capitulo ocho.

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Cuando finalmente Jungwoo retornó a su casa, puso en plan su próxima presentación. Con un ambiente súper motivado gracias a las canciones de radio que, rara vez, se animó a prender, buscó en internet una canción que se acoplara al momento preciso ya que la primera que tuvo en mente no lo terminó por convencer tras imaginarse tocándola.

No se creía lo que estaría por hacer, bastó que Yuta se paseara por su delante para comenzar a crear una y millón ideas en cuánto al show de talentos. No lo hacía únicamente por querer llamar la atención del chico que, como nunca antes, se había preocupado por su salud cuando cayó de las escaleras; en cierta parte, también quería intentarlo, la influencia de su madre con los programas de música que ponía habían hecho en él que cierto gusto naciese pero nunca se atrevió a ir más allá, incluso su madre lo animó a matricularlo a clases de canto y guitarra cuando estaba más pequeño pero jamás aceptó.

Ahora se arrepentía, pues eso le hubiera ayudado mucho para su presentación, pero ya era pasado.

Para darse unas ideas, primero pensó en lo que Yuta le transmitía.

Pero ¿qué era lo que realmente Yuta le transmitía? Mariposas, cariño, nervios, más cariño...

- Se supone que será una presentación, no una declaración de amor. - se dijo a sí mismo, envolviendo el pedazo de papel entre sus manos para luego tirarlo al suelo y divagar otro poco en sus pensamientos.

¿Quién se declararía en tan poco tiempo? Jungwoo no lo haría, solo necesitaba inspiración y Yuta era la clave.

Aparte que sí, le atraía, pero no tanto como para armar tanto espectáculo, se supone que la presentación debía de ser seria.

Aunque pensar en Yuta lo volvía todo tan divertido.

Finalmente, luego de tantos dolores de cabeza, pudo sacar los acordes de Life de SHINee. Frente a su espejo se puso a practicar y practicar, hasta aprendérsela por completo.
Aquello lo hizo sentir bien pues tenía la esperanza de que todo le iría bien, estaba muy confiado en que por fin las cosas tomarían un rumbo como él deseaba.

Así no ganara el concurso, se sentiría bien por haber participado y haber perdido el miedo al público y cómo no, sabría que Yuta lo felicitaría.
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El día del concurso llegó, Jungwoo había sido aceptado en el casting por lo que su número a interpretar era el catorce de un total de veinte chicos talento.

El movimiento en la escuela secundaria era voraz, como hormigas bajo tierra; simplemente todo sitio estaba lleno. Los puestos de comida estaban rompiéndola con aumentos en sus platillos pues era un día "importante", y no faltaban los jóvenes que aprovechaban aquello para hacer sorteos de electrodomésticos o hasta vender juguetes para los hermanos menores de éstos.

- ¡Número seis, alistese para salir!

Habló la señorita encargada del concurso, luciendo algo estresada puesto que el numero mencionado se la había pasado llorando durante toda la espera debido a los nervios.

Jungwoo miraba casi asustado a todos mientras yacía sentado en un rincón de las escaleras cerca al escenario de concreto, tembloroso con guitarra en mano. Sus pensamientos daban vuelta y se cuestionaba mucho el hecho que estaría por ocurrir, ni él mismo se creía el cuento.

- ¡Oye! ¿Woo, cierto? - habló alguien, reconociendo ese tono.

Era el chico con dientes de conejito acompañado del altísimo Johnny, que traía una pinta muy distinta a cómo lucia en hora de clases.

Parecía una estrella de rock.

Qué concurso de talentos ni qué nada, el muchacho lucia bien al perfume y bien vestido con ropa de calle, mientras que el otro sí usaba el uniforme escolar.

- Yukhei nos dijo que vas a cantar, venimos a desearte buena suerte pues... Nadie de nuestro entorno, a excepción de ti, participará. - le dijo Johnny muy sonriente, palmeando suavemente su espalda, acto que Doyoung repitió.

- Se los agradezco chicos. No importa si gano o no, simplemente quiero cantar.

Un silencio los inundó, aunque no fue incómodo.

La pareja se despidió y Jungwoo se quedó solo por un rato más.

Para calmar sus nervios se la había pasado bebiendo agua mientras los demás números hacían su presentación, hasta que las ganas de orinar irrumpieron en su ser.

- No puede ser. - se quejó, ya que iban por el número doce.

Al no encontrar al joven encargado de los instrumentos, se fue al baño con la confianza de que nadie tomaría su guitarra, escondiéndola a un lado de las escaleras.














Sicheng se metió entre la multitud de los jóvenes cantantes para poder así arrebatar la guitarra del menor, al cual había estado observando desde el otro extremo del escenario, ocultando el instrumento bajo una manta negra para no levantar sospechas. Él estaba encargado del taller de baile por lo que también se presentaría, y no dejaría por nada del mundo que Jungwoo se presentara y mucho menos lo opacara frente a Yuta.

Junto a sus otros dos compañeros, ingresaron a un salón vacío para dejar la guitarra en el piso y, junto a una comba, destruirla en pedazos mientras sonreía ampliamente.
Golpeó, pisó y escupió con total despecho el instrumento del chico, descargando su ira en éste.

- ¡No me vas a quitar a Yuta, no lo harás! Ni en persona, ni con tu voz...










Quince minutos más tarde, Jungwoo salió corriendo despavorido ya que el numero trece estaba por finalizar, por lo que rápidamente buscó su guitarra, llevándose con la sorpresa de que aquella no estaba en su sitio inicial.
Al encontrar al joven encargado de visualizar los instrumentos, se le acercó para preguntarle pero no obtuvo respuesta.

- No he visto nada, cielo, lo lamento.

Poco a poco comenzó a desesperarse pues ya lo estaban llamando para el escenario y no había rastro de su guitarra.

No puede ser que pase esto justo ahora, justo cuando creí que todo iría bien...” Pensó con la cabeza adolorida.

Los gritos constantes de los espectadores convirtiéndose después en abucheos pues seguía en ausencia tan sólo lo alteraron al punto de hacerlo llorar.

- ¡Número catorce, te estamos esperando! -gritó la señorita, restándole importancia a que el afectado estuviera llorando.

- Su guitarra ha desaparecido. - le murmuró el chico de antes con mucha preocupación.

- Bueno, entonces vayamos con el siguiente número. -contestó ésta de forma seca para continuar ahora con el siguiente número.

En un mar de lágrimas, Jungwoo salió corriendo del lugar lleno de público con un dolor insoportable en el corazón y la cabeza pues su presentación había sido arruinada por completo.
Por un momento, la idea de cantar a acapella se le hizo presente, pero ya era muy tarde y el numero quince ya se estaba presentando con un breakdance.

- ¡Maldita sea, maldita sea! ¡Soy un maldito idiota! ¿Cómo demonios pude cagar todo? Dios, mi guitarra, mi presentación...

Se arrodilló encerrado en el baño de la escuela, con los ojos rojos y un llanto casi ahogado ¿Por qué justo ahora? Era su momento para brillar y demostrar que pudo vencer el miedo, demostrar que había ganado confianza en sí mismo... Pero lastimosamente no ocurrió.

- ¿Y ahora?




Días. #YUWOOOù les histoires vivent. Découvrez maintenant