Capítulo 8

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Nota: Una enorme disculpa por el hiatus al que sometí la historia. El capítulo no fue tan largo como quería, pero espero que les guste.

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–Dices que no conozco el dolor –su respiración era rápida que pensé que en cualquier momento le daría algún tipo de ataque, sin embargo, su voz se escuchaba suave, incluso parsimoniosa –tal vez tienes razón, después de todo el fuego lo destrozó todo...

– ¿Fuego? –la palabra se escapó de mis labios sin reparo.

–¡Fuego! –repitió con fuerza–¡El mismo fuego que consumió mi casa, a mi hermana y a mis padres! ¡el fuego que quemó mi cuerpo y destruyó mi cordura! –sus ojos perdieron todo el brillo que había en ellos, pero a los pocos segundos fueron iluminados por las lágrimas que buscaban escaparse al resbalarse en sus mejillas, toda mi furia y enojo había desaparecido al verla en ese estado, sabía perfectamente que había tocado fondo con ella, la culpa embargó cada parte de mi ser. –A mí... me arrebataron todo lo que un día amé y ni siquiera pude pelar por ellos... dejé que el fuego lo consumiera todo –su voz sonaba tan débil que casi no podía escucharla, su cuerpo comenzaba a temblar con mucha fuerza y más lágrimas mojaban su rostro.

–Alice, yo –me desconcertó por completo su cambio tan radical de actitud, hace unos segundos estaba tan molesta que parecía capaz de intentar asesinarme, y ahora estaba presentando un ataque de ansiedad o algo peor.

Mi corazón se estrujaba con cada sollozo que emitía de sus labios. Quería decirle algo, lo que fuera necesario para calmarla, pero era imposible, todas mis palabras se quedaban atoradas en mi garganta. Su estado parecía ir empeorando, quería llamarle a Cheshire para que tuviera ayuda, pero no tenía el atrevimiento de dejarla sola, aunque también me preguntaba cómo es que no llegaba al escucharla gritar.

Me quedé observándola, parecía una estatua hasta que se movió ignorándome por completo, como si yo no existiera, hacia un baúl que estaba al final de su cama, tiró los libros que estaban sobre él, quise hacerla reaccionar, pero era como si fuera invisible para ella, algo que era muy improbable pues podía sentir su cuerpo.

El verla actuar así parecía aumentar otra vez mi furia, estaba por gritarle y marcharme cuando la vi recoger el viejo conejo de peluche, observándolo mejor me percaté de que estaba en un estado completamente deplorable, su ojo era un viejo botón, vestía un percudido y desgastado chaleco rojo, enmendaduras por todos lados, suspiré molesto cuando me percaté de las quemaduras en él. Me acerqué a tomarlo, Alice reaccionó a mi movimiento y me apartó de un manotazo, comenzó a abrazarlo con fuerza.

Quería gritarle, hacerla reaccionar, pero sin importar cuantas veces me acercaba a ella, el resultado era el mismo...

No sabía qué hacer, era obvio, incluso para alguien como yo, que estaba teniendo un muy fuerte quiebre emocional, me alejé lentamente de ella dirigiéndome hacia el baúl sin que se diera cuenta, me dejé caer sobre mis piernas, quería hacer algo por ella, sin embargo, mi mente estaba en blanco, sus sollozos me rompían el corazón, estaba tan pálida que pensé que podría desmayarse en cualquier momento así que me fui acercando hasta que me miró; esa mirada me ponía la piel de gallina, era como si estuviera observando un muerto en vida, parecía una muñeca de porcelana con los ojos completamente opacos. Me armé de valor y la abracé con fuerza, la culpa me dejaba sin aliento, desde que había llegado a su vida solo le había causado problemas.

–Tranquila Alice, yo estoy aquí –le susurraba lo más dulce que podía –todo esto es mi culpa, yo te provoqué esto.

–Yo debí... yo debí morir –sus sollozos se detuvieron de golpe, dejando sus palabras entrecortadas –debí... salvarlos o ...morir co...con ellos –sus lágrimas mojaban mi hombro, pero no me importó, entendía muy poco el significado detrás de sus palabras, aunque lo que si entendía era el terrible dolor que mantenía guardado.

Otra oportunidadWhere stories live. Discover now