Emigracion.

217 9 2
                                    

No era normal sentir el frío que se sentía el día de hoy a mitad de primavera. Ya hacia semanas que habíamos dejado el invierno pero sentía las cobijas tan frías que parecías mojadas. Mi respiración era irregular y pude ver el vapor producto del aire caliente de mi boca contra las frías temperaturas del resto del ambiente. El día de hoy no sólo tenía escrito en el cielo que hoy sería un mal día sino que a su vez fue confirmado por el corrientazo que cruzó mi columna vertebral. Algo no estaba bien. Me senté sobre la cama y mire a mi alrededor, las camas de mis compañeras de piso estaban perfectamente hechas, sus baúles a los pies de sus camas están perfectamente organizados, todo estaba demasiado bien arreglado. Me coloque los pantuflas de garras mientras caminaba a paso lento hasta la sala de mi casa. Todo el lugar estaba vacío, sin embargo, aunque pareciera que hace años nadie hubiera pasado por estas cuatro paredes la tetera sobre el fuego y los vasos sobre las mesas me recordaban que no era la única. Colgado tras la puerta principal reposaba el horario de clases. Excelente, la primera clase era quidditch, aún veía la neblina sobre las áreas verdes e inhumanamente teníamos clase al quidditch.

El reloj en mi muñeca marcó las seis y media de la mañana cuando llegue a la puerta del edificio de astronomía. No esperaba encontrarme con nadie en el trayecto hasta acá pero tampoco esperaba ver el colegio tan desierto. Batallaba internamente por si seguir mi camino hasta el salón de clases o bien desistir y volver a mi cama para pasar el frío. La puerta frente a mi se abrió antes de poder tomar una decisión, dejando ver una Oriana demasiado animada vistiendo el uniforme de deportes con total naturalidad como si el sol brillara en lo alto del cielo.

-¡Dios, Alice! ¡Como siempre tarde! - chilló dando una patada al suelo haciendo énfasis en su enojo. Sonreí nerviosa tratando de pensar en una excusa, pero Oriana no dio tiempo para eso, me pasó un par de patines rosas que hasta ese momento no había notado que reposaban junto a ella. - Cambiate. Tenemos práctica.

-¿Práctica?- balbucee mientras veía los patines con desagrado. Se internó entonces en el edificio dejando la puerta abierta para mi, la seguí esperando no volver a estar sola. Bajando las escaleras, llegando casi al final se podía ver los vestidores para cambiarse, entré y me coloque el uniforme representativo de mi casa y aguarde por Oriana, ambas ya nos habíamos puesto los patines y esperábamos poder salir a la pista, no daba muy buena pinta estar al final del acantilado con una pista improvisada de patinaje, pero era el único lugar hasta ahora con personas. Junto a mi, pasó una hilera de alumnos en perfecta sincronización demostrando la rutina de la práctica del día de hoy. No conocí ninguna otra cara además de la de Oriana, el chico que lideraba la fila, sonrió en mi dirección y se separó del grupo sólo para dar una vuelta a mi alrededor y saludarme como si nos conociéramos de toda la vida. Sonreí cortésmente.

-Te esperábamos Alice-. Comento antes de volver a la fila. Dieron una vuelta más antes de ser llamados por la maestra, quien hizo sonar su silbato para que volviéramos a las gradas ubicadas a cada lado de la puerta por la que habíamos entrado. La fila estaba ordenada de manera aleatoria con un hombre, mujer, hombre; se dirigieron sin romper formación hasta la mitad de estas y en cierto punto cada uno salía a la derecha o izquierda dependiendo si era hombre o mujer. Oriana se apresuró a jalarme en dirección donde debían estar todas las mujeres. Un chico golpeo mi hombro llamando mi atención, llevaba una maleta que colgaba de su hombro como si estuviera vacía, pero al caer al suelo puede ver un par de patines rosas con la cuchilla untada de algo peculiar, estaba completamente manchada de un líquido rojo y viscoso, aún goteaba y las gotas en la tela se veían frescas, de su cuello cual si fuera un collar estaban sus patines. Negros como el de todos los hombres, la cuchilla estaba protegida por el protector trasparente. Al notar que no apartaba la vista coloco su dedo índice sobre sus labios como si me pidiera guardar el secreto. Mordí mi lengua y me apresure a volver donde debería estar.

¿Comó se llama el gato de Alice?Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora