Capítulo 3

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Mi compañera de habitación demuestra que no ha mentido con la frase de "no vamos a ser amigas", ya que ni si quiera se esfuerza en dirigirme la mirada. Desde que ha entrado en la habitación lo único que ha hecho es hablar por teléfono con un tal Ben.

—Sí, ¿a que es increíble? Me han puesto una compañera de habitación, a mí, a Ashley Cooper—le cuenta al chico como si yo no estuviera delante—encima no tiene casi ropa y es horrible, quiero volver a estar sola.

Finjo una tos falsa para que se de cuenta de que la estoy escuchando y la miro molesta. No esperaba encajar con una chica como ella, pero eso no quiere decir que me no me merezca un respeto. Ella cabreada pega un pisotón fuerte y sale de la habitación enfadada. Decido aprovechar a que se ha ido para guardar toda mi ropa nueva en el armario. No es demasiado grande. Nada en esta habitación lo es. Las camas son pequeñas y si tuviera claustrofobia no creo que aguantara demasiado en esta pequeña parte de la universidad. Además las paredes pintadas de azul oscuro y la presencia de una sola ventana diminuta hacen que la habitación parezca todavía más pequeña. Aún así debo decir que me resulta bastante acogedora. 

Cojo las bolsas con mi ropa y las llevo hasta el armario de madera. No me sorprende encontrármelo lleno, Ashley no compartía habitación con nadie; pero, me da la sensación de que aunque me hubiese tenido como compañera antes no me habría dejado mucho más espacio. Aparto algunas de sus prendas y me hago un pequeño hueco para dejar mis cosas. En el fondo voy a tener hasta suerte de no haberme traído ninguna pertenencia, o por el contrario estoy segura de que habría tenido más de una discusión con mi compañera para poder tener un espacio donde guardarlas.

Es tarde, hoy ha sido un día agotador y estoy muy cansada así que a los pocos segundos de tumbarme en la cama me quedo dormida. Mañana empiezan las clases y sé que será un día muy largo.



La odiosa música de la alarma de mi móvil me despierta. Ha llegado el día Alexis. Aquí empieza tu primer día de universidad. 

La cama de mi compañera sigue vacía así que no tengo que pelearme con nadie para poder usar el baño primero. Los nervios hacen que vaya de un lado a otro mientras me arreglo. No me hago nada especial, tan solo me desenredo el pelo y me visto con los primeros vaqueros y camisa de cuadros que encuentro. No quiero llamar la atención, así que me limitaré a ir a mis clases y a esconderme para poderme relacionar con cuanta menos gente posible.

Al salir de la pequeña habitación, la inmensidad de la universidad me ahoga. Cruzo despacio el pasillo de la residencia y me dirijo al edificio mayor para encontrar la forma de llegar a mi facultad sin preguntar a nadie cómo. Una vez allí, veo sin esfuerzo el gran mapa que ayuda a los estudiantes a localizarse el primer día, al parecer tengo que cruzar todo el parque de la universidad para poder llegar a mi facultad. Miro mi reloj. Hasta dentro de unos veinte minutos no empieza mi primera clase, así que no hace falta que vaya agobiada. Llegaré a tiempo. Camino tranquilamente por detrás de los árboles y observo todos los rincones para irme familiarizando con el lugar. No es difícil, mientras siga andando por aquí detrás, el riesgo de encontrarme con alguien que me juzgue es de un cero por ciento. De repente empiezo a oír las voces de lo que parece una discusión:

—Puto chivato, como vuelvas a decir algo de mí....

—Te juro que no he dicho nada, por favor, no me pegues.

—Ay que poquito me conoces si te crees que no te voy a pegar.

Intento ignorarlo y pasar de largo, lo que menos necesito ahora es meterme en movidas el primer día de universidad. Sin embargo no puedo evitar recordar cómo me trataron a mí y lo mucho que hubiera necesitado la ayuda de alguien. Pero no Alexis, se acabó el ser un angelito para todo el mundo, te toca pensar en ti misma.

—Por favor déjame, por favor.— De repente suena un fuerte golpe. Ya está, tengo que hacer algo. Hago caso omiso a la vocecita de mi cabeza que me dice que no me meta y paso entre los arbustos directa a la escena. Un chico moreno, fuerte y con los brazos llenos de tatuajes sostiene del cuello de la camisa a un chico flacucho y pelirrojo que le ruega que le suelte.

—Anda una cara nueva— dice el chico moreno.— ¿Qué tal rubita?

—Suéltale— digo rápidamente. 

—¿O qué?— dice él mirándome desafiante y con el chico pelirrojo todavía en sus manos.

—Por favor— le ruego y él se ríe.

—Fíjate, si el pringado tiene una amiga— le suelta el cuello y le tira al suelo de un fuerte empujón.—Ya le he soltado, ¿contenta?

Le ignoro y voy corriendo hacia donde se encuentra el chico pelirrojo para ayudarle a levantarse, pero el moreno se pone en medio.

—¿Qué haces?— le digo tratando de apartarle.

—No sabes donde te estás metiendo rubita, plantarme cara no ha sido una buena idea— dice y se va dándome fuerte con el hombro. Me gustaría decirle que no le tengo miedo, que es un abusón y que le pida perdón a este chico, pero no puedo, por la sencilla razón de que sí que me da miedo. Así soy yo, una cobarde que todavía no se cree que le haya plantado cara a un chico que le dobla la altura, pero que está segura que no lo va a volver a hacer más.

Me acerco al pelirrojo el cual sigue todavía en el suelo y él me mira con una sonrisa.

—Gracias, de verdad, eres una chica muy valiente—me da la mano para presentarse y seguidamente dice:— Mi nombre es Arthur, nunca nadie antes había plantado cara a Kaden, y mucho menos por mí.

—Siempre tiene que haber una primera persona para todo—sonrío.—Mi nombre es Alexis, soy nueva. 

—¿En qué facultad estudias?—dice y cualquier mínimo pensamiento de hacer un amigo se me esfuma rápidamente. Miro la hora. Mierda mierda mierda. Las clases ya han empezado.

—Enfermería, llego tarde—le digo mientras muevo la mano para despedirme— nos vemos por ahí.

Empiezo a correr por medio de todo el parque y después de tropezarme y no caerme por lo menos cinco veces, consigo llegar a la facultad. Escucho al profesor hablando desde detrás de la puerta. Soy un desastre, siempre hago todo mal. Ahora tengo que entrar en medio de la clase y encima soy nueva y me da mucha vergüenza. Golpeo un par de veces la puerta y la abro haciendo el menos ruido que puedo. De repente todas las personas que se encuentran en la sala se giran para mirarme y yo me siento en la primera silla que veo para que las miradas dejen de clavarse en mí. Tierra trágame por favor. En seguida me doy cuenta de que la chica que tengo al lado me resulta demasiado familiar. ¿Qué? ¿Ashley estudia también enfermería? Dios mío, el día no ha podido empezar peor. Me he metido en la primera movida, mi compañera de clase y de habitación es una borde y me odia, he llegado tarde a mi primera clase y encima mis planes de pasar desapercibida han sido tirados al suelo como el chico pelirrojo de pecas.

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