Capítulo XI

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Eran casi las dos de la tarde, Betty despertó abrazada al cuerpo de Armando, se incorporó un poco, vio el reloj de él y se quedó tranquila de que aún seguía dentro del horario permitido de su papá para llegar a su casa. Se puso las gafas para ver mejor al hombre que se encontraba a su lado y que la había hecho sentir la mujer más deseada hacia unas horas atrás. Se puso boca abajo con un brazo y su barbilla pegados al pecho de Armando para comenzar a darle pequeños besos en el, que la hacían desearlo cada vez más. Armando empezó a despertar y sintió el cuerpo cálido de Betty, al verse, ambos sonrieron y el la subió completamente a su cuerpo para besarla y acariciarla desde la cabeza hasta la espalda baja, le quitó las gafas poniéndolas en el buró junto a su cama y la rodó hasta quedar sobre ella.

Ar: Eres tan sensual - le besaba el cuello y ella se estremecía del calor del cuerpo de Armando.

Be: Sensual no se, pero enamorada si, y completamente de ti - se besaron por largo rato.

Ar: Mi amor no sabes lo que me has hecho sentir con esto tan hermoso que hicimos - Betty se puso las manos sobre el rostro sonrojado al escucharlo - ¿Te da pena mi amor? ¿Te... te arrepientes?

Be: Solo un poco de pena, pero no me arrepiento de nada - lo abrazo y lo besaba con tanto deseo.

Ar: Me encanta saber eso pero, Betty mi amor, para mi es muy importante saber si ... si... - no sabia cómo abordar el tema - si hay algo, por más mínimo que sea, algo que haya hecho yo que no te gustara - Betty lo abrazo más fuerte para responderle sin tener que verlo al contestar.

Be: Has sido el hombre que me ha enseñado lo que es amar en cuerpo y alma, me has hecho sentir amada y deseada en todo momento. Me cuidaste en cada beso y cada caricia, en pocas palabras me has hecho la mujer más feliz de este mundo - lo vio a los ojos - Te amo Armando.

Ar: Yo también mi vida - le dio un pequeño beso y suspiro - yo también te amo y ha sido maravillo hacer el amor contigo - se besaron con suavidad y sin prisas de que el tiempo los apresurara - creía que lo que sentía en el estómago eran solo las maripositas revoloteando de amor, pero creo que también es de hambre, ¿quieres comer?

Be: ojojoj si yo también siento lo mismo ¿Pero que vamos a comer?

Ar: ¡Ah! Eso déjamelo a mi, yo tengo todo preparado para este aniversario de primer mes de novios, claro, excepto esto - Betty se sonrojó de nuevo al escuchar eso y Armando comenzó a reír - Te he dicho que te vez divina cuando te apenas - le dio un beso y salió de las sábanas dejando que Betty lo viera completamente desnudó mientras buscaba un bóxer y un pans de pijama en su cajonera. Betty empezó a sentir calor de ver cada parte de su cuerpo, y recordar como lo había sentido sobre su cuerpo desnudo. Armando hizo que lo viera para que de esa manera el viera como la excitaba - ¿Te gusta lo que vez? Pequeña picarona - Betty dejó de ver la parte baja de su cuerpo para mirarlo a los ojos, le dio tanta vergüenza que se cubrió completamente con la sábana en la cabeza y Armando se reía a carcajadas mientras se acercaba a ella y le dijo en un susurro en el oído - Así me puse yo cuando te vi completamente desnuda mi vida - Betty pensó que se refería a ese mismo día, pero Armando realmente se refería a la noche que la vio desnuda en la cabaña. Le quito la sábana de la cabeza - te espero en la sala con la comida mientras que te vistes, mi picarona - le dio un pequeño beso en la mejilla cerca de la boca.

Cuando Betty terminó de vestirse, llegó al sofá y lo espero a que llegara poniendo un poco de música como a ambos les gustaba. Armando llegó con la comida he hizo que se acurrucara junto a él para darse de comer el uno al otro. Estaban tan emocionados de estar juntos que por cada bocado de comida se daban besos y más besos. Ya eran casi las 3:30 de la tarde y ella tenía permitido llegar a las 4 de la tarde. Así que Armando le pidió que llamara a su papá para llegar más tarde con la excusa de que tenían que entregar un trabajo final muy importante, y así lo hizo. Pusieron una película para seguir abrazados en el sofá con una manta calientita. Estaban tan cómodos que volvieron a quedarse dormidos.

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