Capítulo 2

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No era fácil sonreír ni hacer caras tontas. Al revés, Christopher tenía que esforzarse para reprimir el enojo y la frustración que le había causado ver a ______. Lo que le apetecía era quejarse y gruñir. No soportaba las tonterías que estaba diciendo Richard.

-Pobrecillo, ha sacado mis orejas.

-Bueno, siempre se puede recurrir a la cirugía plástica -le contestó Christopher, con una sonrisa.

Richard rió con indulgencia:

-Tampoco están tan mal. Ya se hará a la idea.

-Seguro que sí -dijo Christopher, a quien le dolía la cara de tanto sonreír.

Richard miró embelesado a su esposa.

-Afortunadamente, ha heredado la nariz de Hellen.

Christopher comparó obedientemente la aristocrática y recta nariz de la exuberante rubia con la que Richard estaba casado, con la de su amigo, más larga, y algo abultada, para después forzar otra sonrisa:

-Sí, es mejor nariz.

¿Por qué sería obligatorio el reparto de los rasgos de un bebe entre uno y otro progenitor? Era un ritual inevitable, que quizá se llevara a cabo para afirmar la herencia del niño, o para asegurarse de que la pequeña réplica se ajustaría a las expectativas de los padres.

Para Christopher, no solo era un ejercicio mortalmente aburrido sino que, además, estuvo a punto de escapársele un sentido « ¡Por amor de Dios, dejen que el niño sea él mismo!» Pero eso no era lo que debía hacerse.

Y, en su lugar, se puso a pensar a quién habría ido a visitar ______. No era que en realidad importara, habida cuenta de la expresión de rechazo que tan claramente le había mostrado. Christopher tenía una poderosa alergia a acercarse a quienes no lo recibían de buen grado.

-Dame al bebé, querido, mientras abres el regalo de Christopher -dijo Hellen, estrenando su recién adquirido poder de madre. Aquella era desde luego la ocasión ideal para darle órdenes a Richard. El orgulloso y agradecido padre le habría lamido sin dudar los pies si se lo hubiera pedido. Pero Christopher sabía, por los muchos casos ya observados, que ese vasallaje no duraría mucho.

Lo vio depositar con todo cuidado el preciado paquetito en brazos de su esposa. Era una verdadera lástima que aquella armonía no fuese a durar mucho, una vez que estuvieran de regreso en su hogar, porque los tres, padre, madre y bebé, componían un cuadro idílico.

Los largos cabellos rubios de Hellen se derramaban como madejas de seda sobre sus hombros. Christopher frunció el ceño recordando la melena de ______, salvajemente cortada. ¿Por qué se habría cortado el pelo? Así parecía un pilluelo, con esos mechones de punta, como, si en lugar de peinarse, se hubiera pasado los dedos por el pelo. Definitivamente, no le quedaba bien el nuevo corte, que le daba un aspecto más delgado a su rostro. ¿O lo tenía de verdad más delgado?

¿Habría estado _____ enferma?

Aquel era un pensamiento molesto y la sensación de fracaso volvió a apoderarse de Christopher . Le fastidiaba no saber qué había sido de ella en todo ese tiempo. Su rostro le había parecido más pálido de lo que recordaba. Si había estado enferma, si tal vez aún lo estaba..., no, por más que fuera así, seguía sin tener sentido aquella mirada de enojo y temor con que lo había mirado.

Y tampoco era un motivo para que ella lo hubiese hecho salir de su vida en aquella forma. Debiera haberse quedado junto a él. Él la habría cuidado. ¿Habría alguien cuidando de ella?

-Mi champán favorito: ¡Veuve Cliquot! -le dijo sonriendo Richard -. Un regalo estupendo, Christopher .

-Yo no lo voy a poder beber -se lamentó Hellen-; me estropearía la leche.

Papá por sorpresa// Christopher Vélez y TN//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora