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Agustina por primera vez estaba pensando en que el tiempo a pasado demasiado rápido para los dos, todo fue apresurado, tan precipitado que no se había puesto a pensar en que nunca se ha cuidado. Se llevó la mano al vientre, y pensó en los raros comportamientos de Gook, pero se negó, no se pondría en pensar algo así tan de repente, ya que era sumamente normal para ella los atrasos menstruales.

El sonido de la puerta la interrumpió, vio como Gook entró con una camisa blanca desprendida y un boxer negro, sus piernas son tan fuertes y grandes, podía ver su bulto a través de la tela fina de su ropa interior, esa camisa le quedaba de infarto, ya que ajustaban demasiado sus brazos, tenía el pelo peinado bien y negro con el flequillo de costado. Agustina pensó que cualquiera creería que él nunca estuvo en una selva Salvaje, tal vez pensarían que solo vestiría trajes de la más alta calidad, conduciría coches lujosos y sería todo un magnate, ¡pero no! Gook era un joven con demasiada suerte, supo sobrevivir bien sólo hasta que ella llegó a su vida.

- ¿Cómo estás, cariño? -le preguntó a Gook, pero este ya había leído la mirada de su hembra y le sonrió y alzó una ceja, ladeando su cabeza como siendo irónico.

- ¿Y... cómo crees que estoy? -mientras se acercaba a ella y se subía de apoco en la enorme cama blanca con las rodillas flexionadas acechandola.

- Yo... yo... creo que estás hermoso... -con un hilo de voz, Gook la superaba, la llevaba a las estrellas con solo mirarla, su cuerpo como un imán se entregaba automáticamente a él, con una miraba él podía descifrar todos los secretos de ella, mientras se hacía camino hacia ella le sonreía seductoramente.

- Hueles tan bien, que quiero... -susurró acercándose a ella y la miró con rudeza y poniéndose a horcajadas sobre ella tomó con sus manos el rostro de Agustina y la miró fijamente-. Comerte, quiero comerte. Están duritas mis florecitas -ronroneó al ver los pechos estremecidos por tanta cercanía.

Agustina sumida en la imagen tan caliente de ver como un majestuoso hombre se sentaba en sus piernas y sin despegar la mirada de ella, la deseaba y ella encantada por la obra de arte que tenía en frente, Gook estaba esculpido por los dioses griegos sin duda.

Rugió su macho al ver como ella lo adoraba.

- No me mires así, por favor -suplicó caliente Gook-. Eres demasiado hermosa y lo estás más ahora -la miró con ternura mientras apretaba una sonrisa que hizo resaltar sus lindos hoyuelos-. ¿En qué piensas?

- Sólo pienso que no hemos sido cuidadosos, pero cuando te pones así, cuando me miras de esa forma, todo mi ser sólo quiere adorarte, solo quiero hacerte el amor, solo quiero estar contigo y pierdo la cordura por ti -Gook no entendió, pero si entendió que no tiene control, él no entendía cuando le hablaban muy rápido.

Se bajó de ella y la puso en su regazo con las piernas abiertas y la beso profundamente, mientras ella lo desnudaba, ella se tiró esperándolo mojada a que se sacará el boxer, Gook la miró, estaba tan acelerada que sabía que debía estar con ella rápido. Se colocó arriba de ella y se metió, la embestió lentamente, ambos gemían. Sus sexos estaban hechos el uno para el otro, la sentó en su regazo y la penetro de nuevo mientras besaba, estiraba y mordida sus pezones, subía los besos a su cuello, mordía ahí en el punto donde a ella le hacia temblar. Gook no aguanto tanta sutileza y la llevo a pared que está al lado de la ventana, la apoyo ahí con fuerza, la sujetó y la embistió rápida y profundamente, puesto que la sostenía de debajo de sus rodillas con el antebrazo mientras sus manos hacían fuerza en la pared.

Rugió y atrapó los labios de Agustina, estiró con sus dientes y ella gemía y lloraba de tanto placer que le daba.

- ¡Dios! ¡CARIÑO! ¡¡Síí!! ¡¡Gook!! -gemió alto hasta venirse.

SALVAJE •••Donde viven las historias. Descúbrelo ahora