prólogo

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Abri los ojos con torpeza mientras mi visión se adaptaba a la poco luz. Un pestilente olor, como a  sangre y carne descompuesta, invadió mis fosas nasales.
-Por fin despiertas. ¿Te gusta?-escuchè decir a la voz; era como un murmullo que golpeaba las paredes. Mis ojos lograron enfocar; me encontraba en una habitación oscura y pequeña. Una sustancia pegajosa se adhirió a mi mano.

Una silueta entre las sombras Sostenía  algo entre sus manos. Me acostumbre a la oscuridad y pude ver con más claridad. El cuerpo inerte de un  chico era el bulto que la silueta sostenía, ahora veía con claridad quién era.

- ¡es hermoso! sus ojos verdes, su cabello lacio y dorado, su piel impoluta, sus labios rojos y carnosos.  simplemente ¡Perfección!.

Estaba completamente aterrado, mis músculos se habían paralizado.

-Te hice una pregunta- volvió a hablar-¿No vas a responderme?- no consiguió ninguna respuesta de mi parte, la verdad no podía articular ni una sola palabra.

Extendió su mano tomando un bisturí.

-Bueno, al parecer te gusta más apreciar, ¡vaya! no crei que fueras del tipo vouyerista- tomo la cabeza de el chico e introdujo el objeto cortopunsante por debajo de la piel  arrancando sin vacilar el rostro del susodicho, dejando al descubierto la carne viva, mientras la sangre se escurría entre sus manos. Un grito se escapó de mi garganta sin poder hacer nada para reprimirlo.

-¡NO!

-Tranquilo, lo pondré bonito otra vez, sé que se ve mal, pero lucirá bello de nuevo- sonrió de forma diabólica.

Las lágrimas bajaban a toda prisa por mis mejillas. Sentía que me hundía en  un mar de desesperación.

-Me gustan sus ojos, pero ¿Sabes? No tiene mucho sentido dejarlos, sería escalofriante- hablaba mientras limpiaba con sumo cuidado el pedazo de carne que había extraído del chico. Sentí un fuerte apretón en mi estómago, como si apretujaran mis entrañas provocándome nauseas.

-para, por favor- mi voz salió en un susurro.

-¿Parar?-parecia no entender mi pregunta- si apenas empiezo Ian.

De repente alguien entro en la habitación, una mezcla de confusión y terror invadió mi cuerpo.

-has llegado!-dijo dando saltos- me preocupe, te demoraste mucho.

-no había alcohol, tuve que ir hasta la otra farmacia- no se había fijado que yo estaba allí, cuando dirigió su mirada hacia mi, vi pánico en sus ojos o eso creí, porque luego sonrió y le dió un beso en los labios a aquel ser despiadado que seguía en su labor de "embellecer", cómo me había dicho el magullado rostro que había desprendido del cuerpo de su dueño.

Ahí estaba de nuevo la sensación de que mis entrañas se saldrían por mi garganta. ¡RESPULSION! eso fue precisamente lo que sentí en aquel instante, y sin poder evitarlo más. Vomité, sentía que mi alma se desprendía con cada retorcijon.

Rostros #zelawards2019Where stories live. Discover now