Capítulo 2

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Al salir del avión, el enorme aeropuerto me llena de dudas. Quizás he actuado demasiado a lo loco, ¿qué voy a hacer aquí? Antes de seguir andando sin saber a dónde ir, me siento en uno de los sillones que hay para la gente que espera a su vuelo e intento pensar qué hacer ahora.Mi objetivo es poder encontrar una universidad cercana y en la que haya residencia para poderme quedar. Tengo todos los grados del instituto terminados y siempre he sacado muy buenas notas, así que puede que no tenga problema para que me cojan en alguna. Sin dudar un segundo, marco el número de la primera universidad que encuentro y rezo mentalmente para que alguien me escuche.

—Buenos días, ¿con quien hablo?—pregunta la voz de una mujer detrás del teléfono.

—Buenos días, me llamo Alexis— hago una pequeña pausa para pensar las palabras correctas antes de decir:—me preguntaba si habría alguna posibilidad de admitir a una alumna más en su universidad, sé que ya está el curso empezado pero...

—Difícil— dice la mujer y se me cae el alma a los pies.—el campus esta lleno, y además es una universidad de alto nivel, dudo mucho que fuera capaz de adaptarse.

—Por favor—insisto—mis notas son impecables, se las puedo enseñar si quiere.

—¿De qué universidad viene?— me pregunta.

—De la de Virginia— miento. Me hubiera gustado haber podido ir allí o a cualquier universidad del mundo, pero las circunstancias me lo impidieron. El trato de mi madrastra hacia mí iba de mal en peor, y los tratamientos de mi abuela eran cada vez más caros por lo que era yo la que le tenía que ayudar a pagárselos. Probablemente ella no sabía que tenía tanto dinero en su tarjeta, sino estoy segura de que me hubiera pagado ella misma la universidad.— estoy en el primer curso.

—Ah, con que es usted joven eh, ¿se ha mudado a Portland con su familia?

—En realidad no...estoy sola...me he mudado sola— digo insegura.

—Vaya...¿entonces quiere una plaza también en la residencia?— pregunta ella.

—¿Hay alguna posibilidad?

—Bueno... tendría que consultar con rector de la universidad, ¿le importaría pasarse por aquí a las cinco y media?

—Sí...quiero decir no— dejo de hablar para no cagarla más y suspiro antes de decir:—allí estaré; gracias, gracias y mil gracias.

—No se haga demasiadas ilusiones Señorita Alexis, pero haré lo posible para que tenga su plaza—dice antes de colgar. No puedo evitar sonreír y hago caso omiso al comentario de que no me haga ilusiones, sintiéndome cada vez más emocionada.

Para ser sincera, la universidad me da miedo, mucho miedo. Con la gente adulta sé hablar sin ningún problema pero con la gente de mi edad, sencillamente no puedo. Cuando era más pequeña era de las más populares de mi clase, todo el mundo me invitaba a sus cumpleaños e incluso me votaban como reina del baile cada curso; pero después de la oleada de cosas que me pasaron de un año para otro, me convertí en la rara, en la chica a la que nadie quería acercarse. La gente que se cruzaba conmigo por los pasillos evitaba mirarme a los ojos, y muchos de ellos se cambiaban de acera cuando coincidíamos en una calle. Para mí era muy duro y poco a poco fui siendo yo la que se escondía de la gente y no al revés. Me fui convirtiendo en una persona insegura, callada y asustada. Cuando terminé el instituto tardé muchísimo en poder encontrar un trabajo, ninguno me duraba nada por el simple hecho de que la gente que me conocía salía corriendo al verme como dependienta o camarera. Así que todos los días cogía el metro y me iba a la otra punta de la ciudad para que nadie me conociese. Mi idea aquí es pasar desapercibida, no me conoce nadie ni quiero que nadie lo haga. Me centraré en estudiar y aprender todo lo que pueda en la universidad. Si me mantengo escondida, todo saldrá bien.

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