capítulo dos.

1K 97 21
                                    

Era otro día de clases, miles de alumnos corriendo y cruzando hacia sus salones respectivos mientras que otros chismoseaban a las afueras del patio.

Jungwoo subió a escalonazos grandes ya que estaba llegando tarde, nuevamente, casi tropezando cuando llegó al tercer piso, sosteniéndose del marco de la puerta del primer salón que estaba pegado a ésta. Se acomodó como pudo y ya a paso lento, se dirigió a su salón, examinando con sus ojos la placa “3C” al fondo de las demás.

Su singular cabello color naranja captó la atención de todos una vez más, murmurando entre ellos acerca de que le quedaba bien, mientras otros no opinaban lo mismo. Sus ojos color café viajaron nerviosos por el suelo, continuando su camino mientras oía cómo era el nuevo tema de aquel grupo de cinco chicas paradas a su lado derecho por su manera de vestir.

Estaba usando el uniforme de siempre ¿Cuál era el problema? La diferencia era que en su rodilla la tela del pantalón estaba agrietada por lo cual se abrió una línea, mostrándose la herida que tenía a tientas.

Jungwoo puso los ojos en blanco tras ver aquel “rasgado” en su pantalón, ofendiéndose por olvidar cocerlo días antes.

- Hey, Jungwoo.

Un chico de cabellos negros y ojos saltones apareció en la puerta con una gran sonrisa, pasó sus brazos por su delgado cuerpo dándole un corto abrazo y besó ligeramente su mejilla lastimada, siendo apartado por Jungwoo segundos después.

- Yukhei, ten cuidado con mi mejilla.

Después de la severa queja rió un poco logrando que una larga sonrisa apareciera en sus secos labios, sus ojos se cerraron al instante al recibir otro beso por parte de su amigo.

- Te veo recontra alejado de mí, ¿cómo debería de sentirme?

El pelinegro tenía mucha razón en cuanto a esa frase.

Jungwoo terminó por entrar al salón en dónde ya se encontraba mitad de sus compañeros, tomando asiento en la antepenúltima silla de la primera fila, justo pegado a una columna en dónde reposó su espalda, volviendo a prestarle atención a su amigo.

- No quiero darte alas.

- No me das alas, Jungwoo, realmente te aprecio mucho y...

En un pequeño descuido, sintió el cuerpo del más alto acercarse con rapidez hasta él, como buscando sus labios en un intento de robarle un beso, pero el beso terminó impactando en su otra mejilla con algo de brusquedad.

Las mejillas comenzaron a arderle al pelinaranja.

- Lo siento, Jungwoo.

Se notaba desde lejos que a Yukhei le gustaba Jungwoo y mucho, el otro por su parte, solo lo miraba como un amigo, al primer chico que pudo considerar “amigo” ya que siempre se mostró dulce con él, en todo momento. Pero ese cariño fue siendo cada vez más fuerte (según Yukhei) a tal punto que, en dos semanas, ya estaba loquito de amor por el chico de cabellera naranja.

Estaba desperdiciando su tiempo ya que, como se hizo mención antes, para Jungwoo era solamente un amigo.

- Yukhei, sabes que yo...

- Ten por seguro que quiero cuidarte, estés conmigo o no debo de cuidarte.

Yukhei tenía una personalidad tan alegre y convincente que era difícil decirle que no, con una sonrisa grandota que por poco iluminaba todo el salón y esos ojos saltones que emitían un singular brillo al estar frente al pelinaranja, él seguía en pie con su plan de conquista.

Era un chico que siempre verías feliz a pesar de estar pasándola mal, él siempre decía que no había tiempo para quedarse triste.

Pero su felicidad también solía depender de Jungwoo, de cuantas veces lo veia, de cuantas veces hablaba con él, de cuantas veces tomaba su mano... No había límites para ese acaramelado Yukhei hasta esos últimos días que el otro lo evitaba a capa y espada.

Días. #YUWOODonde viven las historias. Descúbrelo ahora