42 - DRACO

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—Todo comenzó el día de mi dieciséis cumpleaños —comienza a relatar —. Habíamos quedado, como siempre, para ir a la tumba de mamá y llevarle flores. Yo había terminado ya las clases e iba para casa cuando un bombón se cruzó en mi camino.

—¡Igualito que su padre! —exclamo llevándome la mano a la cabeza desesperada. Todos se ríen.

—Deja al chico que siga —me indica Drogo abrazándome —. Ya se formalizará. Aún tiene mucho tiempo.

—Eso es lo que más miedo me da —contesto con tristeza provocando risas de nuevo.

—Perdona, mamá —me interrumpe Draco —, pero, según he leído, no eres la más indicada para hablar.

Un repentino calor me inunda el rostro. ¿En serio? ¿Ha leído mi libro? ¿Puede haber algo más vergonzoso para una madre que el que su hijo conozca su vida sexual?

—Tú también... —le dice Drogo mosqueado —. ¿No podrías haberte saltado esa parte no? Y, además, ¿ qué demonios hacías tú leyendo su libro? 

—Si me dejáis seguir lo sabréis —contesta nervioso —. Y perdona, mamá, pero es que ya no soy un bebé —me indica con tristeza.

—Perdóname tú a mí —me disculpo con una tierna sonrisa —. Aún no soy madre y ya me porto peor que la mía. Lo siento.

—No pasa nada —me dice con una sonrisa —. El caso es que me fui con el bombón a celebrar mi cumpleaños y, claro, se me hizo tarde. Sin pasar por la mansión, me fui directo al panteón buscando una buena excusa por la bronca que me iba a caer. Cuando estaba a escasos metros, noté algo raro. Había muchas presencias y ninguna era buena. Tal y como papá me había enseñado, lancé un conjuro de ocultación sobre mi mismo y me subí a la copa de un árbol para acercarme sin ser visto. Una vez allí, lo que vi fue sobrecogedor.

Veo como sus ojos se empañan por las lágrimas y me acerco a abrazarle. Por su reacción parece que debió ver algo realmente horrible. Me da miedo saberlo, pero, a la vez, creo que debo hacerlo.

Un poco más tranquilo, se separa de mí agradeciéndome el gesto con una sonrisa y bebe un poco de sangre antes de continuar.

—Saliendo del panteón había un grupo de demonios y vampiros. Sus auras eran muy poderosas, sobre todo el de una chica de más o menos mi edad que, curiosamente, se parecía mucho a papá. Ésta parecía muy enfadada y se dirigía con gritos a un hombre de mediana edad al que llamaba abuelo. Le estaba reprochando que faltaba su hermano y el hombre le tranquilizaba diciéndole que con su padre era suficiente para lleva a cabo sus planes. Entonces vi como se llevaban a papá inconsciente. 

—¿Y qué hiciste?  —pregunta Drogo nervioso.

—No hice nada. No podía. Eran demasiados y yo estaba solo. Además, si habían podido contigo, poco podía hacer yo. 

—Hiciste bien —le indica en un suspiro —. Y ahora sigue, por favor.

—Cuando se marcharon y deje de notar sus presencias, me dirigí directo al panteón. La escena que vi me horrorizó. Estaban todos muertos. Nicolae, Peter, Sebastián y Lorie. Los habían vaciado.

Me llevo las manos a la boca horrorizada. ¿Quién pudo haber hecho tal cosa? ¿Cómo pudieron ser tan crueles? 

Drogo me abraza y veo en su rostro que está a punto de llorar. Esta historia le afecta tanto o más que a mí.

—Después de intentar reanimarles y asumir, por fin, que estaban muertos, entré en shock —continúa explicando visiblemente sobrecogido —. Salí del panteón como un zombie. Comencé a caminar por el bosque sin saber a donde me dirigía hasta que me topé con una cabaña. No tenía ni idea de que estaba allí y pensé que, si mis pasos me habían traído hasta aquí, sería por algo. Al entrar me llevé una gran sorpresa. Por todas partes había fotos de mamá. Supuse que era el lugar donde papá iba cuando se deprimía y desaparecía.

DC IV: LA FUERZA DEL DESTINO √Where stories live. Discover now