CAPÍTULO 1 1 de Agosto 08:00 a.m. ERIN

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CUANDO UN CRIMEN NO ES UN ACCIDENTE... LA VENGANZA TAMPOCO



Un fuerte dolor en la parte trasera de mi cabeza me hizo despertarme. No estaba en mi dormitorio, como esperaba; y, aunque me alegraba de no estar en la misma habitación que Fabio, no entendía por qué estaba durmiendo al pie de la cama de mi hijo.

 Aturdida, me incorporé y eché la vista hacia el pequeño despertador con forma de gallo de mi hijo. Las ocho de la mañana, la hora de levantarse para ir al colegio. Me levanté algo mareada y me acerqué a su cama. Mi pequeño Gabriel dormía plácidamente, su suave respiración me invadió el alma de ternura y me hizo sonreír. Se parecía a su padre, pelo rizado y brillante, sus ojos oscuros denotaban profundidad e inocencia, y su delicada piel morena transmitía olor a vida. 

Me incliné hacia él intentando recordar porqué estaba vestida y cuál había sido el motivo por el que no dormí esta noche con mi horrible marido.

Levanté la mano para despertarlo acariciando su cabello pero un ruido en el exterior me detuvo. Me acerqué deprisa hasta la ventana que tenía las cortinas abiertas y vi el coche inconfundible de mi amiga Sarah, inconfundible más que nada por su forma de conducir. Extrañamente, apretó con furia el claxon gritando el nombre de mi marido. Me llevé las manos al pecho, sus ojos estaban ensangrentados y corrió con furia hacia la entrada principal. Carlos, su marido, se abalanzó hacia ella y la detuvo abrazándola. No pude comprender lo que decía sosteniendo su cara y haciéndola retroceder hasta el coche.

- ¡No Carlos! ¡Está pasando algo! – Gritaba mientras su esposo la metía de nuevo en el vehículo.

Bajo mi mirada atenta, se alejaron calle abajo abandonando apresuradamente la entrada de mi casa.

- ¿Qué demonios es ese jaleo? – Mi hijo Gabriel se acercó a mí apoyándose en la ventana con el pelo desaliñado y un bostezo en sus labios.

- Esa boca... - regañé – no sé... era Sarah – contesté volviendo la vista a la calle ya desierta – vino hecha una furia llamando a tu padre, no entiendo nada.

Gabriel se encogió de hombros y se dirigió a su armario para coger ropa. Me acerqué a él, pero de nuevo un ruido me detuvo. Alguien llamaba a la puerta de su dormitorio. Sin esperar respuesta se adentró en la estancia y un nudo se apoderó de mi corazón.

- Date prisa Gaby – anunció mirando fríamente a nuestro hijo – hoy te acerco yo a clase.

Fruncí el ceño con sorpresa. La voz de mi hijo me sacudió cuando se dirigió a él.

- ¿Dónde está mamá?

¿¿¿Qué???

- Se fue temprano – Afirmó Fabio sin un atisbo de emoción en su rostro – desayuna rápido.

Cerró la puerta tras de sí con un interrogante ensordecedor a sus espaldas.

- ¿Qué está pasando Gaby? – Mi hijo se apartó de mí y tomó su teléfono móvil. Creo que se me salieron los ojos de las órbitas al verle marcar mi número.

- Contesta mamá... - susurró y arrojó el aparato a la cama con desdicha al no ser respondido.

- ¿Es una puta broma? – Grité furiosa - ¡Ya no tiene gracia! – Me planté frente a él y tomé sus brazos – ¡¡Mírame Gabriel!!

Estática, sin respiración, sin pulso. Un calor abrumador invadió mis sentidos. Mis manos atravesaron su cuerpo dejándome sin razón. No podía tocar a mi hijo. No podía tocarle. A ver, a ver, piensa Erin... es un sueño, sí, eso es, un mal sueño del que estoy a punto de despertarme. Me están gastando una broma... eso debe ser.

LUSS: EL LÍMITE DE LA VERDADWhere stories live. Discover now