Capítulo 5

7.9K 625 149
                                    

     Habían pasado unos días desde el primer día de clases. Hoy era viernes y ultimo día de la semana. Aunque no me emocionaba para nada saber que tendría que asistir a una fiesta que no quería.

Durante este tiempo había fortalecido mi amistad con Sarah, y seguía en contacto con Nicole. Nathan no había vuelto a buscarme en el instituto pero de vez cuando lo cachaba mirándome. Hablaba casi a diario con Sam, era un excelente chico, divertido y guapo. No sabía como siendo tan buena persona podía tener al idiota de Alec como mejor amigo.

—Señorita Parker— el profesor de química llamó mi atención, interrumpiendo mis pensamientos— ¿está prestando atención a la clase?

—Sí— mentí.

—Dígame que acabo de explicar.

—¿La razón de su calvicie?

Pude oír las risas de algunos en el salón, aunque no la del profesor. Al contrario, éste pasó de estar completamente serio a tener una expresión de furia en el rostro.

—¡Salga del salón inmediatamente!— me ordenó, señalando a través de la ventana.

—Pero...

—Sin peros— interrumpió— siéntate en el pasillo y reflexiona lo que acabas de hacer— dijo como si hubiera asesinado a alguien.

Bufé y tomé las cosas que estaban sobre mi mesa para salir.

—¡Y si alguien más no le interesa la clase, puede irse con ella!— esta vez fue dirigido al resto del curso.

Al contrario de lo que creí, alguien se levantó. Era Alec.

—A mi no me interesa— dijo y tomó sus cosas— ¿puedo salir?

Se empezar a escuchar murmullos en el resto del salón.

—Salgan de inmediato— nos echó— irrespetuosos.

Ambos nos fuimos de aquella clase y apenas el profesor cerró la puerta en nuestras narices, nos echamos a reír.

A continuación, me senté contra la pared para esperar que pasara todo el resto de la hora hasta el receso. El rubio se sentó a mi lado y miró al techo.

—¿Así que vendrás a mi fiesta?— sonrió de lado— al final no te repugno tanto como pensaba.

—Oh, si que me repugnas, Blossom— contesté sin mirarlo— y lo que menos quiero hacer es ir.

—Mis fiestas son excelentes, no hay forma de que la pases mal— dijo con arrogancia como siempre.

—¿Quién te contó que iría?— pregunté curiosa.

—Sam— respondió— me habla siempre de ti— rodó los ojos.

—¿Qué te dice sobre mi?

—Que estás buena y quiere acabar en tu boca— soltó.

Abrí los ojos como platos y me atraganté con mi propia saliva al oír aquello.

—Solo bromeaba.

—Idiota

Me acomodé como pude y cerré los ojos. Después de unos minutos en esa posición, caí en un profundo sueño.

[...]

Estaba en mi habitación, revisando cada centímetro de mi armario buscando un atuendo para hoy. Pero no había caso, no tenía nada para ir a una fiesta. Cuando vine a Los Ángeles, no podía llevar absolutamente toda mi ropa ya que sería mucha, por lo que tuve que donar una parte de ella. Había elegido regalar ls que usaba para salir ya que iba a una fiesta por cada muerte de obispo y no le daba mucho uso. Ahora me estaba comenzando a arrepentir.

El playboy es mi vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora