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Diez dólares habían sido su recompensa por una semana enmendando ropa.

Era poco, pero estaba agradecido por ello. Era el comienzo de su plan.

Dividió la cantidad en partes exactas. Una para su madre y otra para María Reynolds. Entregó la primera con una gran satisfacción bullendo en su pecho y guardó la segunda, aún sin saber como la haría llegar a manos de María.

Quizás la señora Reynolds no deseaba verlo y lo echaría a patadas de su hogar, temía ser rechazado de tal manera.

O, tal vez, la mujer malinterpretaba su dinero, entendiendo que era la paga de Alexander por sus "servicios".

Quién sabe.

Ya le pediría ayuda a Theo respecto a ese tema, ella siempre tenía la razón.

De amor, odio y otras tragedias | PhildosiaWhere stories live. Discover now