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Todos los ojos puestos en Gook, o más bien en Jeon JungKook.

Gook por su parte no entendía nada y se limitó a mirar con el ceño fruncido a aquellos hombres de trajes que lo miraban como si él se tratara de una autentica estatua de oro, dirigió la mirada a sus suegros y vio como Simeón leía los papeles de las investigaciones y Beatrice lo miraba encantada como siempre, Agustina lo miro con ojos de ternura y asintió, dando a entender que todo estaba bien.

- Señor Simeón, ¿ya terminó con los documentos? -preguntó el investigador.

- Sí, ya lo hice, puede explicarle mejor a mi hija por favor -pidió Simeón.

- Claro como no señor -miró a Agustina y Gook reaccionó, la puso en frente de él y la apretó contra él-. Tomen asiento por favor -sugirió.

Gook estaba muy celoso, no queria que mirarán a su hembra.

- Seré breve, el señor Gook es único y legítimo heredero de la familia Jeon, creímos que tal familia había desaparecido por completo por largos 17 años, la familia Jeon hizo un viaje de vacaciones pero su avión privado no llegó a destino, tres años después se encontraron los restos del jet hecho trizas, los cuerpos de la Sra. y Sr. Jeon ya estaban en una descomposición completa, pero nunca encontramos el cuerpo de JungKook, el pequeño de 7 años de edad estaba desaparecido en medio de la gigantesca selva, rastrearon todo el lugar sin ningún éxito, se le dio un acta de defunción como desaparecido o devorado por algún animal salvaje. Mil disculpas y condolencias Señor Jeon, como parte de aquella investigación pido disculpas por no encontrarlo a tiempo, pero veo que se ha mantenido bastante bien, ya es todo un joven de 25 años. Por mi parte digo que su multimillonaria cuenta esta intacta, y sus empresas en funcionamiento bajo el mandato de su primo Kim TaeHyung, la Familia tuya es de descendientes coreanos, magnates diría yo, menuda suerte, Agustina -rió sarcástico aquel frío investigador.

Gook no se sentía para nada bien, su cabeza estaba apunto de estallar con tantos recuerdos y visiones rápidas que venían a su mente, Agustina lo vio un poco confundido y temió que tal noticia le haya impactado demasiado, sin dudas los hombres de su padre, eran hombres de absoluta e intachable confianza, conseguían información lo mas rápido que podían y lo hicieron todo en menos de una semana.

Agustina y Beatrice llevaron a Gook a recostarse para que se despejara y tranquilizara un poco, él sujetó fuerte la mano de su amada.

- No te vayas por favor, ¡quédate conmigo mía! -le reclamó angustiado.

- Claro que sí, cariño, me quedaré recostada contigo -le acarició la mano.

- Los dejo, cariño, cuídalo. Pobrecito, está demasiado impactado -dijo Beatrice acongojada por Gook, realmente lo quiere mucho.

Agustina despidió a su madre y puso seguro a la puerta, procedió a sacarse aquel vestido de seda fría, se despojó de sus zapatos y desnuda se recosto al lado de su varón.

- Desnudame -le pidió.

Agustina trago seco, ella sabía que la desnudez de Gook era su máxima debilidad, nunca se acostumbraría a verlo desnudo, porque cada vez que lo miraba encontraba algo más atractivo en él, sabía que cada parte de su cuerpo era única y nunca vió nada igual.

Se sentó a su costado con las piernas dobladas como un servatillo, Gook se sentó en la cama y con una mirada profunda la miró a los ojos, ella vio a detalle su rostro tan varonil, su quijada marcada en v, su labio superior fino y el inferior un tanto carnoso color rosa pálido que estaba adornado por un lunar pequeño perfectamente ubicado en el centro del mismo, sus pómulos marcados, su nariz un tanto prominente pero atractiva, sus ojos almendrados café oscuro, sus pestañas tan finas y oscuras, sus cejas rectas y pobladas como si estuvieran pintadas, su pelo desarreglado con flequillos que caían de costado. Sin dudas si él estuviera lejos de ella, ella simplemente moriría.

Gook la tomó de la cintura, acunó uno de sus senos y lo masajeó con el dedo pulgar, Agus ya no podía mantener la respiración normal, llevo las manos al dobladillo de su remera blanca y tiró hacia arriba para desnudar su pecho, aún mas despeinado lo vio, con sus labios entre abiertos como esperando un beso de ella, se fue de su regazo para quedarse de pie al costado de él y suavemente lo empujó para que se sentara, llevo sus manos de nuevo al botón de su pantalón y procedió a sacárselo junto con el bóxer, ya que sabía que él querría estar desnudo; sorprendiendola, su aliento se fue y olvidó como respirar al verlo tan caliente con su erección palpitante y escucho como a él se le escapó un gemido de placer.

- ¡Ven! -pidió Gook.

Agustina se puso a horcajadas sobre su erección, fue tan directa que se hundió en el sin decir ni una palabra, Gook la tomó de la nuca y la acercó a sus labios para besarla.

- Eres mía -gimió-. Sólo mía -rugió mientras la devorada Agustina se limitaba a asentir.

Sus senos se movían al compás de los saltos que daba arriba de Gook, él se sumergió en el lago profundo del placer, la tomó de las caderas y la elevó un poco para darle estocadas más profundas sintiendo como aquel botón hacia ese efecto delicioso que muy pronto disfrutaría de ella. Agustina en un gemido grave, sudada y con los cabellos alborotados llegó a su clímax, Gook gimió al sentirla tan mojada, pero él se encargó de empaparla aún mas con su semilla.

Se despegaron, se acostaron y se miraron, puesto que con la mirada se decían cosas que solo ellos sabían, cayeron en un profundo sueño abrazados y con las piernas entrelazadas.

- ¡NO, NO! ¡MAMÁ, MAMI! ¡PAPA.! -gritó Gook.

- Dios Santo, cariño, aquí estoy.

Gook abrió los ojos asustado, sudado y con la respiración acelerada, Agus desesperada vio como su pecho subía y bajaba, pareciera que estuviese apunto de tener un paro cardíaco. Lo abrazó, se subió encima de él y acarició su nuca, lo besó en la altura de la clavícula.

- Mi madre, mi padre, Agustina... ¡un Jet! ¡Murieron! -lloró amargamente como si hubiera vuelto a aquel fatídico momento-. ¡Sólo me quedan ustedes! Nunca me dejen.

Agustina no entendía por qué hablaba en plural.

- Aquí estoy, aquí estoy contigo y para siempre cariño -gimoteó aún en su regazo.

Una vez que se había calmado Gook de su recuerdo, se acostaron de nuevo.

Él la miró con ternura, la besó tierna y profundamente hasta tocar su corazón, bajo los besos por su quijada, cuello, pecho, estómago y se detuvo en su vientre, miró con ternura el mismo y luego la miró a ella para seguir con los besos a su vientre, con sus brazos fuertes abrazó sus caderas y posó su cachete en el vientre y rió de costado, dando luego un último y ruidoso beso para acostarse de nuevo en su vientre y quedar profundamente dormido en esa posición. Agustina quedó muda y soltó una lágrima de felicidad, todas sus dudas habían sido respondidas por nada más y nada menos que su amor incondicional.

Sin duda Gook los amaba con una pasión salvaje.

Sin duda Gook los amaba con una pasión salvaje

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SALVAJE •••Where stories live. Discover now