Abierto

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Capítulo trece.

Estaba preocupado. Solo faltaba una semana para acabar el año, ya tenía localidad donde ir y planes para el verano. Pero ella... era un hilo suelto que no lo dejaba dormir, literalmente.

Sabía que todo lo que ella hacía, lo hacía con un propósito, pero era inevitable no pensar en todo lo que puede salir mal. En especial, con Dumbledore en Hogwarts. Claro que su profesora de Estudios Muggle se movía como si conociera el castillo como la palma de su mano. Y conocía a los elfos y a los fantasmas, conocía a cada alumno, aún si este no estaba en su clase. No se quedaba encerrada en su habitación, salía y se relacionaba con todos. Los profesores la querían ya que ella era la más joven y más abierta de todos. ¡Si supieran todo lo que ella sabe y no cuenta! Si ni siquiera él sabía. ¡Ella sabía oclumancia! Ella era una incógnita.

¿Quién era Hermione Granger? Le había pedido a Malfoy y Lestrange, quienes tenían contactos más próximos al Ministerio, que lo averiguaran. Nadie sabía nada de ella hasta el año pasado, cuando se presentó en el Ministerio, avalada por el profesor Dumbledore, para rendir sus EX.T.A.S.I.S. Sabían que era nacida muggle pero no tenía domicilio en Londres u otro lugar en Inglaterra, algunos especulaban que venía de las colonias y otros de América. No padres, ni hermanos, ni tíos, ni abuelos, nada.

Un misterio.

Pero él... estaba preocupado por ella. Y quería solucionar eso.

Por eso la citó.

Y llegó corriendo, con la varita en la mano.

-¿Melanía está bien? –preguntó de inmediato.

-Sí. –le extrañó la pregunta. ¿Por qué preguntaba por el basilisco?

-Entonces, ¿por qué me citaste aquí, en la Cámara? ¿Encontraste algo interesante? –preguntó Hermione bajando apenas su varita.

Debía suponer que su mente conjugaría mil y un escenarios.

-No, solo quería hablar con usted en privado, sin oídos ni ojos indiscretos.

Hermione alzó una ceja al estilo Malfoy.

-Oh. ¿Y de qué?

-¿Qué hará en el verano?

Ahora alzó las dos cejas.

-Tengo planes, por supuesto. El sueldo de una profesora no es algo que te permita unas vacaciones, pero tengo citas y lugares que visitar.

-Y Dumbledore, ¿tiene idea de lo que hará?

-Solo una parte. ¿A qué viene este interrogatorio? ¡No me dirá que está preocupado por mí, señor!

Demasiado lista.

-Y si así fuera... ¿qué?

Ella agitó la mano como si espantara una mosca. ¡Adoraba ese movimiento despreocupado!

-No se preocupe, o le saldrán arrugas.

-¡Es que no lo entiendes! Te estás metiendo con personas poderosas...

-Yo también lo soy, señor Riddle. No me subestime.

-Ese hombre tiene muchos contactos y sabe manipular al director...

-Lo sé. Y tengo un plan si llegaran a echarme. Y tengo otro por si el plan B no funciona. En realidad, tengo hasta la letra L... -"y eso si algo ocurre aquí", pensó ella.

-¡Esto no es un juego! –en un arrebato, la tomó de los brazos y la sacudió para hacerle entrar las palabras. Él era un poco más alto. -¡Estarás en peligro constante! Y yo he pensado en una solución.

Hermione parpadeó como una avecilla asustada, sus mejillas coloreadas y su respiración agitada por el temor momentáneo que le causó la reacción de Tom. ¡Estaba completamente frenético, histérico! Y todo por ella.

-Oh. –apoyó tentativamente las manos en el pecho del ex lord oscuro. -¿Y qué es lo que has pensado, Tom? –se animó a tutearlo. No había mucha diferencia de edad.

-Te haré mi prometida.

-¿¡Qué!? -gritó completamente en shock.

-Lo he consultado con Melanía. Ella dijo que una forma de darte inmunidad, es si posees el anillo de futura señora Slytherin.

Hermione hizo un mohín. ¡Maldita serpiente rastrera y celestina!

-Eso es completamente loco. ¿Y si encuentras a alguien que quiera que lleve ese anillo?

-Eso jamás pasará.

-"Nunca digas de esta agua no he de beber".

-No me vengas con frases hechas. No hay nadie sobre la faz de la tierra que tenga ese poder sobre mí.

-Cuidado, Tom. Estás demostrando más de lo que pretendes.

-¡Deja de sermonearme! Toma el anillo. –le extendió una pequeña caja.

-¿No me lo pondrás tú? ¿No te pondrás de rodillas y solicitarás mi mano...? -jugó humorísticamente.

-No estoy para juegos, Mione. ¡Toma el maldito anillo!

-No. Lo siento. No puedo. -dijo completamente seria.

-¿Qué?

-No lo entiendes

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-No lo entiendes. Estás desarrollando sentimientos, Tom. Te estás abriendo, y descubriendo que hay gente que te importa lo suficiente como para pensar en su bienestar.

Tom retrocedía y sacudía la cabeza.

-¡No! ¡YO NO SOY ASÍ DE DÉBIL!

-Eso no es debilidad, Tom. Es la fuerza de todo ser que pelea por algo más que uno mismo. Es la fuerza que me lleva a quedarme en este colegio por los alumnos que están y vendrán. Es la misma fuerza que tenía tu madre por darte la vida.

-¡NO METAS A MI MADRE EN ESTO!

-En todo caso, no puedo aceptar el anillo. –se acercó y tomó la mano que sostenía la alhaja. –Yo soy la artífice de mi destino, no tomaré ventaja que no me corresponde. Te queda un año en Hogwarts. Tienes todo un mundo por ver, contemplar y saborear. Y una vez que vuelvas, con el conocimiento adquirido, harás de este, el mundo mágico, algo mejor. Y espero que sea para todos los magos, y no solo una minoría.

Y sin más, salió de la cámara, dejando perplejo y sorprendido a Tom.

"¿Qué demonios había pasado?"

(Del otro lado de la cámara, una serpiente madre se golpeaba la cabeza con una figurativa palma)

Estudios muggles (editando)Where stories live. Discover now