Parte 10

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El concurso en cuestión terminó con Lucrecia ganando, eso sí, a duras penas. Aunque a Bianca le pareció mejor lo que se llevó como premio en comparación con el premio de los ganadores. Ciertamente dos bonos de consumo en el restaurante "Weekend", el cual era el patrocinador de los programas de Josh y Wilson. Uno de los dos era un cliente de vieja data y lo había visto estar en diferentes tipos de estado de ebriedad.

Aquel restaurante de comida rápida también era el punto de reunión no solo de Josh y su extraño círculo de amigos, de hecho había un fuerte mito urbano en el cual el ex manager de Josh era persona no grata en aquel local, no solo por el hecho que su deuda era mayor que la del actor devenido a locutor de radio, sino por todos los malos ratos que le hizo pasar en esos últimos días en el que Josh seguía buscando algo de renombre en el mundo de Hollywood.

A la estudiante de medicina se le ocurrió una extraña idea. Una que, estaba por traer algunos pormenores que afectarían a la cabeza de Lucrecia.

— ¿Qué les parece si vamos hoy mismo? Claro, sería bueno contar con "Silver" para ir y pasar un sábado por la tarde diferente.

—Si vamos nosotros cuatro, no hay problema alguno la verdad. De hecho creo que solo me quedaría volver a colocar el GPS, para llegar a ese local— fue la respuesta de Arthur, quien no había notado que Lucrecia si bien no estaba celosa, algo debía estar pasando por su cabeza.

—Debo admitir, Vaquero que ese duelo estuvo muy reñido. De hecho ¿Qué me dices de repetirlo en alguna ocasión?— le preguntó Richard extendiéndole la mano nuevamente, de hecho ya lo había hecho después de que aquel concurso había concluido.

—No me parece mala idea, citadino. De hecho debemos mantener todo el asunto del concurso de preguntas, ya que creo que por error conseguí el juego de mesa de la discordia. —Arthur correspondió el gesto de Richard. Al punto de quitarse el sombrero por unos segundos, para luego colocárselo de nuevo.

Por otro lado, extrañamente, Lucrecia tenía nuevamente su cabeza hecha un río revuelto ¿No debería sentirse alegre por haber ganado? ¿A qué se debía ese interés tan repentino en Arthur por parte de Bianca? Y es a partir del siguiente punto que es necesario hacer otro recuento.

Para ser exactos, al día siguiente de la llegada de Arthur a aquella casa, Bianca y Lucrecia se encontraban arreglando su habitación, por alguna extraña razón la estudiante de periodismo no estaba haciendo lo que siempre hacía en esos momentos, hablar. Era raro no escuchar su voz en aquella casa y cuando estaba callada, algo pasaba en su cabeza.

— ¿Te puedo hacer una pregunta?—con eso, Bianca, comenzó a romper el hielo. De hecho, la cara que tenía era la misma que usaba cuando jugaba póker en las horas libres que tenía en el campus. De hecho, se había ganado un apodo (La Reina de Espadas) pero nunca había jugado póker en aquella casa.

— ¡Claro!— sin querer había mordido el anzuelo. Y la estudiante de medicina estaba por comenzar con unos comentarios contundentes, aquel caballo de Troya poco le había fallado.

—De todo lo que dijo el nieto de la señora Marín sobre tu postura política ¿Qué fue lo que más te afectó?— y así como comenzó el asalto, Bianca estaba asediando las murallas de Lucrecia, aunque tampoco aquellas defensas estaban en su mejor momento.

—A...mí, ningún argumento de un retrógrada me hace mella. Creo que eso lo deberías saber bien. —pero sus manos decían todo lo contrario, aquellas que estaban retorciendo las sábanas de su cama decían todo lo contrario. Era la misma manía que tenía con su querido pañuelo, algo que ya era bastante notorio incluso en aquel espacio tan reducido.

Bianca terminó de tender su cama, se colocó sus pantuflas y le respondió a su amiga y compañera de habitación. Quien trataba de querer hablar de un tema que la ahogaba, pero su orgullo no la dejaba; aunque aquella no era la primera vez que estaban pasando por aquel predicamento.

—Más bien creo que algo debió haberte llegado. No por nada estas callada. Sabes que me lo puedes decir, además ¿No te parece que tiene algo particular ese muchacho? Digo, no es que me parezca un Adonis, pero ciertamente tiene algo interesante. De seguro lo notaste, pero no lo quieres admitir.

—No me preocupo por tales asuntos. Desde que mi última relación llegó a su fin, decidí enfocarme plenamente en mi formación. —respondió nerviosamente Lucrecia, de hecho ya sabía que había bajado la guardia ante su compañera y que lo que le estaba por llegar no iba a ser sencillo.

Bianca sacó un papel de su mesa de noche, era un papel que tenía el nombre de Lucrecia y era un examen, uno que detallaba un pésimo desempeño en aquella prueba. Y la cara de Bianca estaba calmada, mientras la de Lucrecia ya no tenía como defenderse.

El asalto, tristemente, no había concluido a pesar de que la pobre estudiante de periodismo ya no podía aguantar más, ya que sus manos estaban ahora calmadas; señal de que se había calmado. Incluso, su rostro había dado la confirmación.

—Preocuparte tanto por tu formación que ¿Decidiste fracasar en una prueba de una materia que sabes que pone en jaque a tu beca? Estadística no es una materia tan complicada, amiga. Pero debes pensar mejor tus respuestas.

Lucrecia recibió aquel golpe, de hecho tenía semanas buscando aquel examen ya que manchaba su historial como estudiante. De hecho, si perdía aquella materia ya no tendría como recuperar aquella beca; pero ¿Qué podía hacer? De hecho no quería admitir que necesitaba ayuda hasta en lo académico. De hecho, dudaba que Hillary Clinton no se hubiera doblegado ante temas tan terrenales, pero ella no era Hillary.

— Pero ¿Qué te anda sucediendo en días recientes? Digo, esa relación que tenías con ¿Marcus? No era buena del todo, pero creo que tampoco era tan deficiente. De hecho, me vas a disculpar que no me acuerde de su nombre.

—Acertaste con el nombre, creo que tienes razón. Mi relación con Marcus pudo ser mejor, pero cuando me dijo que se iba a cambiar de carrera y de ciudad. Quizás me tomé muy mal la ruptura. Lo admito, pero ya había algo que no me tenía muy convencida de toda aquella relación.

¿Qué debía admitir aquella activista y estudiante? Para ella, admitir que un extraño romance le había sacudido algunos aspectos de su vida cotidiana era algo que no se lo perdonaba y que si llegaba a enterarse su ídolo, la condena que le causaría iba a ser un peso muy grande.

—Sí, creo que me toca admitir que el nieto de la señora Marín tiene algo diferente. Pero simplemente tengo que decirte que necesito unos días libres de todo esto.

Regresando a aquel día, Lucrecia se montó como copiloto dentro de "Silver", como siempre lo hacía cuando el piloto no era Arthur sino su abuela. Pero ¿Cómo iba a reaccionar si Arthur le hacía una pregunta? De hecho, estaba nuevamente en un debate interno. Por un lado quería apelar por su conocido sarcasmo, pero le había dado su palabra que no iba a recurrir por eso.

— ¿Así que eres tu quien mueve el asiento de copiloto? De hecho tengo que agradecerte por eso. Ya que a los clientes les gusta ese ángulo que tiene el espaldar.

— ¿En serio?

—Sí, de hecho me da risa que muchos en la línea están doblando sus turnos para ver si tienen la misma cantidad de clientes que puedo sacar en una semana.

—Vaquero, creo que debemos considerar que lo mejor será no encender la radio para el viaje, ya que (al menos por mi parte) hemos tenido suficiente de la emisora YTC ¿No tendrás un puerto USB en el auto?— le preguntó Richard.

—De hecho, no tenemos algo claro sobre ti, Arthur. Tus gustos musicales. De hecho creo que sería bueno que fueses el DJ tanto de ida como de vuelta—propuso Bianca.

Nota del Autor: Me disculpan la ausencia, asuntos personales 

Casa Número 86Where stories live. Discover now