Capítulo 4

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La primera hora se pasa bastante rápido. He tenido suerte en que el profesor no me haya hecho salir a la pizarra a presentarme. Recuerdo que cuando iba al instituto, cada vez que llegaba alguien nuevo tenía que explicar un montón de datos sobre su vida que realmente no le importaban a nadie. Y solo me faltaba haber tenido que hacer eso yo también. 

—¿Enfermería?¿En serio?¿Por qué me persigues?—me dice Ashley con voz chillona mientras salimos de clase.

—No tenía ni idea que estabas estudiando esto, y mucho menos que ibas a ser mi compañera de habitación—la explico tratando de calmarla.

—¿Me vas a seguir acosando?—pregunta cruzada de brazos—lo único que te falta es robarme a mi novio también.

—No lo haré tranquila, y perdón por molestarte tanto— la digo y ella asiente satisfecha con mi respuesta.

—Vale, ni me despido de ti porque seguro que nos volvemos a encontrar mil veces más— pongo los ojos en blanco y ella me sonríe, sorprendiéndome totalmente con el gesto.

Asisto al resto de las clases de por la mañana, y por suerte no me hacen presentarme en ninguna, por lo que consigo pasar desapercibida mejor de lo que pensaba. Todas las clases aquí son super grandes, y más que aulas parecen salas de cine. Además las asignaturas son muy amenas y son muy interesantes para mí, por lo que se me pasa volando el tiempo. Ashley va a las mismas asignaturas que yo, pero he intentado sentarme lo más lejos de ella para no "molestarla", y desde luego no se puede quejar; sin embargo, no la he visto con demasiadas amigas lo que tampoco me extraña tanto si con ellas también tiene esa agria personalidad. 

Es la hora de comer así que me dirijo a la cafetería. Teniendo en cuenta el tamaño de las clases, la cafetería tiene que ser inmensa y definitivamente no me equivoco, ya que al cruzar la puerta la enorme sala me hace sentir muy pequeña. He escogido mala hora para comer, ya que es la hora punta en la que todos los estudiantes se encuentran de un lado para otro, hay grandes colas para comprar cualquier cosa de comida y abrirse paso entre la gran multitud es una tarea de lo más difícil. Echo un vistazo a la gran variedad de alimentos que ofrecen y arrugo la nariz al ver el mal aspecto que tiene todo. Nunca he sido exquisita para la comida pero esas judías con salsa verde no son demasiado apetecibles, así que finalmente opto por coger un simple sandwich mixto. Espero que ofrezcan más comidas otro día, porque como tenga que basar mi dieta en estos sandwiches voy a acabar más delgada de lo que ya estoy.

—¿Hola? ¿Alexis?— escucho una vocecita suave detrás de mí que me golpea el hombro para que me gire, así que eso hago. Es una chica flacucha, de pelo negro y muy liso, con unos enormes ojos color café y pequeñas pecas repartidas por toda la cara.—Mi nombre es Emma.

—Hola, encantada—contesto sin entender nada.

—Me ha contado mi hermano que le has plantado cara, casi nadie se atreve a enfrentarse a él, eres muy valiente—esbozo media sonrisa.

—En verdad no he hecho nada—digo quitándole importancia. Y es que en verdad no la tiene. No le he plantado cara realmente, tan solo le he dicho que soltase al chico.—podría haberle dicho muchas más cosas, tu hermano es un capullo y no entiendo por qué la había tomado con ese pobre chico pelirrojo. 

—¿Qué? No. Kaden no es mi hermano, sino ya me habría suicidado—se ríe y yo le devuelvo el gesto avergonzada.—Mi hermano es Arthur, el chico pelirrojo.

—Perdón, es que...

—Ya sé que no nos parecemos nada, pero te juro que somos hermanos— dice leyéndome el pensamiento.—Me ha hablado mucho de ti antes, y necesitaba conocerte, ¿te apetece  comer conmigo?—Asiento y ambas buscamos un sitio vacío donde sentarnos.

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