Capítulo 3

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Y le encantaría ver la cara de Brian Collier cuando descubriese lo que se había perdido...

El timbre del teléfono interrumpió sus pensamientos.

-Tienes que venir a casa -el típico saludo de su hermana Donna, ajena por completo a los «hola» o «¿cómo estás?». Su familia sólo tenía el número de teléfono del apartamento y un apartado de correos, de modo que no podían aparecer sin avisar.

-Hola, guapa -la saludó ______.

Su hermana y ella sólo hablaban en los cumpleaños y en Navidad. Como tenía niños, Donna no era capaz de mantener una conversación en la que no incluyese información sobre enfermedades, caídas, travesuras, etc. 

-______, tienes que venir a casa. 

-¿Has estado hablando con Jenna? 

-Qué va. Es por papá.

-¿Qué le pasa?

-Ha sufrido un infarto.

-¿Un infarto? -repitió ______, con un nudo en la garganta-. ¿Y cómo está?

-Mal. El médico no sabe si saldrá de ésta. 

-Ay, Dios mío. Pero si sólo tiene cincuenta y cinco años...

-Lo sé -suspiró Donna-. Tan joven... - al fondo ______ podía oír a su sobrina Shelley gritando como una posesa-. ¡Dale un caramelo a tu hermana, Byron! ¡Si quieres volver a jugar con Dimples dale un caramelo ahora mismo!

Una amenaza digna de un secuestrador, pensó ______. Dimples era el dinosaurio de peluche que ella le había regalado por Navidad y del que su sobrino no se separaba.

-Donna...

-Bueno, el caso es que mañana le van a hacer una angioplastia y ha preguntado por ti y por Warren.

-¿Ha preguntado por mí?

-Y por tu marido. Como es médico, quiere hacerle algunas preguntas, pero me mataría si supiera que te he llamado. No quieren preocuparte.

-Ya, claro -______ no sabía qué decir. Su padre estaba enfermo, quizá muriéndose. Y preguntando por su marido-. Tendré que buscar a alguien que se encargue de... la boutique. Pero no creo que Warren pueda ir conmigo. Está muy liado en... el hospital.

-Papá podría estar muriéndose, ______. ¿Cómo puedes negarle la oportunidad de conocer a tu marido? Te lo advierto...

-No tienes que advertirme nada, Donna.

-No, era a mi hija... ¡Shelley, sácate ese polo de la nariz ahora mismo! Mira, ahora no puedo seguir hablando.

-Pero Donna...

-Tienes que venir a Copper Corners como sea. ¡Byron, deja eso! Bueno, tengo que colgar. Te espero en casa.

______ se quedó mirando el teléfono. ¿Qué podía hacer? Tendría que volver a casa, decir que Warren... ¿qué podía inventar? ¿Que estaba con Cruz Roja en Sudamérica? No, eso ya lo había contado para justificar el vertiginoso matrimonio.

Inventar a Warren había sido un error. Primero les dijo que era su novio para tranquilizarlos, porque su madre estaba aterrada con el porcentaje de crímenes que había en Phoenix. Pero un día uno de sus novios contestó al teléfono a las siete de la mañana... y tuvo que decirle que se habían casado.

Pensar en el disgusto y la desilusión que se llevarían si supieran que nada de eso era cierto...

Los clientes del salón la mantuvieron ocupada durante todo el día, pero ______ no podía dejar de darle vueltas al asunto. Tatuó un águila, un sol naciente, un signo de la paz y convenció a una pareja de novios para que no se borraran el nombre del otro porque la pelea no iba a durar mucho tiempo. A las ocho, puso el cartel de «Cerrado» y subió a casa.

Mientras se hacía un té, encendió una vela de lavanda y una barrita de incienso. Su padre estaba enfermo... tenía que ir a verlo. Pero le daba pánico. Mentir por teléfono era relativamente fácil, pero hacerlo en persona seguramente le resultaría imposible.

Si hubiera un Warren disponible por ahí...

Bom. Bom. Bom. Alguien estaba golpeando la puerta de la tienda con tanta fuerza que podía oírlo desde arriba. ______ arrugó el ceño. ¿No habían visto el cartel de «Cerrado»?

A veces tatuaba a alguna pareja de amantes desesperados, fuera la hora que fuera, pero aquella noche no estaba de humor.

Una farsa de amor [Luke Hemmings] (Terminada)Where stories live. Discover now