7 - ATANDO CABOS

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Intento levantarme, pero estoy demasiado débil. Mi cuerpo no reacciona y yo cada vez estoy más nerviosa. Lo que acabo de descubrir me aterra. Necesito respuestas y las necesito ya.

Intento tranquilizarme. Tal vez me estoy equivocando. Es una auténtica locura pensar que estoy en el pasado, pero... ¡Todo encaja! Cuando vi al joven Drogo, la mansión estaba en ruinas. ¡Y eso sólo puede ser el futuro!.

¿Y ahora qué hago? Si le digo esto a alguien pensarán que estoy loca. ¡Si hasta yo lo pienso de mí misma!

Piensa, Cris, piensa. Recapacita... Por lo poco que sé, soy una bruja prometida a un vampiro y embarazada de éste. Hasta ahí todo claro. Ahora vayamos por partes.

Primero. Según Sebastián, llegué a Mistery Spell con Tom y el pequeño Drogo, pero ellos no me recuerdan ni yo a ellos tampoco. ¿En qué punto perdimos la memoria? Quizás debería estrechar lazos con ellos. Puede que sea una manera de descubrir algo más.

Segundo. ¿Cómo llegué aquí? Debí utilizar algún tipo de hechizo o encantamiento. Está claro que debo averiguar más sobre mis poderes. Es la única manera de volver a la realidad.

Tercero. Esta casa... ¿Qué tiene esta casa? Enseguida me he sentido atraída por ella. ¿Casualidad? Empiezo a pensar que no existen las casualidades. Todo ocurre por algo y quizás estoy aquí por mi bebé. Mi bebé...

Cuarto. ¿Qué pasa con mi bebé? ¿Realmente es el niño prohibido? ¿Voy a estar continuamente en peligro? Porque esa es otra, resulta que estoy en casa de Viktor, el señor de los vampiros.

Siento un pequeño escalofrío y decido sacar la pequeña daga y ocultarla bajo la almohada. Por si acaso, nada más.

Quinto. Drogo... ¿Será realmente mi prometido? ¿El padre de mi bebé? Mi corazón me dice que sí, pero mi cerebro piensa que es demasiado perfecto para mí.

Sacudo la cabeza. No tiene sentido. Tiene que ser él. ¿Por qué si no le vi? Pude sentirle y besarle y sé que él también lo hizo.

En estos momentos sólo quiero una cosa, volver a verle.

Trato de levantarme de nuevo, pero mi cuerpo sigue sin responder. A pesar de que ese extraño líquido parece que me ha despejado la mente, no ha hecho lo mismo con el resto de mi cuerpo.

Decido intentar dormir. Tal vez lo único que necesito es un poco de descanso. Me acurruco en la cama y cierro los ojos. Enseguida el sueño se apodera de mí.

—Cris, ¿estás bien?

Abro los ojos y me encuentro al pequeño mirándome preocupado. Una sonrisa se me escapa mientras acaricio su mejilla.

—Sí, pequeño, estoy bien. Gracias.

Un suspiro de alivio se le escapa haciéndome reír.

—¡Menos ma!. Ya me habías asustado. ¿Y el bebé? ¿Está bien?

—Sí —contesto acariciando mi barriguita —. Los dos estamos bien.

—Entonces podrás jugar conmigo —sugiere emocionado. Yo me río.

—Vamos, pequeñín. No molestes a la señorita —dice la mujer entrando por la puerta —. Necesita mucho descanso.

—Pero mami —suplica el pequeño con cara de pena. Yo me aguanto la risa.

—¿Es que quieres que les pase algo a ella o a su bebé? —le pregunta seria.

El pequeño le mira, se vuelve hacia mí y agacha la cabeza.

—No —responde con tristeza.

Yo le cojo la barbilla y, levantándole la cara, le dedico una tierna sonrisa.

DC IV: LA FUERZA DEL DESTINO √Where stories live. Discover now