Capítulo 11: El otro comienzo.

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Capítulo 11

El otro comienzo.

No estaba muy segura de si una persona normal podía morir de ansiedad, pero ya comenzaba a creer que sí. No había visto a Nicolás en tres días, pues me había prometido a mí misma y a él no molestarlo, darle su tiempo, dejarlo llorar en silencio, pero este era mi límite, tres días sin él era todo lo que podía soportar. No escuchar su voz, no sentirlo aparecer detrás de mí inesperadamente, no probar su comida, no ver sus sonrisas torcidas ni escuchar sus risitas era demasiado para mí, eso era todo, iría a verlo, sin importar cuanto Miriam intentara detenerme.

Me levanté bruscamente de la cama, me dirigí al armario y de allí saqué lo primero que vi, un vestido color azul cielo y un par de sandalias, las boté sobre la cama y luego me metí al baño. Tomé una ducha demasiado rápido y luego de salir de allí me vestí apresuradamente, sin tomarme la molestia de peinarme demasiado, sólo atándome el cabello en una alta coleta.

Corrí por las escaleras, esperando que Miriam no me pescara en el camino pero lo hizo.

—Sarah —dijo, en el marco de la puerta principal —, déjalo en paz. Ella era su único familiar, debe sentirlo mucho.

—Es por eso que debo ir…—le dije, soy todo lo que le queda, quise agregar, pero me reservé las palabras para mí.

Miriam suspiró.

—Pero sólo un momento.

Sin esperar a que agregara nada más salí disparada de casa, corriendo en dirección a la casa que alguna vez fue de Rosalía. Cuando llegué, la puerta estaba firmemente cerrada, no había notitas pegadas en ella y tampoco había ruidos en el interior. Me alteré, él podía haberse ido para siempre, desaparecer como si jamás hubiese existido, dejándome sola en este mundo ajeno para que me volviera loca

Hiperventilando me aparté de la puerta, bajé con cuidado los escaloncitos y comencé a rodear la casa, entraría por la puerta trasera, la derribaría de ser necesario, pero esta se encontraba abierta, suspiré de alivio e ingresé al interior. 

La casa estaba a oscuras, todas las ventanas se encontraban cerradas y las cortinas corridas. La oscuridad se había convertido en la nueva propietaria.

—Nicolás —dije dando un paso al interior, levantando la voz, intentando que no sonara rota. —Nicolás, estoy aquí.

Seguí ingresando en la cocina cuando de pronto me tropecé con algo sólido y me caí de bruces al suelo. Maldije y me levanté, luego fui a buscar el interruptor de la luz. Cuando lo encontré lo presioné, inundando la pequeña habitación de claridad, descubriendo que eran las largas piernas de Nicolás las que habían hecho que me cayera, era él, pero simplemente no lo había visto, no lo había sentido, su presencia se fundía hasta casi perderse con el ambiente, con las motas de polvo que bailaban impasibles en el aire.

—Nicolás, —grité, dejándome caer estrepitosamente al suelo y arrojándole mis brazos al cuello —Nicolás —repetí, enterrando las manos en su cabello, aspirando aquel aroma que no tenía, intentando grabar la forma de su cuerpo en mis brazos.

Lo abracé por mucho tiempo, cobrándome los días que no lo había visto. Sólo hasta que mi corazón comenzó a latir otra vez con su cadencia habitual me aparté, pero sin retirar mis manos de su cuello.

—¿Nico…? —pregunté, dándome cuenta de que lo que tenía en frente era poca más que una estatua de mármol. Me eché hacia atrás, aterrada.

Lo miré, lo miré y continué mirándolo sin poder creer que era eso. Nicolás simplemente era una representación de él, una hermosa estatua sentada contra las puertecillas que ocultaban las tuberías del fregadero, con las piernas extendidas sobre el piso cuan largas eran, era como si solo se hubiese desparramado mientras estaba de pie recargado en el borde de la barra, justo como estaba cuando lo dejé la última vez, incuso llevaba sus mismas ropas. No movía más que su pecho que subía y bajaba casi imperceptiblemente, sus cabellos seguían rubios, pero ya no se mecían al viento ni brillaban al sol porque ahí no lo había.  Sus ojos estaban abiertos pero no me miraban, no respondían.

El secreto de NicolásWhere stories live. Discover now