❛ Tan dulce como un caramelo, tan infantil e inocente. Tan inverosímil como un día caluroso en invierno... Caramelos, chupetines, cajas de cigarrillos, papeles de negocios, un amor tan estúpido.
Thara Alba considerada el ser más humilde, inocente y...
—¿Cuándo es tú recital? —preguntaron. Sonreí al ver a mi padre, alto, barba de pocos días, apuesto. —En una semana.—respondí llevando a mi boca un chupetín de fresa. —Bien, estaré en primera fila con tú hermano y Brenda. —Eso...¡Suena genial! —exclamé. [...] —¡Thara, tenemos que irnos! —¡Ya voy! Caminé apresurada por toda mi habitación, no encontraba el otro calcetín rosa pastel. Fui a mi baño y...¡Bingo! Lo tomé y a zancadillas me lo puse, tomé mis tenis y me los puse, salí de la habitación y tropezando con mis propios pies llegué a la parte de abajo, sonreí. —¿No te parece mucho rosa? —No, bonito, bonito. Subimos a su auto, abroché el cinturón de seguridad al igual que el y después arrancó. El camino era silencioso, odio el silencio, es tan incómodo, prendí la radio dejando escuchar AgustDamo esa canción. —A to the G, to the U, to the S, to the S T D, A to the G, to U, to... —Thara...—habló, bajó el volumen deteniéndose en un semáforo en rojo—tienes que apoyarme ésta noche, haremos promoción para que haya más gente, ¿ok? Debes mostrar al público, vendrá alguien importante y el decidirá aceptar o no. No éramos ricos, qué va, teníamos los recursos suficientes para mantenernos, papá tenía auto, una casa de dos pisos, mi hermano era modelo y dueño de un bar que aún estaba en pie y yo, yo ganaba dinero con mis recitales en el bar de mi hermano, pero, que en una semana lo haría en un teatro, más gente, tal vez más dinero y tal vez, sólo tal vez, gente en la academia. Asentí escuchando con atención y que, sin darme cuenta, habíamos llegado, estaba nerviosa, muy nerviosa, la academia estaba en mis manos.