Enfrentando al Destino

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Capítulo catorce.

Lo que había pasado fueron los años. Tom se graduó y se fue de Hogwarts sin mirar atrás, y Hermione se quedó enseñando Estudios Muggles, una materia que fue extendida a los años inferiores por iniciativa del director Dippet (aconsejado por una entusiasta profesora). Ahora trabajaba de lunes a viernes en varios horarios y los sábados continuaba con sus clases de magia natural y protocolo. Hogwarts, junto con una academia hindú, se jactaba de ser el único colegio en impartir clases sobre esa disciplina ancestral y perdida.

Tom salió al mundo. Hermione le abrió los ojos y le mostró que él era tan muggle como mago, y podía pasar por cualquier mundo sin problema. La guerra estaba en su apogeo y él visitó varios países, más que nada para "salvar" propiedades, artículos y libros de dudosa procedencia de la destrucción total. La fortuna Slytherin, que era sustanciosa luego de mil años de interés, le sirvió para algo más que sobornos y vida fácil. Él era, ante todo, un erudito. El conocimiento era poder. Cosa que él pretendía.

Pero... no podía apartar a una castaña de ojos brillantes y mente rápida. Se dio cuenta que el poder era frío y solitario, y el mundo era un lugar vacío si no tenías a nadie con quién contemplarlo.

Estando en Delfos, mirando el atardecer, se dio cuenta de eso. Hermione Granger, una profesora que no era muy mayor a él, que le había mostrado otra forma de pensar, más crítico y analítico, una mujer completa que lo enloquecía e incentivaba. Entonces, se decidió por ir a encontrarla. Sabía que todavía estaba en Hogwarts, porque se carteaban, no seguido pero sí con frecuencia. Hoy tenían una salida a Hogsmeade en la que ella participaría para "cuidar" de los alumnos. No había forma de que perdiera la oportunidad.

La encontró a los límites de Hogsmeade, empujando a los chicos, profesores y cualquier transeúnte que decidiera pasarla.

-¡Mione! 

Había comenzado a llamarla así en sus cartas.

-Tom, ¿qué haces acá? -preguntó intrigada por ver a su amigo por correspondencia en Hogsmeade. 

-¿Qué se supone que estás haciendo? -no pudo evitar interrogarla. No era propio de ella misma saltarse su responsabilidad.

-Yo pregunté primero. –con un rápido movimiento de su mano, ramas y lianas crecieron de los árboles aledaños y encerraron Hogsmeade en una cúpula mágica.

-¿Qué ocurre? -ahora estaba realmente alarmado.

-Hoy se enfrentaran Grindelwald y Dumbledore. No quiero a nadie interfiriendo.

-¿Y tú? ¿Por qué no estás adentro?

-Porque yo quiero ver. -respondió lo obvio.

Hermione se dirigió nuevamente al camino que llevaba hacia la casa de los gritos, que en esta época no estaba construida. Cansado, de pronto, Tom la toma del brazo y la detiene.

-¿Y tú cómo sabes eso? -olía a gato encerrado.

-¿Me lo dijo un pajarito? –dijo con picardía. Cosa que no le gustó a Tom.

-No juegues, Mione.

-Oh, Tom. Por todo lo sagrado, ¿no puedes volver en otro momento? Realmente, me estás estorbando.

-No creas que te dejaré ir con ellos. En todo caso... -sacó una cajita que a Hermione se le hizo familiar. –Esto te protegerá.

-No otra vez...

-No. Escúchame, Mione. No estoy bromeando. A esto he venido.  -comenzó nervioso, no tan seguro ahora. -A pedirte que compartas tu vida conmigo. A pedirte que me hagas el hombre más feliz del mundo por el solo hecho de saberte a mi lado, a cada paso. A pedirte que me hagas el honor de ser mi esposa. –y mientras lo decía, se arrodillaba.

-Oh, Tom. –Hermione tenía lágrimas en los ojos castaños y un mohín gracioso en los labios. No lo podía creer. Lo había visto crecer y aprender de sus errores. Lo había seguido en sus metas, aunque solo sea a la distancia. Y estaba segura que no se convertiría en el monstruo que fue tras su amigo. Pero, también, muy en lo profundo de su corazón donde no podía mentirse, sabía que se había enamorado de él. -¿Justo ahora vienes a decirme eso?

-Di que sí.

Hermione solo asintió, ya que no estaba segura que su voz funcionara, y Tom sonrió como nunca lo había hecho. Le colocó el anillo y la magia del mismo la reconoció, brillando en su dedo.

Hermione suspiró sonoramente y dio un salto de fé.

-Muy bien... Lord Slytherin. Sepa que yo... vengo del futuro y es por eso que sé algunos hechos. Pero en estos años en el colegio, me he dado cuenta que no todo es como nos cuentan los libros...

-Los libros los escriben los que ganan. -retrucó él.

-¡Exacto! Es por eso que quiero ver cómo derrota Dumbledore a Grindelwald.

-¿Dumbledore derrotara a Grindelwald?

-Claro. ¿Por qué la duda? -preguntó entrecerrando los ojos.

-Porque en mis viajes al continente he escuchado mucho, pero todos están de acuerdo en algo. Dumbledore era amigo de Grindelwald en su juventud. Es por eso que también me apresuré a venir. No quería dejarte aquí desamparada sabiendo que ellos podrían aún estar planeando algo juntos.

-¡Oh, por los calzones de Morgana! Eso es obvio. Es por eso que quiero ver. -dijo comenzando a caminar nuevamente. -Los testigos lo llamaron el duelo más extraordinario de todos los siglos. Pero ninguno coincidía. No solo eso, Grindelwald termina en Nurmengard hasta... No importa. Vamos. -le dijo tomándolo de la mano con una sonrisa.

Estudios muggles (editando)Where stories live. Discover now