. Claro que después de la noticia de su embarazo Harry no había vuelto a tocarla más que para contacto tímido e inocente, pero Hermione no podía parar de mirarlo y encontrarlo dolorosamente atractivo.

—¿Estuviste aquí todo el día?—le dijo girándose nuevamente mientras se quitaba el cinturón y los pantalones, Hermione prefirió no mirar por su propio bien, y como él no se había negado, entró completamente en la habitación, con su varita recogió la ropa y la llevó hasta el cesto antes de sentarse en la orilla de su cama.

—Pasé por la oficina pero me sentí tan cansada que preferí volver y trabajar desde casa.

Por la mirada que Harry le dio supo que se estaba equivocando, desistió de desvestirse y se hincó frente a ella con una mirada seria.

—¿Te has sentido mal? Te lo he dicho, Hermione, el bebé necesita que descanses, no que te mates trabajando como solías hacerlo.

—¡Por eso he vuelto temprano!— contestó ella desdeñosamente, demasiado nerviosa bajo su mirada verdosa y la visión de su pecho desnudo.—Estamos bien.

Harry la evaluó por varios segundos que la hicieron preguntarse si la preocupación que mostraba por ellos era genuina.

—Perfecto— accedió Harry finalmente, se levantó, besó su cabeza y le dedicó una suave caricia sobre el abdomen.

Derritiéndose por el gesto Hermione extrañó su calor en cuanto él se dio la vuelta y caminó hasta el baño dejando la puerta entreabierta, en unos minutos el sonido del agua cayendo invadió la habitación.

—¿Has comido ya?— le gritó Hermione, deteniéndose en la puerta del baño, por algún motivo se sentía demasiado falsa, pero también e irónicamente, estaban hablando más de lo que habían hecho en toda la semana.

Pensó en Remus, en los riesgos de lo que sea que Harry estuviera pensando que valía la pena para no abandonar a Ginny pero las palabras no salían...solo cosas triviales que realmente no importaban.

—No, tuvimos una misión difícil y Kingsley insistió en que todos volviéramos a casa.

¿Consideraba esa como su casa? Pensó Hermione odiándose por pensar en Ginny con envidia. Ella había tenido a su marido más tiempo del que ella podría recordar pero ahora, extrañamente, Harry había vuelto con ella, a su casa. ¿Era tonto emocionarse por algo tan insignificante?

No, no podía estarse haciendo eso.

Compararse con quién fuera su amiga no era realmente necesario. Seguramente Dean estaba en la ciudad y Ginny se encontraba ocupada fingiendo ser una buena esposa, tal cual hacía ella misma.

El agua dejó de correr y con ella Hermione corrió nuevamente hasta la cama con toda la rapidez que pudo, Harry salió minutos después con una toalla en la cintura y el cabello negro revuelto y húmedo.

Harry Y Hermione (one shots) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora