Capítulo 5

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¿Qué era lo que había hecho mal?

Christopher no podía quitarse esa pregunta de la cabeza, mientras trataba de distraerse dando vueltas en torno a la colección de antigüedades que le habían entregado esa misma tarde. En condiciones normales, estaría loco de entusiasmo con la novedad, estudiando atentamente cada pieza, para ver cuáles eran las técnicas más adecuadas para su restauración. Pero esa noche no sentía entusiasmo alguno. Se sentía rechazado por todos, excepto por su perro, que, como siempre, andaba pegado a sus talones, ofreciéndole su lealtad y compañía.

-Me ha vuelto a dar la espalda, Spike -le dijo, con un tremendo suspiro.

Y el mejor amigo del hombre ladeó un momento la cabeza para escuchar a Christopher , lo miró con la debida conmiseración, y, enseguida, dio un salto para plantarle las patazas en el pecho, con la lengua fuera, dispuesto a cambiarle el humor a lametones. El peso del enorme chucho blanco y negro habría tumbado de espaldas a mucha gente, pero Spike sabía perfectamente cuánto cariño suyo podía resistir su amo.

Christopher lo miró con el mismo cariño.

-Eres un perro estupendo, Spike, pero siento tener que decirte que no hueles tan bien como ________, ¿sabes?

El perro respondió con un gañido, y Christopher le sonrió y le revolvió el pelo detrás de las orejas, a cambio de lo cual Spike le hizo una nueva demostración de adoración absoluta. Sí, el amor y la devoción de Spike eran constantes, y de él Christopher no recibía señales equívocas ni contradictorias. Él era el centro del universo para su perro, y no había más que hablar.

Desde luego, era una pena que la gente no se pareciera más a los perros, se dijo Christopher , repasando todo lo que había hecho ese día para reconquistar a ________. Él le convenía a ________. Era perfectamente consciente de ello. ¿Cómo es que ella no se daba cuenta? ¿Cómo no se alegraba de recuperarlo? ¿Qué más podría haber hecho él?

-A lo mejor es que los perros son más listos que las personas -le dijo a Spike en tono confidencial-. Las personas deberían pensar menos y confiar más en su instinto.

Y Spike le manifestó su conformidad con un lengüetazo.

Y, con todo el derecho del mundo, Christopher se dijo que no había existido ninguna ambigüedad en la respuesta de ________ al besarla él. La corriente del deseo había pasado de uno a otro de forma inconfundible. Había sido algo total y absolutamente recíproco. No cabía ningún error: ________ seguía deseándolo. No había forma de saber qué insensatez tenía en la cabeza, pero su cuerpo seguía en armonía con el de él.

Y él sentía el suyo agitarse al pensarlo, seguramente porque llevaba demasiado tiempo de abstinencia, y ahora todo su ser intuía que iba a gozar de nuevo de una satisfacción plena. ________ era la mujer de su vida, para él era evidente, pero, por lo que fuera, aún tenía que convencerla a ella de que él era el hombre para ella. Y, desde luego, aquellos muebles podían y debían esperar a que él hubiera reflexionado sobre su futura conducta con _______.

Los apetitos parecían llamarse unos a otros, y Justin se dio cuenta de golpe de que estaba muerto de hambre.

-Vamos a ver qué cenamos, Spike.

Con un alegre ladrido, el perrazo se plantó de un salto junto a la puerta del taller, meneando la cola. ¿Por qué no sería la gente tan sencilla y directa como aquella curiosa mezcla de doberman, collie, gran danés, y quién sabía qué más? Spike y él nunca tenían problemas de comunicación.

Christopher abrió la puerta que daba a la vivienda y los dos se dirigieron juntos a la cocina, que era la estancia más próxima al taller, para que los dos aprendices de Christopher no tuvieran ningún problema a la hora de hacerse un café o prepararse un sándwich. Creía que era más fácil colaborar con las personas con las que se compartían momentos de relajación, o un tentempié, y también por eso le habría gustado cenar con ________.

Papá por sorpresa// Christopher Vélez y TN//Where stories live. Discover now