CAPÍTULO 12 POV ERIN

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LA VIDA NO SE MIDE POR LAS VECES QUE RESPIRAS, SINO POR LOS MOMENTOS QUE TE DEJAN SIN ALIENTO



No había sido tirar una muñeca.

Ni mover una cortina-

Ni sentir una caricia fugaz.

Eran sus labios calientes los que se habían posado sobre los míos, consiguiendo que mi cuerpo vibrara, que todos mis sentidos bailaran al son de su beso y que mi corazón volara incrustándose en su pecho.

Todo era surrealista por completo.

Ni siquiera sé qué debo sentir, qué pasará a partir de este momento. Con Ángel todo era intenso y se acontecía a una velocidad vertiginosa.

Algunas rápidas imágenes de mi vida regresaban a mi menoría. Pero tan solo era piezas sueltas de un puzle aun envuelto en un halo de misterio. Notaba un nudo en el estómago, las manos temblorosas, y mi boca seca. Algo me oprimía el corazón.

Abrí los ojos y me acerqué a mi hijo. Mi dulce Gabriel...

Un fuerte sentimiento de amor verdadero me inundó el alma, al verlo seguir a los operarios en mi búsqueda.

La mayoría de los alumnos del instituto habían acudido para apoyarle.

Mi gran amiga Sarah también estaba allí; Carlos, su abnegado marido, no soltaba su mano enterneciéndome por su preocupación por Gabriel. Era una verdadera lástima que él fuera estéril, habrían sido unos padres increíbles, siempre lo pensé.

A medida que caminábamos por el bosque alrededor del parque, tuve una extraña sensación que se apoderaba cada vez más de mí, haciéndose importante y poderosa, fuerte, sobre todas las demás. No sabría describirla.

Era como si algo no estuviera bien.

No sé....

Como si estuviéramos buscando en el lugar equivocado, alejándonos de mi paradero real.

Eché de menos no poder hablar con Ángel acerca de cómo me sentía, de ese presentimiento... No le vi, quizás se fue con el otro grupo... no sé...

Las voces de mis vecinos y amigos retumbaban en mis oídos repitiendo mi nombre.

Había anochecido rápidamente, y solo se distinguía una treintena de siluetas iluminadas por sus linternas entre la espesura del bosque.

Pero entre todas esas voces sin dueño, había una que, con su tono desgarrado y roto, rompía mi corazón....

- ¡Mamaaaaaaa!

POV ÁNGEL

Olor a cuero...

Un fuerte olor a cuero se adentraba en mi nariz mientras esperaba a que el detective Morrison hiciera acto de presencia en su despacho.

Diplomas e insignias colgaban de sus paredes.

No quiero estar aquí.... Yo no debería estar aquí. Sino con Erin, buscando a Erin.

Ya había anochecido por completo... y solo podía pensar en ella. En esa maldita ilusión que tenía mi corazón encogido.

Sumido en mis pensamientos, y aunque esperaba con ansias su aparición, no pude evitar sobresaltarme cuando el jefe de policía hizo acto de presencia adentrándose a mis espaldas.

El primer olor a cuero se mezcló con el suyo, café y tabaco, cuando me rodeó para sentarse frente a mí.

- Bien... - suspiró pesadamente al acomodarse en su butaca. Lucía la vista cansada cuando le observé quitarse el sombrero. Acto seguido, posó su maletín, a punto de estallar sobre el escritorio - ... Señor Tarbert... usted tiene algunas cosas que explicar.

- Detective Morrison – Dios mío, mis manos sudaban, me sentía nervioso, confuso e irritado – Yo acudí a usted por voluntad propia. La forma en que esos policías me han arrastrado hasta aquí se podría definir como un ultraje.

- Hoy es un día extraño para todos los habitantes de Luss – afirmó con una verdadera calma que me inquietaba – estoy seguro de que podrá disculpar el nerviosismo de mis hombres dadas las circunstancias.

- ¿Qué circunstancias? – pregunté notablemente aturdido.

Morrison abrió su cartera e introdujo un lápiz de memoria en un televisor polvoriento a un par de metros de la mesa. Le observé extrañado mientras presionaba algunos botones y una voz en la pantalla llamó mi atención. Mi voz. Era yo quien salía en esas imágenes.

Me encontraba hablando solo mientras recogía el periódico delante de mi casa. Un fuerte rubor me calentó las magillas. Oh... joder... ya sabía por dónde podrían ir los tiros.

Había otra secuencia. Era del día de hoy, de hacía una hora escasamente. Hablaba sólo en un callejón y gesticulaba suavemente pareciendo un verdadero neurótico. Sentí muchísima vergüenza y nervios, era a Erin a quien recordaba abrazando, de pie frente a mí, no a un chiflado rodeando al aire.

- Como bien ha dicho – carraspeé conteniendo mi aceleración – hoy es un día extraño.

Morrison detuvo la grabación y me observó con fastidio. No me parecía un mal hombre, el típico policía áspero con ganas de demostrar su poca paciencia sobre aquellos que considere inferiores. Podría decir que me transmitía la confianza suficiente como para confesarme con él. Sin embargo, sí me parecía un tipo listo, escéptico y aburrido de las historias baratas con aires de excusa. Jamás se tragaría mi versión.

- ¿Podría decirme, Señor Tarbert, qué es lo que estoy viendo en estas imágenes? Porque, como bien ha dicho – arqueó una ceja imitando mi comentario – usted acudió a mí por propia voluntad para hablarme sobre Erin Marino. Parece conocerla, pero llegó al pueblo el día de su desaparición, y luego manifiesta... como hemos observado... comportamientos bastante inusuales...

- De acuerdo – crucé seriamente las manos sobre la mesa apoyando los codos en ella – viendo el rumbo que está tomando esta conversación, he de pedirle ejercer mi derecho a hacer una llamada, puesto que entiendo que me encuentro detenido sin haberme explicado los motivos. Así que lo único que le diré es que no contestaré a ninguna de sus preguntas antes de que mi abogado esté aquí.

El detective suspiró y buscó algo en uno de los bolsillos de su gabardina. Encendió un puro que extrajo de un pequeño paquete y me acercó el teléfono fijo antes de salir de la sala.

Al tercer tono, escuché una voz cálidamente familiar.

- ¿Diga?

- Rafa soy yo – bajé la cabeza.

- ¿Ángel? – Hizo una pausa extrañado - ¿Has cambiado de numero? ¿Qué hora...

- Necesito que vengas lo antes posible, sin Travis, - sentencié – ahora mismo... Estoy en problemas hermano.

Su tono se tornó a nervioso.

- ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? – un torbellino de imágenes me golpearon de repente. Las cosas que podía ver, las que podía saber y las que podía sentir - ¡¿Ángel?!

Reaccioné bajo su llamada desesperada cuando escuché a alguien hablando tras la puerta del despacho.

- Estoy en la comisaría de Luss, me han detenido... y tiene que ver con la desaparición de Erin Marino.







EN 3...2...1... HOLA LECTORES Y LECTORAS!! AQUI VA OTRO CAPITULO DE MIS PERSONAJES FAVORITOS, A COMPLICARLES LA VIDA, HE DICHO JJJJ, ESPERO OS ESTE GUSTANDO LEERME. AQUI ME TENDREIS ACTUALIZANDO PRONTITO.

HASTA EL SIGUIENTE... LE TOCA A FABIO!!!

UPS! SE ME ESCAPO...

BESIS CARIÑOSIS

MARGA

LUSS: EL LÍMITE DE LA VERDADWhere stories live. Discover now