Capítulo 9

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El problema era grave, y ella no podía seguir haciendo como si no existiera. No iba a mejor, sino a peor, cada vez peor. Desde esa primera noche en que Charlotte durmió de un tirón, no tenía bien los pechos. Y esa mañana habían sido una tortura las dos tomas.

La semana pasada había estado usando el sacaleches para drenar el exceso de líquido. Dolía, pero había continuado haciéndolo hasta el día anterior. Tal vez la causa fuera su inexperiencia. Pero, cualquiera que fuese la razón, tenía ahora un bulto colorado y duro en cada pecho, hacia la axila, febril y extremadamente doloroso. No le hacía falta ponerse el termómetro para comprender que tenía fiebre. Y, para colmo, Charlotte no se quedaba tranquila después de mamar, como si no tomara ya lo suficiente.

Sentía dolor incluso con levantar el moisés. __________ se dio cuenta de que no podría acercarse sola hasta la consulta del médico. Se le iba la cabeza a causa de la fiebre. Y podía ser peligroso si se caía. Por eso tomó la decisión más prudente, y llamó a Mariana, que estaba al lado, y que le haría ese favor sin dudarlo.

-Soy ___________ -dijo, y, sin más preámbulo-: No me siento bien. Necesito tu ayuda.

-En seguida voy.

Con un suspiro de alivio, ___________ colgó el teléfono.

Mariana tenía la capacidad de cortar su efusividad cuando hacía falta actuar. Bajo la reina de las relaciones públicas, había un cerebro eficacísimo. Se presentó al cabo de unos instantes, irrumpiendo en el apartamento cargada de determinación ___________ se dio la vuelta, mareada, desde la encimera en la cual se había apoyado para usar el teléfono. Mariana le echó una mirada, y luego la tomó del brazo y la condujo hasta el sillón más próximo. Le puso una mano en la frente y comenzó a interrogarla:

-¿Gripe? ¿El estómago? ¿Qué te ocurre?

__________ se puso a explicarle con voz entrecortada lo que le ocurría.

-Mastitis -diagnosticó Mariana-. Tienes una infección en los pechos. Incluso puede ser que haya abscesos. A mi hermana le sucedió lo mismo. Puede suceder al destetar a un niño.

-Pero si yo no pienso destetar a Charlotte -se quejó ____________.

-Ya, pero ella se duerme. Es lo mismo. Si se pasa la noche sin mamar, tú acumulas leche. Tendrás que tomar antibióticos para combatir la infección, y tal vez tengan que darte además pastillas para dejar de producir leche. Hay que ir al médico ahora mismo.

Las lágrimas se agolpaban en los ojos de _____________.

-¿Me estás diciendo que ya no podré dar de mamar a Charlotte?

-Eso depende de cómo sea de grave la infección. Pero los niños salen perfectamente adelante con los biberones, ____________. Ahora no es momento de pensar en lo que le conviene más a Charlotte, sino en lo que te hace falta a ti.

____________ se sentía demasiado débil como para oponer resistencia a la actividad que Mariana ya había comenzado a desplegar. Mariana llamó a su secretaria, que se presentó de inmediato con el bolso de Mariana y las llaves del coche. Mariana le dejó su teléfono móvil, con instrucciones para que atendiese las llamadas de trabajo. Así, la secretaria se quedaría en el apartamento de ____________, al cuidado de la niña, y, si surgía algún problema, Mariana estaría localizable en el teléfono del automóvil o en la consulta del médico.

En cuestión de minutos, ____________ y su amiga estaban camino.

-¿Está Christopher al corriente? -preguntó Mariana.

-No.

-¿No le contaste que tenías problemas?

-No quería preocuparlo.

Papá por sorpresa// Christopher Vélez y TN//Where stories live. Discover now