𝟮𝟬

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—¿HaEun? —Preguntó con voz entrecortada.

—Shh —hice una seña para que entendiera que hablara bajo.

SanHa estaba en un tipo de jaula como las que utilizan los circos para tener a los animales.
Era increíble lo que el hombre puede llegar a hacer por dinero.

—Te sacaré de aquí —miré a mis alrededores buscando una llave.

—Las llaves están en el cuarto de enfrente.

Volteé y trague grueso, me tenía que dar prisa.

Entré a aquél cuarto, una buena noticia era que no había nadie ahí y las llaves estaban cerca. Sólo el tiempo era el que estaba encima mío.

—Ya voy SanHa—. Abrí aquélla jaula con cautela y ayudé a SanHa a bajar de ahí.

—Gracias—. Respindió con seriedad, algo raro en él, pero no le tomé mucha importancia.

—De nada. ¿Sabes dónde está la salida? Este lugar para un laberinto sin salida.

—Sí, es por este lado —. Señaló un pasillo, sin dudar empecé a seguirlo.

Conforme caminábamos sentía aire en contra de mi cara, estábamos en la dirección correcta.
Estaba cerca de lograr mi plan.

Todo iba bien hasta que se empezaron a escuchar pisadas detrás nuestro.

—Tranquila HaEun. No pasa nada. —Repetí hasta creérmelo.

Cada vez el viento contra mi cara se hacía más fuerte.

—SanHa, tengo miedo—. Susurré abrazándome a mi misma, comenzaba a tener frío.

—Tranquila, todo estará bien —. Me abrazó de la cintura.

Extrañamente no me gustó que hiciera eso, sé que no lo hizo con otra intención más que con la de darme seguridad, pero en otra ocasión me hubiera sentido emocionada por su agarre. Esta vez fue diferente.

Llegamos a una puerta, cruzándola estaba el exterior.

—¿Trajiste las llaves de hace un rato?—Preguntó y yo asentí.
Le di las llaves y él abrió la puerta. En segundos iba a poder ser libre.

Las pisadas se oyeron más cerca. SanHa y yo nos miramos, tragamos grueso y empezamos a correr.

No miraba hacía atrás. Tenía mucho miedo.

Dejamos de correr cuando ubicamos la ciudad. Los carros avanzando, las tiendas de diferentes productos, la gente caminando mientras reían o platicaban, el aire fresco; todo esto lo había extrañado.

—Hay que ir con la policía. Ahí les contaremos lo que pasó y podré llamar a Mark —Comenté mirando a SanHa.

—Sí —contestó indiferente.

Fruncí el ceño por un segundo, me giré y comencé a caminar hasta la policía.

[•••]

Terminé de declarar y el oficial me comentó que mis padres y hermano estarían felices de verme. Ignoré la parte de mis padres y fui hacia SanHa.

—Listo, ahora le hablarán a Mark... Y a mis padres.

SanHa que en todo el día me había estado ignorando me miró fijamente a los ojos.

—Lo siento mucho Hae. —Comenzó a llorar.

—¡Oye! Esto no es tu culpa, no llores.
Puedes quedarte con Mark y conmigo...

—Gracias Hae, eres la mejor amiga que alguien puede tener. —Sequé sus lágrimas y le sonreí.

—¡Hae!¡Hermana! —Gritó Mark corriendo hacia mí.

—¡Hija!—Yerim y MinSeok se apresuraron a caminar hacia mí.

Estaba en shock.

—¿Qué hacen aquí? —Retricedí, Yerim quería darme un abrazo.

—Somos tus padres.

—Já ¿En serio? —Me crucé de brazos.

—HaEun lo sentimos, de verdad. Fuimos malos padres pero...

—Quiero darme una ducha —los pasé de largo y esperé a Mark.

—Tienes que hablar con ellos, hermana.

—Hoy no, estoy cansada. ¿SanHa se puede quedar con nosotros?

—No sé, preguntáselo a nuestros padres —rodeé los ojos y caminé hacia el auto.

—Bien, eso es un sí. —Contesté y subí al auto.

[•••]


Llegamos a casa, y sí Yerim y MinSeok habían aprobado que SanHa se quedara.

—Tu cuarto es el segundo a la derecha —Yerim habló.

Me dispuse a subir.
Al llegar a mi habitación escogí ropa para ponerme y me metí a la ducha.

Cuando terminé de vestirme y cepillar mi cabello y me acosté en mi cama...

Pasaban las horas y no podía dormir.
Como si eso fuese poco comenzó a llover y los truenos eran muy ruidosos.
Salí de las sábanas de mi cama y caminé a la puerta de mi habitación. Dormiría con Mark.

Abrí la puerta de su habitación, entré y cerré esta con sigilo.

Moví un poco a mi hermano para que despertara.

—¿Quién es?—Preguntó sin abrir sus ojos.

—HaEun, tu hermana. ¿Puedo dormir contigo? Tengo un poco de... Miedo.

—Está bien —mi hermano se hizo a un lado y me acosté a un lado de él.

—Te quiero, descansa —. Dije.

—También te quiero, descansa.

Segundos más tarde me quedé dormida.




secrets ; sanhaWhere stories live. Discover now