Capítulo 9: Solo Nicolás y yo.

1.2K 118 6
                                    

Capítulo 9

Solo Nicolás y yo.

 

El maldita sea de Nicolás no me sonaba a que no quisiera verme más, de hecho me parecía que era todo lo contrario, había sonado más bien como una rendición, además, luego de eso me había dado un beso en la frente, y los besos en la frente solo pueden tener dos significados, lo son todo o lo son nada, y en la cocina Nicolás me había dado a entender que yo era algo, así que segura de eso, en la mañana me alisté como todos los días y me presenté a desayunar con una firme sonrisa en mis labios, misma por la que Miriam preguntó pero por supuesto no le dije la razón.

—¿O es que hay nuevos amigos en la escuela, Sarah? —siguió insistiendo ella, mientras estábamos sentadas en la mesa. Franco también estaba allí pero demasiado abstraído leyendo el periódico del día anterior que no nos prestaba atención.

—No —respondí, inmediatamente, pensando momentáneamente en la escuela. Apenas había pasado un día y medio desde que había regresado al mundo de Nicolás y ya me parecía tan lejana y totalmente ajena. ¿Es que su mundo era tan atrapante?

—Oh, bueno —dijo Miriam mientras levantaba una taza de café y le daba un traguito —hoy es domingo, podemos salir juntas en la tarde.

Hice una mueca.

—Tengo tarea que hacer —le mentí.

Miriam puso una cara como de estar en el infierno pero luego de un segundo la cambió por una sonrisa. 

—Está bien, querida.

Terminé de desayunar y luego me dirigí a mi habitación en donde busqué la cámara con las fotografías que Nicolás, la señora Rosalía y yo nos habíamos tomado, para conectarla en la computadora de Miriam, que se encontraba en un rincón de la sala, e imprimir las fotos. Quería dos de cada una, así podría quedarme yo con una y dejarles a ellos la otra.

Conecté la cámara con un cable USB a la computadora de Miriam e imprimí las fotografías, pero luego me di cuenta de que necesitaba un tipo de papel especial porque de lo contrario no parecían fotos, sólo eran un montón de hojas con imágenes opacas de nosotros tres.

—Diablos…—murmuré, apartándome los cabellos que me caían en el rostro y en ese momento la voz de Miriam me distrajo desde la puerta principal.

—Iré a hacer las compras, Sarah —anunció —¿Segura que no quieres acompañarme? Será solo un momento.

—De hecho —le respondí, incorporándome —iré contigo, espera un segundo.

Desconecté bruscamente el cable de la computadora y salí corriendo con la cámara a donde estaba Miriam esperándome. Allí tomé mis zapatos que había dejado en la entrada y comencé a ponérmelos mientras que ella me dedicaba una mirada extrañada.

—Vamos, Sarah, —me sonrió mientras me extendía un brazo para ponerlo alrededor de mis hombros.

—Claro —respondí, yo también con una sonrisa.

Miriam tenía auto propio por lo que no necesitamos que Franco nos acompañara, él se quedó en casa descansando luego de una semana llena de trabajo. Salimos rápidamente de la zona residencial y nos adentramos en la carretera que nos llevaría a la ciudad, una a la que yo no me había tomado la molestia de conocer desde mi llegada más que para ir a la escuela y visitar en una ocasión a Franco en su consultorio.  

Luego de treinta minutos nos desviamos de la carretera principal con dirección a un estacionamiento de un gran supermercado, nos estacionamos cerca de la entrada y luego nos bajamos del auto.

El secreto de NicolásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora