Parte 6

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Lucrecia compartía habitación con Bianca y aquel sábado, la elegante estudiante de medicina no podía ocultar la angustia que tenía encima.

—Voy a tener que cancelar la salida que tenía para hoy con Richard. Ese examen que tendré el lunes de Anatomía pone en riesgo no solo mi beca, sino también ¡Mi año perfecto!

—Y ¿A qué te refieres con año perfecto? Creo que es más importante ese examen. Así, como tu beca la cual debes mantener con vida, aunque ¿Te alcanza para algo? A mí sí, lástima ese problema de la filtración. Sino ya eso sería cosa del pasado.

—Si quieres que pase el examen ¡Déjame estudiar!— exclamó Bianca quien comenzó a empujar a su compañera fuera de la habitación.

En comparación, Lucrecia siempre se sentía como una vaga ante cualquiera de sus compañeros, pero muy en especial con Bianca. Pero la situación se iba a poner más extrañas cuando la dueña de la casa subía las escaleras.

—Deben marcharse hasta nuevo aviso, ya está aquí el contratista—anunció Marín.

—Pero ¡Debo estudiar!—exclamó nuevamente la estudiante de medicina.

—Y yo debo escribir un ensayo—agregó Richard—, pero después nos arreglamos tú y yo.

Para no sentirse menos, la estudiante de periodismo quiso intervenir— y ¡Yo tengo que escribir unos artículos para una materia! Y...es un asunto importante.

—Nunca les molestó estudiar en el jardín que está en la entrada de la urbanización, creo que les tocará nuevamente ir para ese sitio. Voy a contar hasta ocho y si en seis no están afuera, van a tener problemas. Unos muy serios.

Los estudiantes se marcharon, Lucrecia decidió hacerlo por la puerta que estaba en la cocina, esa cuyo camino conectaba con el pequeño jardín de la casa y el garaje donde yacía el Mustang. Allí estaba Arthur, tendido en el suelo bajo el auto el cual también mostraba su motor en buen estado.

— ¿No habías revisado el auto días atrás Vaquero?

—Nunca está de sobra que le dé una extra. Además ¿Qué vas a saber tú de autos? Si para una demócrata como tú, estos magníficos ejemplos de la ingeniería automotriz de esta nación son un problema. Todo ese asunto del calentamiento global y esos cuentos.

— ¿Tienes el día libre? Digo, creo que podríamos hacer algo mejor con nuestro tiempo. Esto de criticarte por tu postura republicana y tu loca idea de abolir todos los impuestos no nos llevará a ningún lado.

—Por primera vez, coincido contigo. Aunque, creo que lo mejor será que salgamos sin "Silver" ¿Conoces algún sitio cercano?

Aquella pregunta sorprendió a Lucrecia, quería hacer una réplica. Pero decidió quedarse unos segundos callada, buscando una respuesta menos sarcástica. — Si, pero creo que es muy temprano para ir por un lado ¿No crees?

—Entonces ¿Qué me dices de una cafetería? Si supieras que aún no he tomado desayuno. Tengo una información que seguramente podría interesarte, además, si te preocupas por mi abuela. Sabe defenderse sola. La vi muchas veces peleando a puño limpio.

—Creo que podríamos intentar si sirven desayunos en la cafetería cercana que hay. Aunque debo comentarte que el primer rodeo lo ganaste, Vaquero, pero quisiera ver si con el segundo vas a tener la misma suerte.

Por otro lado, Arthur se encontraba nervioso no recordaba con exactitud la última vez que había convencido a una chica para salir o que las circunstancias se habían torcido a su favor como esa. Pero, recordando el consejo de su abuelo, no debía mostrar que estaba nervioso ante una dama. Sumado al hecho que la última vez que salió con una chica solo le trajo una avalancha de malos ratos.

Debía calmarse, cualquier comentario podría ponerlo contra las cuerdas y mentir cual bellaco tampoco era una buena opción. Tampoco tratar aquella situación como siempre había tratado a Lucrecia, debía enfocarse en verla como una dama, lo que realmente era. A pesar de que no se comportaba como tal.

—Creo que debo comentarte que el último cliente que se montó en mi auto fue alguien a quien quieres entrevistas. Ni más ni menos que don Josh H.

— ¡En serio! No sé si tomarte la palabra o considerar eso como otro intento tuyo en gastarme una broma.

—Estoy siendo honesto contigo. Y debo comentarte que está casado, con una hija y parece que ha estado sobrio por un buen tiempo, ya que no me explico cómo unos tragos lo dejaron así de mal.

—Eso es interesante pero ¡Dime más! De seguro puedes confirmarme donde vive y en donde trabaja. Con eso puedo hacer mucho para un pequeño trabajo que tengo que hacer.

—Te vas a sorprender cuando sepas donde vive, además ¿No sabes dónde trabaja? Es locutor en la radio YTC 98. Una emisora que siempre está sintonizada en la radio de "Silver", por alguna razón.

—Me declaro culpable de ese crimen.

Ya tenía un tema de conversación, pero debía asegurar al menos unos cuantos más para sí doña confianza le ayudaba en aquella situación; aquella ayuda debía llegar rápido ya que el hambre era un jugador que estaba en contra de todo aquello. Aunque la insistencia de Lucrecia en conocer cada detalle de aquella experiencia se le notaba en los ojos, al menos comprendía que debía dejar comer a Arthur.

Pero aquella extraña coincidencia era algo maravilloso para ella, aunque comprendió que también debía soltar una que otra pieza de información si quería. Comenzaba a ver a Arthur con otros ojos, no era el típico texano republicano, había algo diferente en él más allá de los temas políticos. Quizás las raíces irlandesas de su abuela estaban involucradas en el asunto.

—Josh H es uno de esos personajes menores de la industria del cine que tiene una biografía digna de estudio ¿Sabes? Quizás su momento cumbre en su carrera fue esa nominación amañada para un Oscar, pero creo que si decide regresar al cine o a la comedia lo hará por todo lo alto.

— ¿Te agrada mucho ese actor? Si te soy honesto, es primera vez que escucho su nombre. Por cierto, primero la dama— Arthur le abrió la puerta para Lucrecia, algo que ella en algún momento lo pudo considerar como un clásico ejemplo del arcaico machismo en la sociedad.

— ¡Muchas gracias!— después de aquel gesto, debía asegurarse que ninguna de sus compañeras de la lucha feminista no se encontraban en aquel lugar. Aunque, recordó que nunca les mencionó de aquella cafetería ni mucho menos las había invitado a su residencia, solo a su hogar en Idaho. Pero sabía que esa invitación se la podría llevar el viento en cualquier momento.

Después de sentarse y ordenar, Arthur decidió seguir con la conversación— Dime una cosa, estando tan cerca de actores con una mejor carrera ¿Qué te motivó hacerle una entrevista a ese actor?

—Te vas a reír de la respuesta. Pero creo que él podría tener información valiosa sobre cómo opera la maquinaria propagandística del gobierno de Venezuela, pocos saben que tuvo que aprender español para trabajar en ese país; de hecho fue uno de los actores que participaron en la serie basada en la vida de uno de los últimos presidentes de esa nación, en un rol bastante importante.

—Pero ¿No hubiese sido mejor que le hubieses pedido una entrevista a Michael Moore a Sean Penn? También se les asociaron con ese gobierno. Pero ¿Quién soy yo para criticarte?

—De hecho lo intenté, pero me rechazaron. Algo estarían ocultando esos dos, aunque debo mostrarte los correros electrónicos que me mandaron. 

Casa Número 86Where stories live. Discover now