2. At the Burrow

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EN LA MADRIGUERA

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Al rededor de 20 minutos después, en los que Annie se durmió, llegaron a la Madriguera. Los Weasley bajaron del auto con las pertenencias de la chica. Harry, sin querer despertarla, la colocó en su espalda para cargarla, agradecía que no pesara mucho.

Entraron a la casa, siendo recibidos por la señora Weasley.

—Hola niños. ¿Dónde está Annie? —preguntó y los chicos señalaron la espalda de Harry. La señora Weasley sonrió dulcemente y dirigió a Harry al sofá, para que dejara a la chica, ya que todavia no estaba lista su cama.

Harry la bajó con cuidado y la acomodó. Se quedó admirándola un buen rato. Sí que había cambiado en el verano.

Se había cortado su pelo ondulado, un poco debajo de sus hombros. Miró sus pestañas rizadas y su pequeña nariz con unas cuantas pecas. A Harry le parecía muy bonita.

La señora Weasley, miraba al chico con ternura. Se notaba que la quería, y no sólo como amigos.

—Harry —susurró haciendo que se sobresaltara.— Ten esta cobija, para que no pase frío. Iré a hacer la comida —le sonrió y salió del salón. El azabache tomó la cobija, destendiéndola y tapándola. Cuando terminó, se dispuso a ir con Ron.

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Estaban jugando una partida de Snap Explosivo, cuando la señora Weasley asomó su cabeza por la puerta del cuarto de Ron.

—Chicos, la comida está lista, lávense las manos y bajen. Harry querido, ¿podrías desertar a Annie? —dijo la señora Weasley.

—Claro —aceptó Harry, fue al baño a lavarse las manos y se encaminó al salón a despertar a su mejor amiga.

—Ann.. vamos, despierta —susurró moviéndola un poco.

La chica, con mucho pesar abrió los ojos, tallándoselos y bostezó.

—Tengo sueño —se quejó con un puchero.

—No quieres perderte la tarta de fresa que preparó la señora Weasley, ¿o si? —le preguntó sabiendo la respuesta. La chica abrió mucho los ojos.

—¿Qué? ¿Estamos en la casa de Ron? ¡Harry! ¿Porqué no me despertaste? Dios, que pena haber llegado dormida —habló tapándose la cara con sus manos, avergonzada.

—No te preocupes, ven vamos a comer —se levantó y le extendió una mano, que Annie tomó para poder levantarse, pero no la soltó.

La niña seguía a Harry, pues ella no conocía la casa. Al llegar a la cocina, la castaña se sonrojó al notar todas las miradas en ella.

—Buenas noches, perdón por haberme quedado dormida —murmuró avergonzada con un ligero sonrojo.

—Ay, cielo, no te preocupes. Ven, siéntate a comer —la castaña avanzó siendo jalada por Harry y se sentó a un lado de él.

Ante ella, había gran variedad de cosas. Patatas, salchichas, un rico guisado que le hacía agua la boca, y una ensalada. Tomó un poco de todo, y estaba riquísimo.

Después, en el postre hubo pastel de fresas, como el de Navidad.

—Amo ese pastel —sonrió emocionada. La señora Weasley le agradeció el alago y le alcanzó una gran rebanada.

Terminaron de comer y Annie se dispuso a ayudar a levantar la mesa.

—Oh, cariño, no te preocupes. Yo me encargo —dio un movimiento de varita y los platos levitaron hacia el fregadero, donde comenzaron a lavarse.

Annie y la Cámara de los Secretos Where stories live. Discover now