-II-

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El Clase Baja había organizado con Kami-Sama y Mr. Popo pasar por un año, es decir un día, a La Habitación del Tiempo sin una razón especial aparte de volverse más fuerte. Los Sayajin no eran una especie que necesitara de otro incentivo para estar dispuestos a involucrarse en algo que les asegurara un prometedor aumento de poder, y tanto la deidad como su servidor lo sabían, por lo que se limitaron a asentir y les permitieron pasar cuando mencionó que, además, el príncipe iría con él.

Era apenas el nacimiento del segundo día, pero Vegeta se la pasó agitado durante la noche por mil diversos pensamientos. Casi todos incluían a Kakaroto. De verdad quería poseerlo en la cama y que se desgarre la garganta de tanto gritar su nombre, ¿sería un grito salvaje o débil, casi indistinguible siendo su voz tan aguda? Se imaginó tal voz aproximándose al clímax y la idea lo hizo sudar. Escuchó el ruido de la lluvia del baño debilitarse y pasos mojados sonaron a través del cuarto cercano al suyo.

-*No voltees.*- Caviló para sí mismo. -*Ni se te ocurra hacerlo. No lo mires.*-

Cuando hubo pasado ya un tiempo considerable, solo allí se incorporó y fue a su encuentro. El más joven se encontraba desayunando galletitas dulces con té. Tal vez era alérgico a la cocina, o eso pensó Vegeta en una mezcla de bronca y burla.

-¿Piensas comer eso y tener energías para entrenar conmigo?- Escupió agrias palabras sin decir "buen día."

-Creo que cualquier cosa sirve cuando no hay más qué comer.- Respondió atento y decidido a no discutir. -Pensé en reservar la fruta para la tarde y comer esto ahora.-

-¡Puedes cocinar!-

-La última vez casi quemo este lugar. ¿Lo olvidaste?-

Se miraron desafiantes y fue Vegeta quien desistió, extrañamente.

-Ven aquí. Haré algo más sustancioso. Te enseñaré.-

La sonrisa de Goku después de comprender lo que le había propuesto fue tan amplia que iluminó tanto el ambiente como lo haría el mismísimo sol, pero Vegeta volvió el rostro y mantuvo fija su mirada en el suelo para que no se note el sonrojo. El insecto era lindo y parecía estar al tanto.

Encontraron moldes entre las demás cosas de cocina e hicieron, al cabo de una hora y media de enseñanza al ritmo de aprendizaje de Goku, unas riquísimas magdalenas de cacao. Cocinar era una experiencia que el más joven jamás creyó que pasaría con Vegeta pero, para su sorpresa, lo disfrutó. Era cierto que tal vez se enojaba demasiado rápido y se ubicó más de una vez detrás de él para ayudarlo a batir con la fuerza y rapidez que corresponde para no salpicar, pero Goku sonrió con genuino cariño al verlo tan concentrado en explicarle algo. Le maravillaba cada cosa que dijera por simple que sea y le recordó lo hermoso que podía llegar a ser cuando estaban solos y no sentía la presión del resto a tratarlo mal para conservar su orgullo intacto.

Una vez cocidas, el príncipe degustó la primera magdalena aún tibia sentado en la mesa mientras su compañero lavaba los platos. Ayudarlo a cocinar y lavar ya sería demasiada bondad en un mismo día, así que Goku, sin decir nada, sirvió la comida y se dispuso a limpiar.

-Qué desperdicio de tiempo.- Se quejó con la boca llena. -Ayudarte a hacer algo tan simple como esto fue más difícil de lo que creí.-

-¡Para mí no fue un desperdicio! Aprendí algo nuevo gracias a ti, Vegeta. Además, tenemos tiempo hasta que Freezer decida hacer algo malo. Hace muy poco que revivió por segunda vez.- Contestó alegre, sin mirarlo al estar ocupado con los trastes. -Milk estará agradecida al ver que puedo hacer algo más que pan tostado.-

La comida en la boca de Vegeta dejó de destruirse. Por alguna razón desconocida, escuchar aquel nombre le quitó el apetito, y le molestó que Goku la mencionara. Indignado, dejó la comida a un lado y solo vio a su rival compenetrado en la tarea de fregar cuidadosamente, tratando de ser delicado para no romper las cosas. Otra vez la lujuria lo consumió hasta la médula y quemaba su pecho con el ardor de una herida abierta. Se lo veía tan inocente y alegre que hasta sintió culpa por querer pervertirlo.

-¿Vegeta?- Comprobó si seguía allí.

-¿Eh? ¡Ah! ¿Qué pasa?-

-¿Y bien? ¿Salieron ricas?-

-Sí.- Miró el bizcocho mordido. -Está delicioso.-

-¡Qué bien! Ya mismo iré a probarlas.-

-Se ven tentadoras.- Añadió para sí solo.

Tu nombreWhere stories live. Discover now