Fantasía

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—¡¿Qué carajos fue lo que le diste?! —bramó Thor nada más entrar a la carpa de la reina Norn aquella mañana.

—Buenos días majestad —saludó esta, sin dejar de cortar un puñado de hierbas y sin prestarle más atención a su inesperada visita.

—¡Responde! —exigió el príncipe, dando un impaciente golpe en la superficie de la mesa.

Karnilla detuvo su labor y clavó sus penetrantes ojos oscuros en aquella mano insolente que le exigía respuestas, luego miro a su interlocutor y Thor supo que tal vez se había excedido en su comportamiento. Un Norn podía ser alguien muy alegre, pero muy peligroso si se les provocaba. Su baja población se debía, principalmente, a la enorme cantidad de duelos "por honor" en los que se veían envueltos casi a diario. Retar a la reina de todos ellos no era una buena idea.

—Lo lamento —se disculpó en un tono más moderado, pero no menos impaciente—. Simplemente me gustaría saber ¿Qué carajos le pusiste a mí cuñado en la poción? ¿Algún afrodisiaco tal vez?

—Nada de eso —fue su escueta respuesta.

Karnilla se puso lentamente de pie, sacudiendo sus manos y limpiándolas en las largas enaguas. Se encaminó despacio hacia un gabinete donde sacó unos costales con semillas, los acercó a su nariz catando su caducidad y regresó a su labor, con igual parsimonia. Esto estaba desquiciando terriblemente a Thor.

—¿Entonces? —insistió.

—¿Entonces qué?

Thor rio de forma hilarante ¿acaso esa mujer estaba jugando con sus nervios? Cuando estaba a punto de arremeter nuevamente ella lo interrumpió.

—La fórmula de esa poción no se puede alterar ni siquiera un poco —dijo con calma sin dejar de cortar ingredientes—. De hacerlo, correríamos el riesgo de que no funcione. En el peor de los casos, vuelve demente al que la consume al no poder diferenciar entre lo real y lo onírico ¿Por qué?

Esta vez, fue el rubio quien guardo silencio ante su pregunta. Si eso era verdad, y Karnilla no tenía por qué mentirle, significaba que aquel volcán de pasión que había descubierto en su cuñado era innato de él. Aquella revelación lo descolocó. La imagen de un Loki frio y distante, comportándose elegantemente ante los demás y la de un Loki agitado, montándolo fogosamente como si la vida le fuera en ello, eran dos imágenes que le costaba ensamblar en la misma persona.

Bastó que Karnilla viera la forzada calma con que el príncipe curioseaba sus cosas para saber lo que pasaba por su cabeza.

—Lo hizo participar ¿cierto? —aunque no necesitaba confirmación, el rosado color que tiñó las mejillas del guerrero lo hizo por él. Karnilla se echó a reír y el pequeño sonrojo de su interlocutor se tornó a un rojo intenso que cubrió hasta sus orejas—. ¿Qué pasó? ¿Resultó no ser lo que pensaba?

—Yo solo... —titubeó en voz baja—, solo le pedí que participara, de manera moderada... y... simplemente... —gruñó molesto estrujando un extraño muñeco de trapo que había encontrado entre los cachivaches de la reina ¿para que querría una mujer como Karnilla un muñeco de trapo? Al parecer era realmente importante, pues esta se aproximó hasta donde estaba y le quitó el juguete de las manos—. Lo desconocí —continuó con el relato, acercándose ahora a otra curiosidad—, ese no puede ser el chiquillo con el que se casó mi hermano ¡Es simplemente imposible! —dijo indignado.

—No tiene por qué serlo —contestó la morena, sirviéndole al rubio un vaso de su licor más fuerte: "aliento de fuego", de Muspelheim—. Todos los seres estamos compuestos por un caleidoscopio de posibilidades. Usted, por ejemplo: le puedo asegurar que su comportamiento como guerrero dista mucho del que muestra ante sus padres.

Un poquito de ayuda (Yaoi, Thorki, mpreg, +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora