-VII-

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Después de ponerse más cómodos en la cama, Vegeta empezó a moverse con despierta atención en cada suave golpe. Aceleró el ritmo al cabo de unos segundos y fue un alivio cuando la garganta de Goku exhaló el primer gemido de absoluto placer, que salió explosivo, con el fin de que fuera evidente que encontró el punto y que añoraba más. Su pareja sonrió como si hubiese conquistado un planeta. Lo embistió más duro y las uñas del Clase Baja saltaron a su espalda para dejar caminos de marcas en un principio coloradas y luego con hebras de sangre, según aumentaba la potencia.

-Más rápido.- Exigió. -Quiero más.-

No bien pronunciadas esas últimas palabras, Vegeta dejó que su cuerpo se desenfrene. Abrazó al sometido por los hombros y repartió besos sobre su pecho mientras penetraba al compás del latido acelerado de sus corazones. En largas vociferaciones, Goku iba exhalando su dolor y recibía las continuas bocanadas de aire que Vegeta liberaba contra su cuello. Y se quemaron. Se quemaron entre los ardientes pétalos del árbol del frenesí sexual. Entre el placer y el padecimiento, consumiéndose. Y se consumen los intentos de retener los gritos. Y se consumen los largos años de rivalidad. Nada importó en esos minutos de dar y recibir asentando el alma en cada instante. La pasión endurecida ingresó en su apretado abrazo sin descanso y apenas los primeros espasmos propios del clímax asomaron su llegada, el más alto soltó su esencia. Vegeta se contuvo unos segundos y acabó dentro de su pareja con un rugido.

-¡Oh, por Dios!- Gritó al ver que no se detenía. -¡Ay! ¡Tranquilo, tranquilo!-

-Eres demasiado susceptible.- Se secó el sudor de la frente con la muñeca, intentando aparentar cordura. -Recién comenzamos y estás como si hubiera terminado contigo.-

Sintió la punzante mirada debajo de él traspasarlo. Goku era adicto a demostrar que podía superar sus límites en cualquier ámbito y resistir siempre un poco más. Optó por volver a provocar, pues era fácil molestarlo y antes le había funcionado muy bien.

-¿Vegeta, estás...?- Comenzó como pregunta y prosiguió como afirmación. -Me estás subestimando. Será mejor que no hagas eso. Sé que te has vuelto muy fuerte, pero tal vez no estés a mi altura.-

-¡¿Qué dijiste?!-

Corrió hirviente sudor por los miembros y retornaron los golpes por un tiempo abundante, tanto que no supieron su extensión, pero tampoco se les ocurrió detenerse a pensarlo. Estaban demasiado concentrados en disfrutar del otro.

-¡Ah, así! ¡Hazlo! ¡No pares!-

-No pienso parar.- Aclaró antes de transformarse en Súper Sayajin.

Esto último fue algo que Goku no esperaba. Abrió sus ojos mojados por las lágrimas y solo al admirar a su pareja rodeada en un aura dorada pareció darse cuenta. Supo que lo mejor, si no quería salir lastimado, sería transformarse también, entonces lo hizo. Vegeta acarició su mejilla y cambió la postura, esta vez sujetándole una pierna abajo y ubicando la otra sobre su hombro, con el fin de ampliar las posibilidades de moverse.

-Pensar en la primera vez que te vi así... me vuelve loco.-

Goku oyó su voz ronca de excitación y recordó aquel día, ese trágico pero importante día en el planeta Namek cuando Freezer lo acorraló tanto y le hizo tanto daño que despertó semejante potencial. Revivió borrosamente el asesinato de Vegeta y la simple visión casi le da náuseas, pero su amante le habló moviéndose de nuevo.

-Hasta ese día, nunca pensé que podría desear tanto a alguien.-

-¿Por qué esperaste?- Inquirió apretando los párpados, pero los volvió a abrir. -Yo siempre te habría dicho que sí.-

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